corría por las calles de nueva York sin saber a dónde ir, solamente quería estar a salvo y dejar de ser seguida por aquellos hombres.
Di vuelta en una esquina del edificio y pronto un golpe en seco me recibió, cai al suelo y tan pronto como cai me levanté.
Voltee hacia atrás, ignorando las disculpas del hombre con el que choque y lo rodee para seguir corriendo, aquellos hombres me seguían todavía.
Trate de correr más rápido de lo que mis piernas podían, pero estaba agotada.
No podía más.
De pronto algo se encajo en mi espalda y cai entre convulsiones, me estaban electrocutando y el dolor era horrible.
Cuando apagaron esa cosa, el ardor de las clavijas encajadas en mi piel, me hizo sentir que eran más de una.
No me moví, por temor a provocar a aquellas personas para que volvieran a electrocutarme.
Tomaron mis brazos y me pusieron de pie, no pude luchar había perdido mis fuerzas, estaba apunto de caer en la inconsciencia cuando pronto algo rojo se colocó frente a mí.
Parpadeo lentamente, no pudiendo enfocar del todo bien y pronto esa cosa roja comenzo a moverse rápidamente por todas las direcciones, de alguna manera hizo que me soltaran y cai de nuevo al suelo de rodillas.
— Woa, tranquila todo estará bien.— una voz grave lleno mis oídos y algo me sostuvo.
Pero pronto caigo en la negrura que me llamaba.
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Abrí mis ojos con pesar y suelto un quejido, volteó a todos lados encontrandome en una habitación sencilla, me levanto sintiendo el dolor de las heridas de ayer y con cautela salgo de ahí.No recordaba nada, ni siquiera sabía dónde estaba. Corría el riesgo de que aquellos me hayan secuestrado.
— ¡Oh, despertaste.!
Volteo asustada y retrocedo al ver que avanzaba en mi dirección, le apunte con ambas manos dejando salir aquel humo violeta que odiaba pero me defendía, esperando asustarlo siquiera.
Pero el no se asustó nada, solo vio el humo y sonrió maravillado.
— Increíble.
Fruncí mi ceño, y el volvió a sonreír levemente.
— ¿Donde estoy?
— Estás a salvo aquí en nueva york.— Se llevó las manos a los bolsillos de sus pants.— hace cuanto haces eso?
— ¿Quién eres?— le ignore sin dejar mi defensa.— Que hago aquí?
— Soy el doctor Stephen Strange. Estás en mi hogar.
— ¿Por que?
— Necesitabas ayuda, y lo hice. Te ayude.
Le vi seriamente un rato, y me calme solo un poco, el nos e veía mal tipo.
— Debes tener hambre. Tengo un poco de sopa, ven.— hablo y camino por el pasillo, tras dudar lo seguí.
Me sirvió sopa que olía malditamente bien, y comí como desquiciada. Hacía días que no comía nada en absoluto.
— ¿Por que te seguían?— prosiguió, tragué duramente.
— No lo sé.— Mentí, pero luego me arrepentí, probablemente arriesgo su vida para salvarme y yo no podría pagarle con nada más que la verdad.por lo que decidí contarle tan siquiera la mitad.— Tengo algo que es de ellos.
— ¿Les robaste?— alzo ambas cejas.
— No les robe! Solo recupere lo que me quitaron.— lleve una mano a mi pecho, me aferre al dije dorado.— Es herencia familiar.