Legalmente suya

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Cuando me despierto, ya amanecido por lo que debe de ser alrededor de las 7 o tal vez ocho no se bien. No tengo ni idea de cuánto tiempo he dormido. Estiro las piernas dejaba del edredón y efectivamente me siento dolorida, muy dolorida. No veo a Christopher por ningún sitio. Me siento en la cama y contemplo la vista que tengo de la ciudad de nueva york.

Echo el edredón a un lado y rápidamente me cambio. Sin hacer ruido bajo las escalaras. Ahí en el comedor esta ese hombre que anoche me mato de placer.

No logro discernir cuál es su estado de ánimo. Parece algo distante y amargado, pero es difícil asegurarlo porque su rostro en inexpresivo. Quizás se ha por al casación físico o algo le preocupa y no me quiere decir.

– Buenos días, señorita Cooper. – me saluda Albert quien enseguida coloca mi desayuno sobre la mesa.

Asiento dándole las gracias. Al sentarme hago una ligera mueca de dolor.

¿estás muy dolorida? – me pregunta secamente Christopher.

– Sí, me has matado de placer, y me has cogido muy duro.

Levemente sonríe.

– Esa era la intensión, pero no sabes las ganas que tenía, y las ganas que te sigo teniendo, Rora.

Lo miro estupefacta por esas palabras que acaba decirme en su forma fría y seca, el corazón me late fuerte. Sofoco un gemido.

– Desayuna, Cooper. – me ordena

De pronto se me quita el hambre... <<más, más sexo... si, por favor>>; pienso.

por cierto, esto está buenísimo. –digo sonriendo para romper la tensión que siento en el aire. Pincho un trocito de tortilla, pero apenas puedo tragar.

<< Esa era la intensión, pero no sabes las ganas que tenía, y las ganas que te sigo teniendo, Rora. Quiero cogerte toda, cogerte duro, hacerte mía una y otra vez>> ¿así será esta relación? ¿Si, así es mi obsesión?

¿has dormido bien? – pregunto secamente Christopher.

No sé porque de pronto le interesa saber eso, a decir verdad no comprendo sus cambios de ánimos.

– Sí. – Me sonríe con seriedad.

Fije mirada en mi desayuno

– Aquí está el contrato.

– si, está bien. – digo seca.

Me encojo de hombros e intento desesparadamente no parecer frustrada por la manera en que Christopher me está mirando en estos momentos, realmente creo no podre acostumbrarme a sus estados de ánimos.

– Debes firmarlo y entonces serás legalmente mía. – me dice.

– ¿legalmente tuya? – Inclino la cabeza con confusión. – no crees que estas siendo un poco posesivo conmigo. – digo en tono algo burlón.

Arrugo los labios << ¿legalmente mía?>>

– Sí. – susurra por lo bajo. – mía por siempre. – vuelve a susurra por lo bajo para que yo no lo escuche, pero lo escuche.

No le respondo sigo comiendo mi desayuno intentado ocultar mi sonrisa, porque eso me hace desearlo y me hace sentir querida. Es difícil no volverse loca por él, especialmente cuando es tan elocuente a su forma fría y te dice esas cosas, lo cual es no muy frecuente al parecer o no sé.

Termina mi desayuno, Chris termino unos minutos antes que yo. Antes de que pueda irse me dice.

– Debo irme, pero cuando vuelva espero que hayas firmado ese contrato.

– Y que si no lo hago. – contradigo.

– ¿tú crees? – me pregunta.

– Entiendo, estará firmado. – digo con un hilo de voz. – ¿y que supone que haga aquí, amo? – pregunto divertida.

Lo que quieras, no sé. Pero no debes salir de aquí sin mi permiso. Me perteneces ahora.

– Te recuerdo que aún no he firmado nada y no soy legalmente tuya. Eso puedo cambiar.

Su rostro se crispa. Se tensa en el lugar creo que no quería oír eso.

— Sí, pero aun así eres mía. – me dice posesivamente y fríamente. Aunque creo que se lo está confirmando para el mismo. – ¿Pero lo serás verdad? – me pregunta.

— ¿Siempre eres tan posesivo? – pregunto.

— Nunca fui tan posesivo, no desde que te conocí.

— Sé que no te gusta las preguntas, pero tengo que saber algo. –frunce el ceño. – ¿esto es parte del contrato o que fue lo de anoche? 

— Un adelanto. – me responde secamente.

— ¿y entonces lo firmaras y serás mía? – recalca con algo de miedo por lo que puede percibir en su voz. 

— Eso depende. – Christopher se acerca mí con una mirada asesina y aprieta mi cuello. Lo miro fijamente.

— Creo que no necesito recordarte, que soy un asesino ¿no?

— No. – digo.

Lo observo y ahora sigue igual de críptico que siempre.

— Descuida, cuando vuelvas estará aquí y ese contrato estará firmado. – afirmo.

– Bien. – dice secamente.

Finalmente sale del penhouse.

Juego de asesinos: Quiero ser tu nueva obsesión © + 18| Libro 1 |✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora