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Carl Grimes.
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-- Nena- su voz sonó en las paredes de la casa abandonada, voltee a verle, encontrando su sonrisa burlona.-- Encontré preservativos.

Rode mis ojos y me aleje de el en dirección a las escaleras de la casa, con mi hacha en modo de defensa, en busca de alguno de esos monstruos.

-- Voy a guardarlos en mi mochila- comento a mis espaldas.

--No los usaremos.- negué dando una mirada de reojo.-- Son de un muerto.

-- Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.- canturreo y golpee su pecho con mi codo.

El tomo mi mano y me jalo hacia cuerpo, quedamos frente a frente, éramos de la misma altura por lo que el no batallo en besar mis labios cortamente.

-- Si tu padre llega a ver qué tienes esos, preguntara.

-- Ni cuenta se dara. - murmuro en mis labios.-- No hace nada más que pasarla con mi hermana y Michonne. Ser el encargado del grupo me tiene lindas ventajas.

Coloque mis brazos en su cuello y el coloco los suyos en mi cintura, acaricie su barba creciente.

-- Cuando nos veamos de nuevo te traeré la espuma de afeitar y la cuchilla que tiene mi padre. Odio tu barba.

-- Pensé que te gustaba.

-- me gusta como te ves, pero cuando me besas duele mucho.- rei y el sonrió.

-- Pero que barbaridad, no me gustaría lastimar a mi chica.

Bese sus labios cortamente y me separé de el dispuesta a terminar de explorar.

Llevábamos casi un año saliendo a escondidas de mi padre y del suyo.

Me sentía como Romeo y Julieta.

Mi padre era el encargado de la comunidad Ruby y llevábamos cuatro años en pie aún, hemos crecido con el paso del tiempo, antes recibiamos a mucha gente, hasta que dos hombres destruyeron todo a su paso, quemaron las casas, mataron a nuestros guardias y a mi madre.

Después de mucho tiempo de luto y vagando por los bosques, pudimos volver a iniciar con la gente que había sobrevivido.

Mi padre no volvió a aceptar ayuda o nuevas personas, no quería arriesgarse de nuevo a que le mataran a su familia, mi hermano estaba en preparación para ser el siguiente encargado dejándome a mi sin hacer nada más que explorar el territorio por el exterior en busca de comida.

En una de esas expediciones me encontré con Carl, el yacía golpeando un árbol con sus puños y me escucho llegar, al principio ambos estábamos a la defensiva siempre, y hablábamos con sarcasmo y desconfianza pero con el paso del tiempo, simplemente nos dejamos llevar.

Su padre fue a mi comunidad y fue amenazado al tan solo poner un pie en nuestro territorio, desde ahí según palabras de carl, Rick nos declaró como unos salvajes, y no nos dejaba de checar a cada rato esperando un ataque que nunca llegaría.

No lo culpo, mi padre era de la misma manera, el mundo nos había vuelto así.

-- Cuántos años crees que tengo?- pregunto el de la nada detrás de mí mientras revisaba un alajero.

Voltee a verle y analizar su rostro maduro, su altura, su porte, volví al clóset en busca de ropa y comenté.

-- Veinticinco.

-- Yo creo que tengo unos veintisiete.- chasqueo la lengua.-- Mira, para ti.

El tenía en sus manos un collar plateado con una piedra color verde esmeralda, se acercó a mí y me lo coloco con delicadeza.

one shots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora