29) Capa

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Harry salió de allí abrazado a Severus, envuelto en la gruesa capa del mayor.

-¿Estás bien?- le preguntó el profesor con voz cansada tras comprobar que no había nadie en el pasillo. Harry levantó la cabeza y negó, dejando que las lágrimas escurrieran por sus mejillas mientras se mordía los labios.

-No creas que no lo sé- dijo débilmente, con su voz afónica rota por el llanto que tiritaba a la vez que lo hacía el resto de su cuerpo. -Casi me mata.

Decirlo en voz alta fue horrible, fue aceptarlo como la verdad, fue rendirse.

-Casi muero- repitió, hipando. -Casi me muero, Verus- susurró por tercera vez, asimilándolo. Hizo una pausa larga, obligándose a respirar, y Snape lo miró.

La luz de la luna entraba por los amplios ventanales del corredor del último piso e incidía directamente en el rostro conmocionado de Harry, confiriéndole un aire espectral. En la penumbra, Snape no podía apreciar el verde de sus ojos, solo las lágrimas. Sus labios no tenían color, y todo su cuerpo volvía a empezar a temblar.

-Tengo miedo- dijo el chico, olvidándose de su afonía por un momento e intentando hablar más alto de lo que le era posible, por lo que la primera sílaba sonó como un graznido.

"Yo también" pensó Severus. Y qué gran verdad era aquella. Siempre había tenido miedo, pero había aprendido a esconderlo muy bien, tan bien, que llegó a un punto en el que no solo lo ocultaba de los demás, sino también de sí mismo. Cuando se convierte en tu pan de cada día, cuando estás en guerra, te acabas acostumbrando.

Pero esa noche no. Esa noche lo había sentido, lo había vuelto a sentir. El miedo. Fresco, paralizador como el del primer día, cuando a sus tiernos diecisiete años se hizo grabar a fuego el símbolo de un psicópata en el brazo.

Diecisiete años que el chico que tenía delante ni siquiera había cumplido. ¿Y todo el peso de una guerra estaba sobre sus hombros? Tristemente, sí. Eso era lo que esperaba la gente de él, de El Elegido. Pero él en realidad sólo era un chico miope, bajito, cuya única habilidad especial era jugar decentemente al Quidditch, con una cicatriz en la frente, la vida llena de sufrimiento y las noches llenas de pesadillas.

Severus pasó el dorso de la mano por la mejilla de Harry. Era extrañamente suave y estaba húmeda de lágrimas.

-Nadie te va a hacer daño. No si estoy yo aquí para impedirlo -las palabras salieron solas, sin que Severus las hubiera pensado lo suficiente.

Harry iba a decir algo pero tomó aire y comenzó a toser. Dolía mucho, muchísimo. A su aparato respiratorio no le había sentado nada bien estar tanto tiempo sin respirar, y cada vez que tosía notaba cómo le arrancaban las entrañas. Y el frío, el frío era horrendo. Tenía la sensación de que nunca volvería a sentir calor.

Cuando terminó su ataque de tos, se quedó en silencio, con la frente apoyada contra el hombro de Severus. Después de unos segundos, Snape le agarró por la cintura y tiró de él hacia un lado para que anduviera.

-Vamos, será mejor que te dé poción para la tos cuanto antes.

-Chocolate- recordó Harry, empezando a caminar mientras tiraba de la capa que Severus le había prestado para que le cubriera más.

Snape refunfuñó algo que él no entendió, caminando rápido, y Harry le siguió. Nunca había llevado capa, era algo engorroso, y desde luego no tenía ni idea de cómo hacía Severus para que ondeara detrás de él con tanto estilo. Intentó seguir el acelerado paso que el profesor le imponía, pero al minuto tuvo que detenerse y toser.

Snape se acercó a él con su varita en la mano y murmuró un hechizo alrededor de ambos, que a Harry le sonó similar a "Muffliato". Ese hechizo... tenía algo de especial, algo importante... pero Potter no recordaba el qué. No ahora, que parecía que iba a expulsar los pulmones por la boca.

Antes de Tiempo /SNARRY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora