38) Whisky

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Al día siguiente, viernes, Severus se levantó de buen humor, satisfecho. Su trabajo de la noche anterior había ido de maravilla, mucho mejor de lo esperado, a decir verdad.

Justo después de la última clase del día, Dumbledore lo había llamado a su despacho añadiendo el encargo de llevar poción multijugos de sus reservas. Al leer Severus la nota ya había visto venir lo peor, y al llegar al despacho de Dumbledore sus sospechas fueron confirmadas.

No pudo evitar sentir cierto resentimiento hacia Albus. El tipo de resentimiento que se siente hacia un padre que te manda algo que no quieres hacer pero que sabes que tienes que llevar a cabo.

Así pues, partió para Londres antes de la hora de la cena, tomó la poción multijugos con el cabello arrebatado a Bellatrix Lestrange y se dirigió a Gringotts por el callejón Diagon.

No era la primera vez que tomaba multijugos, pero siempre era extraño. El peso del cuerpo y las proporciones cambiaban, básicamente te metías en el cuerpo de otra persona, con lo que tenías que acostumbrarte un poco para no parecer un pato mareado al andar. Severus rápidamente transfiguró sus túnicas en algo que pudiera llevar la señorita Lestrange, dándose cuenta enseguida de que, maldita sea, siempre llevaba tacones.

Sacrificó todo por la causa y se puso tacones. Tuvo que caminar tres o cuatro veces arriba y abajo de un callejón desierto para poder acostumbrarse e intentar imitar sus posturas. Si algo tenía Severus, era su gran capacidad de observación, por lo que era un imitador bastante bueno.

Así, convertido en una digna Bellatrix Lestrange, enfiló el extravagante callejón Diagon hacia el banco de los magos.

E, igual de digna y respetable, e igual de aparentemente loca, salió alrededor de media hora después, su mente celebrando por la jugada maestra, las plantas de sus pies algo resentidas por los zapatos de tacón a los que no estaba acostumbrado, en su bolsillo el peso de la Copa de Hufflepuff con un trozo del alma de Voldemort dentro.

Severus lo recordó con orgullo mientras se vestía para ir a clase esa mañana, cómo había entrado como Pedro por su casa y cómo había ordenado a los duendes, con su voz grave convertida en la chillona de ella, que la condujeran de inmediato a su cámara. Una vez allí, había hecho levitar la copa hasta su bolsillo sin tocarla en ningún momento para guardarse de un posible encantamiento de replicación.

Había tenido que hacer un leve control mental a los duendes para que no registraran que "Bellatrix" había estado allí ni lo que se había llevado, pero creía que no tendría mayores consecuencias.

Estaba tan contento que casi podría bailar, y eso era mucho decir, porque él era Severus Snape. Se acabó de vestir y se fue a desayunar teniendo que sosegar su alegría porque Severus Snape no se sienta a la mesa del desayuno con una sonrisa.

Se sirvió su café bien negro y tomó un sorbo, escuchando el saludo de Slughorn a su lado pero sin hacerle caso. Miró al café y alzó una ceja pensando que el que le había hecho Harry hacía dos días era mejor. Todavía no había tenido un pensamiento en condiciones para Potter aquella mañana, y se reprendió mentalmente por ello. No había tenido tiempo de avisarle de su ausencia la noche anterior y era posible que el chico le hubiera estado buscando. Su suposición se confirmó cuando vio a Harry entrar en el Gran Comedor, mirar hacia él y suspirar con alivio. Severus casi pudo oír el suspiró desde su sitio en al otra punta del comedor, con una ceja ligeramente levantada y dejando una sonrisa torcida mostrarse en sus labios. ¿Acaso Harry se había preocupado por él?

"Soy tonto" pensó al instante, llevándose la taza de líquido amargo a los labios. "Por supuesto que se ha preocupado por mí, con las noches que hemos pasado seguramente pensó que podía estar en peligro. En realidad, podría haberlo estado si no hubiera ido todo tan bien."

Antes de Tiempo /SNARRY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora