27) Asfixia

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Aún era noche cerrada cuando Severus despertó sobresaltado. Algo le había golpeado el hombro. Se dio la vuelta en la cama, alterado, y vio a Harry sentado en ella, una expresión de terror absoluto en su cara y una de sus manos agarrándose el cuello.

-¿¡Harry!? ¿Qué pasa?- pronunció el hombre, medio dormido.

Potter seguía dándole golpes a su hombro, totalmente histérico, mientras que con la otra mano se palmeaba a sí mismo el pecho en la zona del esternón, abriendo y cerrando la boca como un pez fuera del agua.

Snape lo miró horrorizado. No entendía lo que estaba pasando.

-¿Qué te pasa?- preguntó, quitándole la mano del pecho para examinarlo. No había nada fuera de lo común en su piel.

Harry hizo un gesto desde su pecho subiendo hasta su boca, y Snape por fin lo entendió. Se acercó más a él, rodeándole con los brazos, y le apartó el pelo de la cara, apartando la mano de inmediato pues la cicatriz estaba ardiendo.

-No puedes respirar- dijo, el miedo escrito en sus ojos, y el chico hizo un gesto para hacerle entender que estaba en lo cierto.

La mente de Snape se quedó en blanco por un momento. Lo siguiente que pensó fue: pociones. Sin embargo, enseguida desechó esa idea porque Harry no podía tragar estando así, y no quería correr el riesgo de ahogarle. No era experto en medimagia. Rápidamente decidió que él solo no podía hacer nada.

Estuvo a punto de coger a Harry en brazos y salir corriendo por la puerta, pero justo se dio cuenta de que ambos estaban desnudos. Con la mayor rapidez que podía, se levantó de la cama, agarró su varita y se vistió con magia, haciendo lo propio con Harry.

Acto seguido, agarró al chico, lo levantó en brazos y salió de la habitación y del despacho. Sin dejar de mirar la carita atormentada de Harry, pálida a la luz de la luna, empezó a correr lo más rápido que podía por los corredores.

Cuando llevaba solo un cuarto del camino, las manos de Harry dejaron de apretar sus ropas y su expresión se relajó al echar la cabeza atrás en un ángulo extraño y caer inconsciente.

-Mierda, mierda, mierda- murmuró Severus, pensando "Esto no puede estar pasando".

Echó a correr más rápido, apretando el cuerpo inconsciente de Harry más fuerte contra el suyo. Observaba con reproche hacia sí mismo cómo la cabeza del muchacho se balanceaba arriba y abajo con el movimiento de la carrera, sus labios entreabiertos y expresión relajada. Tuvo que apartar la mirada ante el pensamiento de que parecía que estaba muerto, porque era verdad, dolorosamente. Lo parecía.

Llegó a la gárgola de entrada al despacho de Dumbledore y le gritó la contraseña. Saltó los escalones de la escalera móvil de dos en dos hasta irrumpir en el despacho.

-¡Albus!- bramó, sorprendiéndose incluso al escuchar en su propia voz el inconfundible timbre del llanto. No se había dado cuenta de los lagrimones que corrían por sus mejillas.

Sin esperar a que el director apareciera, despejó su escritorio de un rabioso manotazo, enviándolo todo al suelo y rompiendo varias cosas. Le daba igual. Todo le daba igual, salvo el cuerpo aparentemente sin vida que había colocado con cuidado encima de la mesa, su cara blanca como la cera, ni rastro del saludable color que tenía cuando se habían echado a dormir, desnudos y abrazados. Pero aquello parecía muy lejano.

-¿¡Severus!?- habló el director de Hogwarts, confundido, entrando por una puerta lateral enfundado en un pijama de estampado de estrellas y un gorrito de dormir a juego. Severus hubiera aprovechado cualquier otra ocasión para reírse de él, pero en ese momento ni lo notó.

Antes de Tiempo /SNARRY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora