20) Apuros

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-Me tengo que ir- dijo Severus antes de salir por la puerta de la habitación a toda prisa, visiblemente rabioso y preocupado. La Marca Tenebrosa quemaba en su antebrazo izquierdo, activada por la llamada de su creador.

Harry, recuperándose del susto, se levantó de la cama y lo siguió lo más rápido que pudo.

-Potter, me tengo que ir- repitió Snape yendo y viniendo por su despacho, cogiendo su varita y guardándosela en el bolsillo del pantalón.

Ese gesto hizo que Harry, intentando ignorar el hecho de que le había llamado por su apellido, se fijara en su entrepierna y viera que no había ningún bulto a la vista. No quedaba ni rastro de la gran erección que tenía Severus hacía un momento. Era increíble y ciertamente triste cómo el evidente trauma que Severus tenía actuaba sobre él. A Harry le resultaba difícil de creer que a un hombre tan curtido y experimentado como Severus le pudiera afectar tanto ese tema.

Después de trajinar por su despacho durante un minuto con los ojos de Harry posados en él, se detuvo para ponerse la capa y se giró hacia el muchacho, que estaba apoyado contra el marco de la puerta que llevaba a las habitaciones.

-Vete a dormir, Potter- le dijo, su mirada fría y evitando sus ojos. -A tu dormitorio.

-No- tragó saliva. -Me quedaré aquí esperándote. Estaré cuando vuelvas- dijo, en lo que esperaba fuera un tono convincente. Snape pareció inspeccionarle por un momento en el que barrió su cuerpo con la mirada, pero después se acordó de que tenía prisa.

-Bueno, haz lo que quieras- solventó la conversación mientras prácticamente corriendo salía por la puerta, cerrándola tras de sí con fuerza.

Una vez se vio solo, Harry resopló. No le había dado tiempo a decir "Ten cuidado" o "Suerte", mucho menos a un último beso de despedida.

Snape parecía fuera de sí, ni siquiera se enfadó con él por querer quedarse (aunque Harry sabía que a él no le parecía bien), ni siquiera había levantado una ceja ni le había mirado mal. No, solo se quedó con esa cara de profunda indiferencia y ese "Haz lo que quieras".

Harry, intentando ser comprensivo con la situación y perdonarle mentalmente por cómo le había tratado, se dirigió con paso perezoso a la habitación. Al ver el montón de cristales rotos y el lubricante escurriendo por la pared, el chico revivió mentalmente ese momento.

Había sido verdaderamente extraño. Una mezcla de sentimientos que nunca recordaba haber tenido. En ese momento, al ver la profunda ira en los ojos de Severus, él realmente pensó que ese hombre sería capaz de hacer cualquier cosa, de hacerle cualquier cosa. Y, tenía que admitirlo, tuvo miedo.

Unos segundos después, cuando sus ojos conectaron, el miedo había pasado y ahora se sentía culpable por ello. ¿Cómo podía pensar así de Severus?

Apuntó con la varita hacia el desastre y reparó la botellita. Durante un buen rato intentó devolver el lubricante desparramado por la pared a su recipiente, pero finalmente desistió y se contentó con desvanecerlo.

Se sentó en la cama, mentalmente cansado. Su erección seguía allí, pero no tenía ganas ni de masturbarse. Se consoló pensando que Severus volvería ileso y pronto, se disculparía por su comportamiento y harían el amor antes de ir a dormir.

Volvió al despacho y cogió su mochila, sacando el primer libro que pilló, que resultó ser el de pociones. Recogió su capa de invisibilidad que seguía tirada en el suelo y la metió en la mochila sin ningún cuidado, también tomó su túnica y la dejó en algún lugar por allí cerca, sentándose en una de las mesas de trabajo y disponiéndose a hacer su tarea de pociones.

Antes de Tiempo /SNARRY/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora