41) Partido

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La multitud estalló en gritos conforme los jugadores de ambos equipos salían al terreno de juego, escoba en mano, preparados para darlo todo. Harry, como capitán, iba el primero, ataviado con su uniforme rojo y dorado, sintiendo vibrar la saeta de fuego en su mano como un vehículo al ralentí.

Había llegado el gran día, aquel domingo diecinueve de enero. El partido de Quidditch Gryffindor contra Slytherin y, cómo no, el cumpleaños de Severus Snape. [N/A: repito, sé que según el canon el cumpleaños de Severus es el nueve de enero pero no me cuadraba, espero no moleste el cambio, realmente no tiene nada que ver con la historia]

El capitán de Gryffindor recordó el consejo de Luna y miró hacia arriba, más allá de las gradas, viendo un cielo blanco por esponjosas nubes de nieve. Seguramente volvería a nevar más tarde, pero esperaba que el tiempo les dejara jugar tranquilos.

Su mirada vagó distraídamente por las gradas, tan altas para poder ver bien el espectáculo que vistas desde el suelo las personas parecían puntitos a lo lejos. Le pareció distinguir el sombrero de cabeza de león de Luna entre una marea de bufandas rojas y doradas agitadas al viento, y se preguntó si Severus sería aquel puntito negro en la grada de los profesores. Entrecerró los ojos logrando distinguir lo que parecía una bufanda de Slytherin en el cuello del punto negro. Iba a ganar ese partido, se dijo. Tenía que ganar ese partido.

Sentía su cuerpo agitarse por la emoción mientras la capa de nieve que había ido cayendo durante el día anterior crujía bajo sus pies. El equipo de Gryffindor con sus respectivos uniformes y escobas caminaba detrás de él, esperaba que con determinación después de la magistral charla motivacional que les acababa de dar en el vestuario.

Ginny y Ron Weasley, Katie Bell, Jimmy Peaks, Ritchie Coote y Demelza Robins. Harry confiaba plenamente en todos ellos y, ¿por qué no?, también en sí mismo.

Hacía un momento, en el vestuario, los había mirado a todos a los ojos antes de salir al campo, y había visto cosas que le habían gustado. Todos parecían tener una complicidad especial, y se sintió profundamente orgulloso del equipo que él había contribuido a crear.

Se había detenido un momento más en los ojos azules de Ron, que llevaba sin contemplar lo que parecía mucho tiempo teniendo en cuenta que llevaban seis años siendo uña y carne y que su relación no había sido la mejor en las últimas dos semanas. Pero vio en su mirada la lealtad de antaño y no pudo más que sonreír. Antes de levantarse de la cama aquella mañana, había reflexionado sobre lo que haría en el día y se había prometido a sí mismo que, además de ganar ese partido y darle a Severus uno de los mejores cumpleaños de su vida, iba a hacer las paces con sus amigos.

Después había mirado finalmente a Ginny y, en el más breve instante en el que sus miradas se cruzaron, podido sentir que la de los ojos marrones de ella era puro fuego. Quería ganar ese partido tanto como él.

No era el primer encuentro de la temporada (a mitad de noviembre habían ganado con suficiente holgura a Hufflepuff, que no pasaba por su mejor momento desde que hacía dos años habían perdido a Cedric Diggory), pero sí tenía pinta de ser uno de los más exigentes: Slytherin había reventado a Ravenclaw en su primer partido.

Y había una razón para la repentina fuerza de Slytherin aquel año: Dennis Urquhart, capitán del equipo. Cursaba séptimo año, aunque era su primer curso en Hogwarts porque se había trasladado desde Durmstrang sin que nadie supiera por qué. Jugaba en posición de golpeador, era alto y ancho de espalda. Tenía el pelo de color castaño claro y los ojos marrones, y por lo que Harry había visto era una auténtica bestia.

El nórdico estrechó la mano de Harry con firmeza pero sin apretar, y ambos se dieron un cordial asentimiento de cabeza. No habían hablado nunca, y Potter dudó si ese era el mejor momento para hacerlo. Finalmente, se presentó, aunque estaba seguro de que conocía de sobra su nombre, y el Slytherin también pronunció el suyo en tono amable, mirando a Harry desde arriba, pues era bastante más alto que él. El Gryffindor retiró su mano ignorando la sensación extraña que había tenido al tocar su mano, como un leve mareo, siendo consciente de que todo el estadio lo estaba mirando y agradeciendo que por una vez no fuera por ser Harry Potter El Niño Que Vivió.

Antes de Tiempo /SNARRY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora