— ¿Tío Alfred?— mi voz hizo eco en la enorme mansión en cuanto entre, estaba muy oscuro causandome escalofríos.
— ¿Quién eres tú?
Volteó a verlo dando un sobresalto, y veo a un joven de pie tras de mí, no se veía nada feliz.
— Soy Amara. Vengo en busca de mi Tio Alfred.
— Alfred es tu tío?— asentí.— Quién te dejo entrar?
— El me dio una llave para emergencias.
— ¿Y cual es la emergencia?
— Solo lo hablaré con el.
— Pues no está, y soy el único que se encuentra aquí, así que soy todo oídos.
Aprete mis labios y me aferre a la enorme chaqueta que cubría mi cuerpo. El dio un paso hacia mí y retrocedí posando ambas manos sobre mi vientre.
El iba a hablar cuando vi la figura de mi tío, y me lancé a sus brazos.
— Amara!— exclamó sorprendido y me aferre a él.— Que sucede? Que paso?
Ignorando la mirada de aquel hombre, pose mis ojos en Alfred.
— Podemos hablar a solas.?
Mi tío me llevo a una habitación lejos de donde estaba aquel chico , y cuando la puerta se cerró me senté en la cama jugando con mis manos, está completamente avergonzada por lo que iba a pedir.
— Que sucede? Estás bien?
Tome aire, y apreté mis manos.
— Estoy muy apenada por lo que voy a pedir.— murmuré sin poder verlo a los ojos.
— No importa mi niña,¿es dinero? Puedo darte algo si necesitas...— se acercó a un mueble de su cuarto y me acerque a el rápidamente.
— no, no. — frote mi rostro, estaba a punto de llorar.— tío Alfred, cometí un enorme error.
Sus ojos me vieron preocupados, y tomo mis manos, pero lo solté para sacarme la chaqueta y mostrar lo que me avergonzaba.
Mi vientre de cinco meses salió a la luz, Alfred se quedó sin habla, veía mi estomago y contuve las ganas de cubrirme de nuevo.
— Dios mío, Amara.!— cerré mis ojos avergonzada pero pronto vi sus ojos llenos de lágrimas, no sabía si eran de felicidad o tristeza.
— Antes de que me regañes, quiero explicarte. Tengo cinco meses de embarazo y desde que me enteré estuve dispuesta a tener al bebé, trabaje mucho para poder conseguirme una casa digna sin que mis padres lo sepan, no podía decirselo, me matarían, o peor...me harían abortar. Pero me descubrieron y me corrieron de casa, trate de vivir con lo poco que tenía, pero se me acabó y...ya no se a donde ir, —me solté llorando frente a el.— estoy asustada, ya no se que hacer.
Pronto sus brazos me rodearon y me aferre a él.
— todo estará bien ahora que estás aquí.— musitó haciéndome llorar más.—ambos Vivirán conmigo, Hablaré con Bruce, el entenderá.
—Trabajare para pagarles a ambos, estaré eternamente agradecida contigo.
— No es necesario, mi niña, con que cuides bien de ese bebé me es suficiente. Y quiero que hagas algo por mi. —Asentí entre lágrimas.— Ese pequeño bebé, no es un error, es un Milagro y el que lo estés protegiendo es de admirar.
Asentí, y volví a abrazarlo, Alfred era un ángel caído del cielo.
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Caminaba entre los jardines de la mansión wayne, lentamente, me encargaba de regar las plantas que habían ahí.