15) Placer

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-Oh, Dios, Harry- balbuceó Severus una vez estuvo completamente dentro de él. Era delicioso.

-¿Se siente bien estar dentro de mí?- preguntó el muchacho. Esta vez estaba tan bien preparado que casi no le había dolido.

-Se siente como estar en el puto cielo, te lo puedo asegurar...- dijo entrecortadamente Snape, que parecía completamente ido: la mirada se le dirigía constantemente hacia arriba sin quererlo, la boca la tenía abierta como un pez y parpadeaba lentamente, como delirando. Había dejado caer todo el peso de su cuerpo sobre la pared que lo mantenía incorporado. Potter contrajo una serie de músculos que apretaron aún más a Snape en su interior, provocando que el profesor cerrara los ojos. -Mgh... E, eres tan estrecho, Harry... ¿Alguna vez te lo había dicho?- dijo lenta y deliciosamente.

-No- contestó Harry. Había algo misteriosamente placentero en ver a Severus de esa manera. Cada gesto y cada sonido que lograba arrancarle al profesor, por poco que fuera, era música para sus oídos. Si solo pudiera hacerle gemir... Eso era algo que nunca había salido de su boca.

Harry se reprochó mentalmente por haber pensado eso, una cosa era que él no hubiera tenido el placer de escucharlo, y otra que nadie lo hubiera hecho. Inevitablemente, ese pensamiento le llevó a dos cosas: una, la pregunta de ¿alguna vez el profesor habría gemido por alguien?; y dos, el firme propósito de hacer que un gemido obsceno y desesperado saliera de los labios de Severus Snape.

-Pues que lo sepas. Eres jodidamente delicioso- dijo devolviéndole a la realidad y mirándole a los ojos, que quedaban algo más altos que los suyos por la posición.

Harry le sonrió mientras se acostumbraba a la sensación de tenerlo dentro de él y le peinó con los dedos, echándole el pelo hacia atrás y ligeramente a un lado. Acunó la cara de Severus con una mano, deslizándola por un lado de la frente hasta llegar a la mejilla.

El profesor pareció acordarse entonces de que tenía brazos y envolvió la cintura de Harry con ellos, acariciando su espalda. También hizo con la cabeza un movimiento de vaivén como para acariciar su mejilla con la mano del chico en un gesto bastante tierno, de manera que ambos notaron perfectamente la textura espinosa de su piel.

-Recuérdame que mañana me tengo que afeitar- susurró el hombre, su voz densa y vibrante. Harry solo asintió, e inició un lento vaivén de cadera hacia alante y atrás, las pelvis de ambos aún pegadas.

Un sonido nasal, un gruñido, se escapó como si fuera líquido entre los labios cerrados de Snape y goteó por su barbilla. El adulto se humedeció los labios con la lengua, y no se le escapó la mirada que su amante le dedicó a su boca. Inspiró profundamente, por la boca, y justo entonces Harry levantó un poco la cadera, haciéndolo salir hasta la mitad, y se dejó caer de nuevo.

Ese simple movimiento provocó que Snape dejara salir, en forma de suspiro entrecortado, todo el aire que tenía en sus pulmones. Ese simple movimiento hizo que Snape perdiera la cordura.

Miró la cara de Harry casi con curiosidad, como si fuera la primera vez que la veía, y no pudo evitar pensar que era un ángel. Su frente estaba perlada de sudor y los cabellos negros caían aún más desordenados que de costumbre sobre ella. La cicatriz relampagueaba semioculta entre dos mechones de pelo. Y sus ojos. Sus ojos eran preciosos.

Su nariz era perfectamente estándar, quizás un poco respingona. Sus carnosos labios, que podía percibir estaban rosados y húmedos, se curvaban en una sonrisa hermosa, con dientes y todo. Nunca había visto a nadie sonreír de esa manera, tan natural, tan fácil.

Era muy guapo.

Un leve rubor, rojizo, cálido, teñía sus mejillas, usualmente pálidas, y su piel parecía más suave que la más cara de las sedas. Dirigió la mirada al resto del cuerpo de Harry para luego regresar rápidamente a su rostro angelical.

Antes de Tiempo /SNARRY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora