— 911, ¿cuál es su emergencia?— La usual frase que decía todos los días desde que acepte el trabajo, esperaba algo normal ese día, como un choque o un golpe, inclusive una broma telefónica, en el pequeño pueblo no había nada más que eso.
Además, era lo usual en estos días de vacaciones de verano.
Me recargue en la silla bebiendo de mi café tranquilamente.
— Unos extraños entraron a mi casa.— la voz quebradiza de un niño me hizo bajar la taza de pronto.— Le hicieron daño a mami.
Un escalofrío recorrió mi espalda al oír los gritos al fondo de la llamada.
— Que está sucediendo, cariño?— trate de ser lo más dulce posible.
— Unos extraños entraron a mi casa, quebraron más ventanas y no se dónde está mamá. — susurró.
Una punzada me hizo sentarme al filo del asiento, debía actuar, nunca había sucedió algo como esto en el pueblo. Pero no podía agobiar al pequeño, su voz denotaba que era muy pequeño.
— Como te llamas, cielo?
— Ian.
— Bien, Ian, sabes la dirección de tu casa?
— Melrose 1234.— contesto y rápidamente me levanté de la silla sin colgar el teléfono, Magda mi compañera al verme corrió rápidamente por los policías, en segundos Rick Grimmes y Shane entraron al lugar alertas, sentí la mirada del primero en mi, pero no era momento de responderle esa mirada. Volví con el niño rápidamente.— Ian, no me cuelgues está bien? Mantente conmigo.
— Aja.
La voz llorosa del pequeño removió mi pecho, aleje un poco el teléfono para enfrentarlos.
— allanamiento de morada, en melrose 1234. hay un niño, vayan ahora!
Ambos asintieron rápidamente, yo volví a la llamada con mis manos temblando.
— ¿Ian?— El pequeño sollozo.— Ian, estás ahí?
— S-si.
— Me llamo Tiana, todo va a estar bien, la policía va en camino. Estás herido?
— No.
— en qué parte de la casa estás, Ian?
— En el cuarto de mamá.
— Bien, Ian. Puedes cerrar la puerta con seguro?
— Ya está cerrada, mami la cerró antes de que ellos vinieran por mi.
Cerré mis ojos sintiendo una desesperación enorme.
"Cálmate Tiana"
Tome aire.
— Quiero que te escondas bajo la cama, ¿está bien?
— Aja.— respondió, escuché pacientemente como se arrastraba y el cable del teléfono rozar con algo al igual que la bocina.
— cuántos años tienes Ian?
Debía distraerlo de alguna manera, mientras llegaban los refuerzos. Ian no podía alterarse mucho si no quería que lo atraparan.
— Seis.
Apreté mis labios con fuerza.
— Ya estás muy grande!— trate de que mi voz no se quebrara.— Cuando cumples años Ian?
— No se.— se quedó en silencio luego unos fuertes aporreos contra la que era la puerta de si habitación resonaron con fuerza sonresaltandome a mí y al niño.— Están aquí, Tiana!
