Vagaba por las calles de Londres en la madrugada tranquilamente, estaba en paz por primera vez en siglos. Sonreí y me quedé de pie frente al palacio de Buckingham.
Hasta que pronto alguien se colocó a mi lado, y sonreí abiertamente al sentir su olor.
- Hola, mamá!- Casi grito Emmett, me abrazo con fuerza y yo le correspondí, pronto Rosalie me abrazo por igual.
- Chicos, pero que sorpresa! Que hacen aquí?
Ambos se vieron entre sí, pensativos y luego Rosalie me vio seriamente.
- Es Carlisle...Esme lo dejo.
Alce una ceja, y cruce mis brazos.
- ¿Y?
- Te necesita. Está como loco!
- No me necesito 50 años por qué me necesitará ahora? El la eligió a ella sobre mi. La decisión está hecha.
Vi los rostros de mis hijos adoptivos y mi corazón se removió apesar de no estar latiendo.
- Por favor, ve y has que vuelva a ser el de antes. No sale de casa.
Les vi sorprendida, puesto que imaginar a un Carlisle Cullen, sin querer salir de su casa, siendo la persona que es, me parecia de lo más extraño.
Vi a la pareja, y suavice mi mirada, el dolor de la traición del que fue mi marido siglos atrás seguia, pero no podía dejar a mis hijos desamparados.
- Tienen que estar conscientes, de que si voy para alla, será solo para hablar con su padre. Más no regresare con el.- Hablé viendo la desilusión en sus rostros.
Desde que nos separamos, Rosalie y Emmett siempre tuvieron la esperanza de que algún día volviéramos Carlisle y yo.
Pero veía muy lejano ese futuro. Y sabía que jamás iba a llegar.
- Lo entendemos, ma.- asintió emmett.- Vamos a casa.
Quise corregir y decir que era su casa, pero no quería quitar la emoción de sus cuerpos.
Un día y medio después, llegamos a Alaska, la casa estaba en una montaña, escondida en frente de unos pinos, Alice, Edward y se lanzaron a mis brazos con fuerza, casi haciéndome caer, reí abiertamente, les había extrañado mucho.
Alice, tomo la mano de un muchacho rubio y este asintió en mi dirección.
- Un gusto conocerte Jasper. - imite su acción y vi la Sorpresa en sus ojos.
- Mamá, ve las auras de las personas. Y un poco de la vida de ellas.
- Eres de admirar, Jasper.- Pose mi mano en su hombro.- Mucho gusto, soy Kayra.
- Dile mamá.- hablo Edward sin separarse de mi.- Es la única madre de nuestras vidas.
Hice una mueca, y asentí apesar de no estar muy de acuerdo, vi la casa a lo lejos y note que está estaba a oscuras.
- ¿Como está?
- Mal. El la quería.
Asentí, sintiendo un toque en mi pecho.
- Lose...- susurré en respuesta y me separé de mis hijos.- Hablaré con él. Luego quiero que me mantengan al tanto de todo lo que pasó aquí.
Narrador externo.
Los cinco asintieron de acuerdo y mientras ella subía la montaña, los jóvenes se juntaron de pronto.
- Por que nunca había venido? - pregunto Jasper con curiosidad.