62) Padre

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El sábado fue pasando sin pena ni gloria. Bueno, sí, con pena, pero Harry la escondía. No quería llorar más, de todas formas no estaba seguro de que le quedaran lágrimas.

Se sentía confuso, se sentía como un muñeco de mirada vacía que Ron y Hermione llevaban de acá para allá. La perspectiva de vivir así se le presentaba aburrida y dolorosa, sin sentido. No sabía qué esperaba, no se acordaba de cómo era su vida antes de Severus.

Sus amigos intentaban distraerlo pero casi lo molestaban, y además se sentía culpable por no apreciarlos. La cosa era que tampoco quería estar solo. No, solo de pensarlo un escalofrío le recorría la espalda y aquel viejo frío lo inundaba, no solo el frío, sino unos dedos que lo agarraban de la cadera, el lento gotear de la sangre en su cabeza y ese dolor punzante en sus entrañas...

-Harry, te estoy hablando.

Parpadeó y tragó saliva, removiéndose en la silla dura de la biblioteca y notando aquella molestia en su parte baja. Hermione, frente a él y delante de un libro de páginas no ya amarillas sino marrones, lo miraba con preocupación mientras el viejo reloj de cuco daba las once menos cuarto de la noche.

-¿Qué?

-Que esta noche Ron y yo tenemos que hacer la ronda de prefectos. Quedan quince minutos, así que deberíamos ir yendo. ¿Te acompañamos hasta la torre de Gryffindor?

-Oh, no. No hace falta.

-¿Seguro?- preguntó Ron mirándolo de reojo.

-Sí, además me vendrá bien estar solo un rato- mintió Harry. No quería estar solo pero no quería que ellos se molestaran, además de que los prefectos tenían que fichar en la oficina de Filch, que estaba en dirección opuesta a la torre de Gryffindor.

"Además" pensó, no sin un estremecimiento "no podré estar rodeado de gente para siempre, tendré que afrontarlo".

Así, sus amigos se fueron rumbo a la oficina de Filch y él salió de la biblioteca con el único objetivo de llegar a su cuarto y drogarse con una buena dosis de Sueño Sin Sueños para no pensar en nada más hasta el día siguiente. Le parecía que era lo único que le daría cierto alivio en aquella confusión en la que estaba sumido. Quería estar solo pero a la vez le daba miedo y estaba seguro de que, si no tomarse la poción fuera una opción, sus sueños estarían tan plagados de pesadillas que se despertaría más cansado y aterrorizado que en el momento de acostarse.

Se deslizó por los corredores rápidamente. De cada sombra, de cada esquina, le parecía que salían fantasmas borrachos y manos que lo agarraban, cada ruido que oía era algo rompiéndose, a cada paso extraño y vacilante notaba el dolor dentro de él y volvía a sentirlo todo, y eso se sumaba al miedo real a encontrárselo, a cruzarse con él... No creía poder soportar el dolor de mirarlo a los ojos de nuevo.

Tenía frío.

Estaba llegando a una esquina cuando oyó pasos y el sonido de una capa que se acercaba por el otro pasillo. Se detuvo su mundo, cogió aire y se quedó paralizado.

Para cuando se le ocurrió coger la capa de invisibilidad ya era demasiado tarde, los pasos estaban cada vez más cerca, a punto de doblar la esquina, y no había nadie más en el corredor. No podía esconderse, estaba al descubierto, totalmente indefenso... de nuevo. Y sin embargo no pudo apartar los ojos de la pared detrás de la cual saldría en cualquier momento...

Entonces lo vio.

Era Remus.

Casi inconscientemente se echó a sus brazos, temblando. Se sintió tan bien cuando su barba descuidada le raspó la mejilla, cuando su olor a chocolate le inundó las fosas nasales... Se sintió como estar en casa. Y, mierda, se dio cuenta de lo mucho que lo echaba de menos.

Antes de Tiempo /SNARRY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora