CAPITULO 11

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—Leiva, suelte a la señorita Madrigal.
—Claro —dije y a vente a Carolina, para después tomar asiento frente al director.
—¿Me puede explicar el motivo de su comportamiento?.
—Si claro, a la oxigenada está le encanta estar molestando a los demás porque se siente superior a todos, pero la razón por la que la agarre del cabello, bueno pues yo se que perdi a mi familia pero esta escuincla no tiene porque estarmelo recordando, además me dio una bofetada mire como dejo su mano marcada en mi mejilla.
—¿Qué? te ofendiste porque te dije huérfana. —dije y me empece a reír.
—Si no le pone un alto a Carolina, ahora si la voy a dejar sin cabello.
—Madrigal, ya comportece no puede ser que desde la primaria traigan el mismo pleito.
—Yo no tengo la culpa de que ella no tenga padres.
—Hay, ya, como siempre no va solucionar nada. Mejor deme el castigo que me va a poner, necesito ir a clases.
—Leiva, no le pondre castigo pero por favor estás actitudes no. Puede retirarse.
—Gracias.
—¿Y que hay de mí?
—Madrigal, quiero a sus padres aquí mañana mismo, recuerde que tenemos un acuerdo y usted lo esta rompiendo con estas cosas.

Regresé a el salón de clases, en realidad no tenia ganas de entrar, pero tenía que hacerlo, toque la puerta y la maestra de literatura me abrió y me, bueno mas bien dicho nos dejo entrar a clases a Carolina y a mi, y todos se me quedaban viendo raro excepto Sebas, Mario, Juanpa bueno ellos.

—¿Qué? ¿tengo monos en la cara o que? —dije y todos desviaron la vista, y yo me fuí a mi lugar.
—¿Estás bien?.
—Si Bautista.
—De acuerdo.

Termino la clase y salí casi corriendo de ahí, no me sentia bien, le marque a Patrick, le dije que llegaría un poco tarde a la cafetería y el accedió, así que fuí un rato al parque a respirar aire fresco y después me fuí directo a la cafetería.

—¿Como te fué en la prepa hoy?
—Mal.
—A ver, ven siéntate vamos a hablar.
—Patrick.
—Andale, ¿cuéntame que paso?
—Bien —nos sentamos.
—A ver díme ¿que fue lo que paso?
—Mario no deja de seguirme, Carolina sigue empeñada en hacerme la vida imposible.
—¿Que te hizo Carolina?
—No se que quiere ganar con recordarme todos los días que no tengo a mis padres, hermanos, nada, no tengo familia.
—Yo si, se que quiere, y tu también lo sabes, quiere verte caer.
—Ok, si, tienes razón, pero me preocupa algo.
—¿Que cosa?
—Hoy defendí a una chica de Carolina y sus amigas.
—Que novedad —dije en un tono burlón.
—No te burles, después de que la chica se fuera, Carolina me saco de quicio y la arrastre del cabello hasta la dirección.
—¡¿QUE HICISTE QUE?!
—Cállate no subas la voz.
—Perdón, pero porque hiciste eso.
—Porque ya no la soporto, el problema es que se va a vengar.  Y me preocupa lo que pueda usar para vengarse.
—Tú no te preocupes.
—Como no me voy a preocupar tiene fotos muy feas de mí.
—¿A que te refieres?.
—Carolina tiene fotos mías que tomo después de que mis papás murieron, esas fotos son horribles, en unas se ve como me metía la cabeza en el escusado, en el lodo y muchas cosas horribles que me hizo, y como ahora no puede dominarme tan fácil y por lo que le hice seguro que me va a exhibir.
—No pienses en eso igual y ya no existen esas fotos.
—Lo dudo muchísimo, pero bueno ya, mejor vamos a trabajar.
—Una última cosa referente a Mario, si te sigue, talvez sea porque le gustas.
—Claro que no, mejor vamos a trabajar andale.

