— ¿En serio es necesario ir?— pregunto Liliana viendo a la costurera que terminaba los últimos retoques de su vestido, la mujer sonrio divertida.
— Su madre dice que es importante que esté presente.
— Ira mi hermano, con eso es suficiente.— se quejo tratando de quedarse quiera sobre el banquillo, sabía que si se movía podría ser picada con la aguja de su vieja amiga.
— No creo que sea tan malo— la mujer se levantó y aliso la tela de la falda color guinda.— Listo.
Liliana volteo hacia el espejo de cuerpo completo y sonrió sin poder evitarlo, era un vestido color guinda, era sencillo pero muy hermoso, volteo hacia la mujer y le abrazo con fuerza.
— Tienes magia Estelle.
La costurera le devolvió el abrazo.
— Si no va a ese baile no podrá mostrar mi magia.— Trato de persuadirle, Liliana amaba usar sus vestidos y salir con ellos a los bailes, podría decirse que amaba ser el centro de atención.
— Pero iran los reyes de antaño!— se alejo y bajo del banquillo con cuidado alzando su falda un poco.— Todo mundo sabe que Peter ni yo nos hemos llevado bien jamás.
— Si, estoy al tanto.— procedió a amarrar el corsé con cuidado.— Aunque no se con certeza que fue lo que causó su rivalidad.
Liliana hizo una mueca.
— Dijo que no estaba de acuerdo con que una mujer esté en el trono.! ¡Que no era lo suficientemente capaz de cuidar de mi gente!— chillo indignada.
— ¿Y que es lo que hizo en respuesta?
— Le rompí el labio.— recordó orgullosa de su acción, Estelle río mientras negaba divertida.
— El hizo mal al subestimarla.— hizo un lazo en su cintura.— Pero usted hizo mal en dejar que la hiciera enojar, mi padre siempre decía que el que enoja pierde. El obtuvo lo que quizo una razon para molestarla.
— Osea que solo me quedo callada?
— Si, eso demuestra lo madura que es y el querrá insistir, créame eso lo hará enloquecer.
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Liliana camino en silencio por la hermosa entrada de cave pavel con la frente en alto y una gran sonrisa en sus labios color guinda, del brazo de su hermano gemelo entro al castillo saludando a la gente.
— Príncipes de Macro.!— saludo un fauno amablemente a los gemelos.— Bienvenidos.
— Muchas gracias por la invitación.— sonrió Esteban haciendo una reverencia al igual que su hermana.— ¿Como ha estado?
Los príncipes de macro eran reconocidos por su amable forma de ser, nada comparado con su padre que era estricto y frío al momento de reinar, eran queridos por su pueblo desde que eran unos bebés, y ese amor era recíproco.
El fauno respondió y les dejo ir.
— Que tan mal se vería si me voy a comer antes de saludar a los reyes?— mascullo Liliana entre dientes, su hermano río.
— Nuestro padre te dejaría sin comer dos días enteros.— se mofo caminando detrás de las personas que poco a poco hacían reverencia a los reyes.— Y me niego a contrabandear comida para ti.
— Ambos sabemos que si lo harías.— alardeo sin verle a los ojos, Esteban bufó sabiendo que tenía razón.— Me amas.
— Lamentablemente si.— suspiro su hermano.