Me encontraba tirada en el suelo de la sala de mi casa, viendo a la nada pura desde hacia tres horas enteras, estaba cansada de estar encerrada y me había cansado de estar solamente viendo mi celular o la computadora.
Esta cuarentena estaba acabando conmigo lentamente, me encontraba sola en casa gracias a que los aeropuertos se habían cerrado por el virus que nos obligó a resguardarnos.
Extrañaba a mi familia muchísimo, y ya les había llorado diciendoselos así que me quedé sin más que hacer.
Frote mi rostro sintiendo la ansiedad carcomerme y grite con fuerza.
— ¡Estoy aburrida!
Esperaba como siempre que el silencio respondiera, y cerré los ojos esperando dormirme de nuevo cuando una voz respondio.
— Yo también!
Me levanté de golpe viendo para todos lados ligeramente asustada, ¿de dónde haba venido eso? Quizá era Dios apiadandose de mi.
— ¿Eres tu Dios?
Escuché una carcajada que me hizo levantarme, y caminar en su dirección estaba en la ventana en el pequeño balcón, vi el otro edificio esperando escuchar a alguien.
— no, no lo soy.
Alce la vista al escuchar la voz, y note de dónde provenía del piso superior al mío, me cruce de brazos recargandose en el barandal del balcón viendo el concreto del balcón superior donde quizá el vecino estuviera parado.
— Una lástima.
Escuché su risa de nuevo.
—¿También se te cayó el Internet?
— No, me enfade de estar en el.— Me senté en un pequeño banquillo, nada pasaba si hablaba con mi vecino.— ¿Ya intentaste levantar tu internet?
Escuché su risa de nuevo.
— Es un muy mal chiste, no se ni por qué me rei.— Se río de nuevo y sonreí.
— Por que eso es lo que hacen los buenos vecinos.
— Nunca había oído tu voz, ¿sales muy seguido?
— ¿Antes de todo esto? Si. Amaba ir al cine siempre que podía.
— Yo desearía poder ir al cine tranquilo.— Soltó un suspiro melancólico y alce una ceja.
— ¿Por que no puedes ir tranquilo?
— Las fans siempre saben a dónde voy.
Ahora sí que estaba perdida ¿fans?
— ¿Fans? ¿Eres famoso o algo así?
— Lo soy.
— que es lo que haces?— la emoción de tener a un famoso sobre mi cabeza era genial.—¡Espera no me lo digas! Yo quiero adivinar.
— Solo deberías poner mi nombre en Google y saldrá.
— No tengo nada que hacer en estos momentos, así que esto será mi entretenimiento.
Escuché un silencio y luego el arrastre de algo por el concreto, al parecer jalaba una silla.
— Bien, tienes tres oportunidades.
— ¿Solo tres?
— Lo sabrás rápido.
Alce ambas cejas ante su egocentrismo, ¿que tan famoso debe de ser? En los dos años que llevaba en ese establecimiento de departamentos nunca había oído algo de un famoso viviendo ahí. Aunque quizá si hubieran hablado de ello, pero yo siempre me mantenía ajena a todo lo que me rodeaba, estaba ahí por estudios y trabajo nada más.