Ha pasado otra semana y Madison sigue en su plan. Llegue a la empresa revise algunos papeles, le avise a mi papá que me ausentaria por un rato y fui a la cafetería a ver si ahora si podia hablar con Madison.

—Hola Patrick.
—Ey, hola Mario, que milagro.
—Ni que tuviera tanto tiempo sin venir.
—Ya pues, y dime que vas a querer.
—Un frappuccino.
—De acuerdo.
—Oye, ¿me das permiso de hablar con Madison?.
—Claro. —grite—. Madison.
—¿Que paso? ¿porque gritas?
—Mario quiere hablar contigo.
—Hola. —dije asomando la cabeza.
—Mario estoy trabajando.
—No me pongas ese pretexto, por cierto se escucha mas lindo que me digas Mario y no Bautista —y Madison solo rodo los ojos.
—Vamos que por mi no hay problema.
—Patrick no me estas ayudando. —dije con una mirada seria.
—Vayan a hablar no pasa nada.
—De acuerdo.
—¿Les llevo algo?
—El frappuccino que te pedí por favor.
—A claro que sí, ¿Madí tu no quieres nada?.
—No así estoy bien.
—¿Enserio?
—Si Patrick.
—No te creo.
—Si te pido algo dejas de fastidiarme.
—Si.
—Ok, entonces traeme una rebanada de pastel de chocolate.
—De acuerdo, entonces ahorita se los llevo.

—¿Y bien de que quieres hablar Mario? —dije mientras tomábamos asiento.
—Quiero saber si estas bien.
—Estoy perfecta no me ves.
—Madison. —dije con una mirada sería.
—Ya está bien, ¿lo dices por lo de hoy?.
—Si
—Estoy bien, solo me choca que Carolina me este recordando mi pasado.
—¿Segura?.
—Chicos aqui les traigo lo que pidieron.
—Gracias Patrick —dijimos los dos al mismo tiempo.
—De nada, los dejo para que sigan platicando. —dije y me fuí directo a otra mesa.
—No me contestaste.
—¡Estoy segura Mario!.
—¿Puedo saber a que te refieres con tu pasado?.
—Mis padres murieron cuando yo tenia diez años y fue un factor para que Carolina me hiciera la vida imposible.
—Entiendo.
—Pero no quiero hablar de eso por favor.
—De acuerdo, hablemos de otra cosa entonces.
—¿No tienes trabajo?
—Si, pero pedi permiso para ausentarme un rato.
—Emm de acuerdo.
—Yo quiero saber ¿porque no nos quieres cerca ni a mi, ni a los chicos?.
—Porque no.
—Esa respuesta no me sirve.
—Mario siempre arruino las cosas, y no quiero que les pase nada por mi culpa, ustedes no conocen del todo a Roger y Carolina.
—Ok, pero y por fuera de la prepa, ¿porque tampoco nos quieres cerca?
—No lo se.
—No sera que quieres seguir en tu zona de confort.
—Talvez.
—Te propongo algo.
—¿Que cosa?
—Veme a mi y ve a los chicos como tu zona de confort.
—Eso es tonto.
—También lo es que no quieras tener amigos por miedo a lo que pueda pasar.
—Mario.
—Solo danos una oportunidad a todos dentro y fuera de la prepa y si las cosas empeoran nosotros mismos mantenemos distancia.
—Mario no.
—Por favor.
—No.
—Si.
—Que no.
—Que sí.
—Mario ya dije que no, y no es no.
—Y yo dije que si, y si es si y no puedes decirme que no.
—Solo rode los ojos—. De acuerdo.
—Gracias —dije con una amplia sonrisa.
—Deja de verme así.
—¿Así como?
—Pues así.
—Es que ya no voy a tener que estarte persiguiendo para que me hagas caso. —y los dos reimos.
—No es por correrte, pero tu tienes trabajo y yo también.
—Tienes razón, ya me voy.
—De acuerdo.
—Nos vemos, mañana en la prepa. —dije y bese su mejilla.
—De acuerdo.

QUÉDATE A MÍ LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora