—¿Y va a venir tú novio?— pregunto por décima vez mi tía desde la mesa familiar, deje de revolver la sopa para sonreírle falsamente.
— No lo sé, solo le comenté, está muy ocupado con su trabajo.— mentí, le había dicho a Bruce que viniera a conocer a mi familia, el dijo que si, pero como últimamente lo ha hecho, me dejó plantada en la cena y dejándome en vergüenza frente a toda mí familia, inclusive mi abuelo había venido desde Canadá para conocerlo, y viendo su rostro en ese momento se que se arrepintió de haber venido.
Me sentí cada vez más mal.
Cuando termine de cenar me levanté de la mesa diciendo que debía ir a mi casa y dormir, ya que mañana trabajaría.
— Una lástima que no haya venido.— hablo una de mis primas, y asenti.
— ¿Como iba a venir? Le debes de dar vergüenza siquiera estar a tu lado en un lugar tan publico.— hablo si hermana y apreté mi mandíbula, mi abuelo las regaño y yo sali de ahí rápidamente.
Maneje hasta mi casa y en el camino escuché mi celular, era Bruce, suspire y lo lance al asiento trasero.
Al llegar a casa me tiré a la cama y lloré todo lo que me había aguantado, esa era la décima vez en la que me dejaba sola en un lugar público.
Quizá lo que mi prima dice es verdad, el nunca ha salido conmigo en público, probablemente sea por qué no soy tan bonita como sus otras novias, ni siquiera millonaria.
Solo era una simple secretaria, de poco dinero pero lo justo para vivir.
Cuando me dolió la cabeza por llorar tanto, me levanté, me desmaquille y me puse la pijama dispuesta a comer algo dulce.
Había empezado a cuidar mi manera de comer, por querer parecerme a las chicas modelo, pero me rendí, nunca sería como ellas, no quería ser como ellas.
Saque el bote de helado y una caja entera de galletas de chocolate, iba con eso en brazos hasta mi habitación cuando tocaron la puerta.
Rode mis ojos, al imaginar quién era, deje las cosas en la mesa y me acerque a la peineta con ira contenida.
Pero no era Bruce.
De un momento a otro, mi vista fue bloqueada por algo y tras sentir un pinchazo en mi brazo cai inconsiente.
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Tras abrir con dolor mis ojos, vi a un hombre de máscara escalofriante frente a mí, está solo cubría sus ojos y nariz dejando ver su boca.
— Ha despertado la princesa!— canturreo con voz chillona.
— Haz la llamada.— hablo otro a mis espaldas.
El de máscara de acercó a mí, trate de moverme pero estaba atada a una silla.
— que hago aquí? — pude formular y el sonrió, deja do ver sus asquerosos dientes amarillos.
— No es personal linda, no contigo si no con tu querido noviecito. Nos debe dinero.
— Yo no sé nada de eso.— negué temerosa y el río.
— Lo sabemos, pero solo eres el cebo para que el venga por ti y nosotros lo enfrentemos.
— El no vendrá.— hablé con amargura.
— ¿y dejara a su princesa, sola? Lo dudo.— hablo el otro empujandolo, este tenía un pasamontañas.
— El jefe se molestará, si la ve de esa manera.
— De que manera?
— Está limpia! Creerá que se entregó y así no querrá venir.
— estás diciendo que quieres que la golpeé?— pregunto confundido y el del pasamontañas asintió.