Doctor strange

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— ¡Corre Wong!— chillo Malena volteando sobre su hombro viendo a su tío tratar de seguirle el paso.

— Hago lo que puedo!— respondió este jadeando y maniobrando las bolsas que cargaba entre sus brazos.—¿Por que no solo usamos un portal?

— Por que necesitamos hacer ejercicio! Esas hamburguesas no se bajarán solas.— Musitó divertida entre jadeos deteniéndose a unos metros de la entrada del Santo Santorum.

— No se por que haces esto, si Strange odia las sorpresas. — Se quejó recargandose en el muro y soltando un suspiro.

— Se que amara esto. — sonrió emocionada viendo las bolsas.

Wong no respondió, ella se encontraba demasiado emocionada con el regalo que le daria a Strange por su cumpleaños, Wong había insistido en que Strange no querría aquel regalo, pero al ver que ella se veía feliz, dejo de insistir y se prometió que golpearía a Strange si borraba la sonrisa de su querida sobrina.

El había cuidado de Malena desde que sus padres le habían abandonado cuando tenía siete años, puesto que la pequeña nació con vitíligo, por casi toda su piel.

Y como la familia era de la alta sociedad les daba vergüenza que su hija fuera diferente a los hijos de sus amigos, por lo que sin pensarlo dos veces la dejaron en la puerta de la casa de wong y desaparecieron.

Wong no se molestó en buscarlos, si no que el cuido de ella como si fuera su propia hija y junto a ancestral  hicieron todo lo posible para darle una vida normal y tranquila, inclusive ella se volvió una hechicera de bajo rango, pero una hechicera después de todo y Malena no podía estar más que agradecida y feliz.

Ella se encargaba de ayudar a los nuevos individuos que llegaban hasta ellos por ayuda, y trataba de que no perdieran los ánimos  durante el duro entrenamiento.

Y así conoció a Stephen Strange. Gracias a ella, ancestral logro darle otra oportunidad al doctor y le ayudo a terminar su entrenamiento, llegando a concretar una amistad entre ambos.

Sin embargo, Malena comenzó a querer más que un amigo al doctor, mas no se molestó en decirlo, sabía que Strange tenía un tipo de mujer que le gustaba y ella no era como las demás.

Y no solo se refería a lo físico, si no que a lo mental también, sin embargo, ella se quería tal y como era, por lo que no dejo que aquel sentimiento no correspondido la deprimiera.

Al entrar a su hogar, al escuchar la voz de Strange, Malena sintió pánico y le lanzó las bolsas a su tío que apenas y las alcanzo, hizo un portal y lo empujo hacia el, cerrandolo de nuevo.

Cruzo sus dedos, esperando que aquel portal llevará a su tío a su habitación y no a Alaska como la vez pasada.

— Strange!— sonrió abiertamente al verle bajar las escaleras.

— Lena.— musito sin emoción alguna, camino de largo ignorando la emoción en los ojos de la castaña.

— ¡Adivina que pasó hoy!— sonrió siguiendo sus pasos, el hechicero no dejo de caminar, hizo un sonido de su garganta mostrando así que la escuchaba.

— No lo sé.

— Vamos! Adivina!— pidió tomando su brazo, Strange al ver que las manos que lo detenían soltó un suspiro.

—¿Adoptaste otro perro?— adivino al azar, ella río entre dientes.

— No! Ya tengo suficientes! Trata otra vez!

— No tengo tiempo para esto, Lena.

— Vamos! Anda adivina!

— No lo haré, estoy cansado.

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