17) Boca

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Cuando Harry despertó por la mañana tuvo que taparse la cara con las manos debido a la ingente cantidad de luz que entraba por las dos estrechas ventanas de la habitación de Snape. Abriendo los ojos lo mínimo posible para poder ver, miró al hombre aún dormido a su lado, que mantenía un débil abrazo alrededor de sus hombros y roncaba ligeramente.

Harry se levantó de la cama teniendo cuidado de no despertarlo y agarró el reloj de su mesita. Se lo acercó a los ojos para lograr ver las agujas –maldita miopía– y acabó de despertarse de golpe al ver la hora que era.

-¡Severus!- llamó mientras le zarandeaba el hombro. -¡Despierta, no llegamos a clase!

Snape se despertó sobresaltado y se incorporó con un gruñido, automáticamente llevándose un brazo a los ojos para protegerse de la luz. Sí que debía ser tarde para que entrase tanta luz... ¡Un momento!

Tuvo que quedarse quieto un par de segundos pensándolo, hasta que por fin se dio cuenta.

Con un suspiro, se dejó caer hacia atrás sobre la cama y se frotó la cara con ambas manos.

-¿Qué haces? ¿No me has oído?

-¡Hoy es sábado, pedazo de imbécil!- la voz de Snape sonó ronca por no haberse utilizado desde hacía horas y provocó que Harry se estremeciera, mudo. -Anda, vuelve a la cama- añadió Severus a la vez que extendía un brazo hacia él.

Harry volvió a tumbarse y se dejó abrazar mientras se restregaba los ojos y decía:

-Mierda, lo siento. No sé en qué día vivo.

Snape no contestó. Se limitó a quedarse mirando el techo mientras su mano trazaba círculos en el hombro de Harry.

-Me molesta la luz- susurró el chico. Severus chasqueó los dedos y la habitación quedó en la más absoluta oscuridad.

-Pero así no te veo- replicó. Snape volvió a repetir el gesto y la habitación quedó iluminada por una luz tenue. Los rayos del sol que entraban por las ventanas se filtraban por entre los hilos de unas cortinas hechas de magia y quedaban de un agradable tono anaranjado que teñía de color y calidez la habitación.

Harry casi se sonrojó ante lo romántico de la situación... Él y Severus, desnudos, en la cama, la mañana de un sábado, empezando el día juntos, con ese ambiente de caricias y sábanas flotando en el aire.

-Gracias- murmuró.

Severus no contestó, solo se dio la vuelta para quedar de lado hacia él y besarle la mejilla. Con ese movimiento se dio cuenta.

Tras dejar pasar unos segundos, acercó la boca al oído de Harry, que estaba tumbado boca arriba con los ojos cerrados, y dijo, con la voz ronca:

-Harry- el aludido se estremeció, eso había sonado muy cerca... y muy sexy.

-Hm hm.

-Estoy duro- dijo mientras golpeaba suavemente su gran erección contra la cadera de Harry.

El chico se giró hacia él y palpó con la mano. Los primero que tocó fue los testículos, así que los acarició un momento para después subir por el tronco hasta el glande.

-Estás aún más grande que ayer- dijo Harry, mordiéndose el labio y mirando fijamente la boca de Severus.

-Siempre he tenido erecciones mañaneras... digamos que potentes- comentó pícaramente, con la mirada fija en la boca de Harry, que se lamía distraídamente el labio superior, empezando a masturbarle muy lentamente por debajo de las sábanas.

Severus le tomó de la mejilla con delicadeza y comenzó a besarle, también lentamente. Era bonito ver cómo se complementaban dentro del beso, ninguno de los dos tenía el control pero ambos llevaban el mismo ritmo y se entendían entre ellos. Sus bocas se fundían como chocolate con leche.

Antes de Tiempo /SNARRY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora