CAPITULO 44

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Me levanté y me arregle y fuí a la cocina a ver que iba a preparar para el desayuno, el jóven Mario dijo que no le gustaba la comida con tanto picante, pero creo que lo necesitará, así que prepararé unos chilaquiles con mucho picante, alguién toco el timbre y salí a ver quien era, y era una chica bastante desagradable.

—Buenos días ¿a quien buscaba?
—Como que a quien busco estúpida, obvio a mi novio —dije y la empuje y empece a caminar— ¿además tu quien eres? De seguro eres otra de las zorritas con las que se acuesta Mario.

Escuché como alguién hablaba de forma no muy agradable como insultando pero no entendí bien lo que dijo, asi que me levante a ver que sucedía, me dolía horrible la cabeza, me puse mi playera y apenas iba a bajar el primer escalón cuando me di cuenta que era nada más y nada menos que Mikaela.

—Yo trabajo aquí señorita —dije agachando la cabeza, nunca pense que el joven Mario tuviera gustos tan desagradables, el es buena persona.
—Vaya empleadita se fue a conseguir seguro que te robaste esa ropa de alguna parte porque es cara, en fin no me importa, le dire a Mario que te consiga un uniforme no puedes andar así, osea no te pueden confundir con alguien como nosotros.

Bueno esta loca que se cree, como le va a hablar así a alguien solo por ser de bajos recursos, además que hace élla aquí.

—Tu a mi no me vas a decir como tengo que vestir a las personas que trabajan conmigo. —dije bajando las escaleras.
—Amor...
—Nada, entiéndelo, metetelo en esa cabecita, no somos nada, y no tienes ningun derecho de entrar a mi casa y tratar mal a las personas.
—No te enojes.
—Claro que me enojo, porque no solo arruinaste mi noviazgo, si no que vienes como si nada a insultar y menos preciar a una chica que solo esta trabajando y que a ti ni siquera te a hecho algo —tome del brazo a Mikaela—. Felicia, esta chica tiene prohibida la entrada a la casa, si lo vuelve a hacer llamas a la policia.
—Si jóven.

Sin más que decir abrí la puerta y lleve a Mikaela hasta la salida y ahí estaban Jan y ¿Madison?

Mario salio con Mikaela, tomandola del brazo con firmeza, creo que no se dió cuenta de mi presencia. Un niño se asomó y me intrigó mucho, debo admitir que era precioso, así que entre a la casa de Mario. El niño estába en el jardín.

—Hola ¿como te llamas? —dije sentándome en el pasto.
—Hola, Fernando pero todos me dicen Nando.
—Mucho gusto Nando, yo soy Madison.
—Eres muy bonita.
—Muchas gracias, y díme ¿eres algo de Mario?
—No, mi hermana le pidió trabajo a Mario y el se lo dio y nos dejó vivir aquí.
—Oye que bien, ¿no lo crees?
—Si. Ven vamos con mi hermana, talves se hagan amigas, élla no tiene y se ve que tu eres buena onda.
—De acuerdo. —seguí al pequeño, a mi parecer tiene unos cuatro o cinco años y para esa edad él es muy listo.

—No estoy jugando Mikaela, encerio no te quiero cerca. —dije abriendo la puerta del coche.
—Te vas a arrepentir de hacerme esto.
—Si aja —dije e hice que subiera a su coche.
—Mario por favor.
—No, ya no quiero escucharte.
—Eres un idiota —dije y encendí el coche y me fuí.

—¿Y ahora esta que? —pregunto Jan.
—Entro a la casa y se puso a insultar a Felicia.
—Oh.
—¿Y Madison? ¿que no venía contigo?
—Si, un niño se asomó y a Madison le dio curiosidad y se metio atras de él.
—Es el hermanito de Felicia.
—Oh.
—Ay no, ahora pensará que estoy con Felicia.
—No sales de un problema cuando ya estás en otro.
—Cállate y mejor vamos a entrar.

Entramos a la cocina y la hermana de Nando estaba cocinando.

