5) Sudor

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-¿Nos puede oír alguien?- preguntó el alumno.

-No, Harry- respondió el maestro, con los labios casi contra su pecho, y luego puso los ojos al nivel de los suyos para sonreírle maliciosamente. -Despacho insonorizado con magia. Puedes gritar todo lo fuerte que quieras.

-No dudes que lo haré- provocó Harry. Severus continuó desabrochando la camisa de su alumno hasta quitársela. Empezó a acariciarle el torso, pasando un dedo cualquiera por encima de sus pezones cada poco, como por casualidad, haciéndole suspirar. Dejó un rastro de besos húmedos desde su barbilla hasta su ombligo, repitiendo una y otra vez el gesto de arrastrar la cara interna de su labio inferior que al chico le encantaba.

Mientras tanto, Harry había terminado de desabotonar la levita de Severus. Se la quitó y, para su desencanto, descubrió una camisa blanca, desaliñada pero limpia, debajo.

-Joo, ¿más botones?

A Severus le pareció adorable ese puchero. Levantó la cabeza y le dijo:

-Tranquilo, que aquí tengo para rato- y, después de un fugaz beso en los labios, empezó a besar el pezón de Harry, suavemente para no hacerle daño.

-Se, Severus- murmuró mientras le acariciaba la cabeza.

El chico desabonotaba a Severus como si le fuera la vida en ello y pronto terminó con la molesta camisa y pudo observar su torso. Estaba más delgado y mucho más joven de lo que las muchas capas de tela (en su mayoría negra) le hacían aparentar. No tenía músculos muy marcados, pero su piel era suave y pálida, y los dos extremos de una tentadora "V" desaparecían bajo los pantalones.

Harry, ansioso, se recolocó poniendo su piernas rodeando la cintura del profesor y se lanzó a desabrochar el que esperaba fuera el último botón, el del pantalón. Unos centímetros más abajo, un provocador bulto hacía tensarse a la tela.

-Chu, chu, chu, para el carro, chico- dijo Severus. Harry se entristeció. ¿No le iba a dejar seguir después de todo? Pero después de un momento, vio las intenciones de Snape.

Con cuidado para no caerse de la mecedora, el profesor agarró a Harry por los muslos, se puso de pie, levantándolo como una pluma, y anduvo el corto camino hasta la cama. Le tumbó. Le arrancó los zapatos sin siquiera molestarse en desatar los cordones y le quitó los pantalones con un par de movimientos rápidos.

Una vez hubo sido dejado en boxers, Harry se incorporó, sentándose en la cama, y acabó de bajarle los pantalones a su maestro, que permanecía de pie. Le bajó también los calzoncillos que llevaba y liberó por fin su erección.

-Recuerda que si en cualquier momento quieres parar solo tienes que decirlo- advirtió Snape mientras acababa de sacarse la ropa y dejaba la varita mágica a los pies de la cama. Al chico le pareció muy bien que dijera eso, no todo el mundo está dispuesto a parar una vez empezado.

-Por supuesto- afirmó y, tan pronto como Severus estuvo libre de sus pantalones, agarró su miembro, que quedaba a la altura perfecta para su mano, y empezó a masturbarlo como normalmente se hacía a sí mismo mientras con la otra mano le acariciaba el costado. Por un lado tenía ganas de meterse el miembro de Severus en la boca, pero realmente no sabía cómo hacerlo de manera que resultara agradable para él, así que decidió omitir esa parte. Las caricias de la mano de Severus entre su pelo le erizaban la piel de la nuca. La respiración de este se iba acelerando.

Snape no cabía en sí de gozo. Aunque no tuviera experiencia (dato que solo le excitaba más), Harry era maravilloso. Le tocaba y besaba con tanta suavidad, cariño, pero a la vez con descaro... Pensó que quizás había estado deseando a aquel chiquillo desde su primer curso, aunque fuera su alumno. Pero decidió dejar a un lado los pensamientos sobre el hecho de que era su profesor para no correr el riesgo de volver a echarse atrás y decepcionar al chico. Parecía tener tantas ganas de acostarse con él...

Antes de Tiempo /SNARRY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora