Antes de Tiempo /SNARRY/

37) Escoba

Al día siguiente, jueves, Harry bajó al comedor para desayunar de bastante buen humor, que se incrementó al ver a Severus en la mesa de los profesores, a simple vista se veía que estaba bastante descansado, y Harry sonrió al imaginarse la larga noche se sueño que su amado habría disfrutado.

La única pega de Harry para ese día era que no tenía clase de defensa contra las artes oscuras, así que no podría dedicarse a la habitual y agradable actividad de observar detenidamente cómo daba la clase. Además a Harry le picaba la curiosidad acerca de la Oclumancia y Legeremancia. El día anterior se había sentido bastante cómodo en esa materia, y quizá sus habilidades resultarían ser decentes. Estaba deseando tener otra clase sobre aquello.

Desayunó con Neville, Luna y Hermione, porque el resto de la pandilla eran dormilones (lo que Harry agradeció por primera vez en su vida), y fue quizá su mejor desayuno del mes. No sabía si la historia de su pelea con Ron y Hermione habría llegado hasta Neville y Luna pero, si había sido así, no daban muestras de ello. Por otra parte, Hermione se portaba muy bien con él, no era igual que antes de la pelea pero su actitud hacia él tenía un toque de disculpa que hacía calentarse al corazón de Harry.

Se acordó del recuerdo que había visto el día anterior en la mente de su amiga cuando la lanzó por los aires, en el que ella le decía a Ron que le echaba de menos, y sonrió, sintiendo la reconciliación aproximarse.

Las clases pasaron bastante rápido para regocijo de Harry, y se fue a la cena con una sonrisa. ¿Sus planes? Quizá provocar un poco a Severus desde lejos, seguirle hasta su despacho y abalanzarse sobre él con el objetivo de darle uso al lubricante preparado dos noches atrás.

Se relamió solo de pensarlo mientras cruzaba el hall y entraba por la enorme puerta del Gran Comedor, pero la sonrisa de su cara se debilitó cuando vio el sitio de Severus vacío en la mesa de profesores. El hombre no solía tardar a la hora de las comidas.

No le dio mucha importancia y se dirigió a la mesa de Ravenclaw, donde Luna cenaba mirando al techo. En la de Gryffindor, que habría sido el lugar natural de Harry, estaba el resto de la panda riéndose escandalosamente. Tenían pinta de estar pasándoselo en grande, Harry pensó que seguramente riéndose de alguien, y Potter no tenía ningún interés en interrumpirlos, mucho menos en unirse a ellos.

-Hola, Harry- dijo Luna con su voz suave y calmada despegando su vista del techo.

-Buenas, Luna. ¿Qué tal?- le dijo Harry al sentarse delante de ella y empezar a servirse comida. -¿Algo digno de mención allí arriba?

-Bueno, hoy está bastante nublado, pero no en plan tormenta, sino con nubes plateadas por la luz de la luna- dijo volviendo a mirar hacia arriba, y Potter se sintió mecido por su voz suave. Sonrió.

-Eres única, hasta del tiempo haces un tema de conversación interesante.

-Oh, ya lo creo que lo es- expresó ella con ilusión de que alguien compartiera su opinión. -Siempre es distinto, aunque la gente no se fije en ello. Algunos se conformarán con decir que está nublado, pero yo sé que hay miles de "nublados" diferentes.

-Es cierto- dijo él mirando también al cielo nocturno reflejado en el techo del Gran Comedor. -Creo que no miramos hacia arriba lo suficiente, siempre empeñados en mirar hacia abajo, a nuestros pies, a nuestros problemas. Alguna vez deberíamos levantar la vista y mirar el cielo, ¿no crees?

Luna solo asintió, sonriendo, y luego añadió, en voz aún más baja y soñadora:

-Hace que los problemas parezcan una tontería.

Tener de amiga a Luna era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo, pensó Harry.

Acabó de cenar y, antes de irse, volvió a mirar hacia la mesa de los profesores, pero Severus no había aparecido. Decidió ir a su despacho, pues quizás había querido tomar su cena allí y no en el comedor. No se veían en condiciones, a solas y en privado, desde el día anterior temprano, y Harry tenía cierto encaprichamiento de él, y ciertas ganas de sus labios y de su piel.