70) Incomprensión

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Harry se preguntaba si su vida siempre había sido así, rodeado de adolescentes (como si él no lo fuera) que no se preocupaban por nada, solo Quidditch y fiesta. Parecía que él era el único que tenía cicatrices.

Sabía que estaba exagerando, sabía la situación de los padres de Neville, por ejemplo, pero aún así no le parecía que nadie se tomara en serio la guerra. No solo no les importaba la guerra, sino que todo lo que les importaba era, pensaba Harry en los momentos en que su opinión era peor, una sarta de tonterías: notas de clase, cotilleos y amoríos de medio colegio, ajedrez...

Por supuesto que esto no era todo el rato, y también él disfrutaba muchas de esas cosas, especialmente el Quidditch, pero a veces le daba la sensación de ser un señor de cincuenta años atrapado en un cuerpo de dieciséis.

En resumen: la conversación nunca lo satisfacía, y se sentía terriblemente incomprendido. Sobre todo con Ginny.

**Alerta: Hinny (aunque no recomiendo saltar porque pasan cosas XD, pero si odias mucho el ship no lo leas)**

La conversación con ella era la más vana de sus amigos, la más fácil y la que más aburría a Harry de todas. Siendo así, podría parecer que el hecho de que no hablaban mucho era una ventaja, pero tampoco. Ginny solía cogerle de la mano y llevárselo por los pasillos, por los jardines o por el campo de Quidditch, normalmente hasta un rincón apartado donde besarse. A Harry no le daba tiempo ni a pensar cuando ella lo dirigía y, aunque le gustaban los besos y la pelirroja no besaba mal, tampoco quería que fuera lo único que hacían cuando estaban juntos. Y no se refería a que quería más contacto físico, paso que aún no habían dado y sobre el que Harry intentaba evitar pensar, sino a hablar, simple y llanamente.

Una noche de mediados de abril Ron y Hermione se habían ido a hacer su ronda de prefectos y los habían dejado solos en un sofá de la sala común. Dean y Seamus, que, como Harry había predicho, estaban en modo baboso completamente, acurrucándose y besándose por las esquinas, aunque no habían caído aún en decirse cursilerías, ya se habían escabullido al dormitorio como cada noche. Neville estaba en una mesa delante de un enorme libro y parecía definitivamente triste, aunque Harry tuvo la sensación de que los miraba más a ellos que al libro.

Ginny estaba acurrucada contra él y le sonrió nada cohibida antes de sugerirle subir al dormitorio.

-¿Al mío?- preguntó él, con una nota de pánico en la voz.

-Mejor, mis compañeras nos molestarían.

Harry solo se dejó arrastrar por la escalera hasta su dormitorio, consciente de que lo estaba haciendo y odiándose un poco a sí mismo por ello. Debería estar entusiasmado por hacerlo con su pareja por primera vez, pero nada más lejos de la realidad.

Las cortinas de la cama de Dean estaban cerradísimas, y Harry esperaba que bien silenciadas, porque a saber lo que esos dos estarían haciendo allí dentro.

Ginny lo llevó hasta su propia cama y él por un momento se preguntó cómo diablos sabía cuál era, luego reparó en que la capa de invisibilidad estaba encima hecha un rebujo, y la arrojó encima del baúl, nervioso.

Cuando las cortinas fueron cerradas y silenciadas alrededor de ellos dos, Harry sintió que le faltaba el aire, y más cuando Ginny empezó a desvestirlo y le arrancó los pantalones de la manera exacta en que Snape lo había hecho aquella noche. Sintió que iba a volver a hacer algo que realmente no quería hacer, pero hizo todo lo posible por alejar ese pensamiento.

La chica sacó un frasquito y se bebió su contenido de un trago.

-¿Qué es eso?- no pudo evitar preguntar él. Ella lo miró como si hubiera visto un fantasma.

Antes de Tiempo /SNARRY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora