Paul Lahote III

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La puerta de la casa azotó contra la pared debido a la fuerza con la que Paul la abrió, busco a Amy por toda la casa y al verla en la habitación sentada viendo a la ventana sin moverse le hizo sentir un dolor en el corazón.

- ¿Desde hace cuanto no comes?- pregunto sin reparo, Amy ni se inmuto.- Contéstame.

- Eso no importa.- la voz de ella fue solo un hilo.

- Claro que importa, a mí me importa.- se acercó lentamente.- No puedes hacerte esto.

- Es lo que merezco.- hablo sin emoción viendo el vidrio.- Es mi culpa que Tommy este perdido.

Amy cerro sus ojos con dolor y Paul se arrodilló frente a ella, tomando sus manos.

- No es tu culpa, el estará bien, lo encontraremos,ten fé.

Ella abrió sus ojos y soltó una risa amarga que erizo la piel del hombre lobo.

-¿Tener fé? Desde que Tommy desapareció le he rezado a Dios miles de veces para que me lo trajeran de vuelta, pero no ocurre nada.

- Entonces, confía en mí.- Beso sus manos con ternura, queriendo quitarle el dolor.- Yo lo encontraré y lo traeré sano y salvo a tus brazos.

- Que tal si no lo encuentran jamás? Que tal si el está....

- No, no.- le abrazo con fuerza dejándole llorar contra su pecho.- El estará bien, lo prometo, querida.

Ella no respondió simplemente se aferró al pecho de Paul no queriendo separarse de el, estando con el cerca le hacía sentir segura y con menos dolor, Paul cerro sus ojos besando su coronilla varias veces, murmurandole cosas lindas queriendo calmarla.

Tras una hora de esa manera, Paul se separó de ella y peino su cabello, dejando libre el rostro de Amy, le sonrió de lado y beso su frente.

— Quiero que hagas algo por mi y por Tommy.— murmuro cerca de su rostro, como si estuviera contándole un secreto.— Quiero que comas algo antes de dormir.

— No tengo hambre.

— Hazlo por Tommy.— acaricio sus brazos y ella suspiró para después asentir.

— Lo haré por los dos.

aquella contestación hizo que Paul se sintiera ella hombre más dichoso del mundo, el que ella comiera por el le hacía sentir orgulloso, y sin poder contener su felicidad beso su mejilla para alejarse de ella.

— Iré a prepararte algo, y volvere, mientras tanto toma una ducha.

Ella asintió y le vio salir de la habitación, sonrió de lado pero pronto borro aquel gesto para después apretar el papel entre sus dedos, lo escondió en uno de sus cajones y luego se levantó para ir a ducharse.

Tras salir con el cabello húmedo, camino hasta la cocina encontrando un par de sándwiches y papas fritas en la mesa.

— Los dos son para ti, siéntate.- la voz de Paul le hizo voltear y lo encontró sirviendo agua en unos vasos.

Ella se sentó lentamente y tomo uno de los sandwiches, pronto para alivio de Paul,comió todo en silencio el le acompaño después.

— ¿Hace cuanto que no duermes?— pregunto al ver las ojeras bajo sus ojos.

Paul bebio del vaso y le vio de reojo.

— Un día.

— Deberías dormir.— sugirió para después comerse la última papa frita de su plato.— En una cama.

— Estoy bien en el sillón.

Ella hizo una mueca, desde que llegó a casa de Paul ella se había apropiado de su cama y no le parecía demasiado justo.

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