—Feli.
—¿Que paso Nando? —volteé a ver a mi hermano y una chica lo sostenía de la mano.
—Mirá élla podría ser tu amiga venía con el hermano de Mario.
—Nando deja de molestar a las personas.
—Yo solo te quiero ayudar, además élla es linda.
—Mucho gusto soy Madison Leiva.
—Mucho gusto yo soy Felicia. —dije aceptando la mano de la chica.
—¿Tu que eres de Mario? —pregunto el pequeño.
—Nando —dijo en regaño su hermana.
—No lo regañes no es malo que pregunte.
—¿Y bien?
—Bueno Nando, yo soy la novia de Mario.
—Ya decía yo, que el jóven Mario no podía tener gustos tan desagradables.
—No pude evitar reír ante el comentario de Felicia—. ¿porque lo dices?
—La señorita a la que saco el joven hace un momento, llegó ofendiendo y empujándome diciendo que era novia del jóven.
—Oh, ya veo porque Mario estaba que hechaba chispas, cambiando de tema ¿Mario no se a quejado del dolor de cabeza?
—No, el se acababa de levantar supongo que por los gritos de la chica.
—Bueno ya lo veremos ahora que entren.

Jan y yo entramos a la cocina y todo estaba en orden, las chicas estaban terminando de cocinar, supongo, llegamos a la barra y me sente.

—Juro que me esta estallando la cabeza.
—Siguete emborrachando. —dijo Jan Carlo.
—No me emborrache, solo tome un poco mas de lo normal.
—Bueno, Felicia y yo preparamos algo que te hará sentir mejor. —dije y le arrime el plato con chilaquiles y un café cargado.
—Chilaquiles que rico.
—Si verdad —su sorpresa.
—¿Ya no estás enojada conmigo?.
—Hablaremos de eso después ahora sera mejor que desayunemos.
—Humm.
—No hagas humm, porque si lo vuelves a hacer me iré.
—No seas enojona. —Madison solo me dio una mirada sería y tomo un poco de jugo—. Oye Felicia, te voy a dar un consejo muy importante.
—Oilo —dijo Jan burlándose y Mario le dio un sape.
—¿De que se trata jóven?
—Nunca, pero enserio nunca bajes la cabeza ok, tu debes sentirte segura de lo que haces y dices y no debes dejar que las personas como Mikaela intenten hacerte menos de acuerdo.
—De acuerdo.
—Si, lo que dice Mario es verdad, nunca debes bajar la cabeza frente a nadie. —dijo Madison.

Nos sentamos todos a la mesa a desayunar, Mario probo los chilaquiles y de inmediato tomo un vaso de agua.

—No se pasen.
—¿Qué? —pregunté riendo.
—Es mucho picante para mi.
—No seas exagerado, hasta Nandito se los esta comiendo.
—Pero a mi no me gusta el picante.
—Jóven, eso lo ayudara con la resaca.
—¿No es mas fácil si me tomo unas pastillas?
—No, así que mejor termina de desayunar —dijo Jan Carlo.

Terminamos de desaynar y Jan y Nando se fueron a jugar a el jardín, creo que algo que tenemos en común Jan, Madison y yo, es que nos encantan los niños y no perdemos tiempo en jugar con ellos. En la cocina nos quedamos Felicia, Madison y yo, me urge hablar con Madison y arreglar todo, digo el que élla este aquí, quiere decir que me a perdonado pero yo aun no e hablado con élla.

—Madison ¿podemos hablar?
—Claro, solo deja le ayudo a Felicia a limpiar la cocina.
—No señorita, usted vaya a platicar con el jóven Mario yo terminaré de limpiar la cocina.
—Ya la escuchaste, ven tenemos que hablar.
—Pero...
—Señorita enserio, vaya con el jóven Mario, además este es mi trabajo.
—De acuerdo, vamos Mario, pero antes, Felicia por favor solo dime Madison va.
—Es que...
—Nada, el que estes trabajando aquí no quiere decir que no puedas tutearnos.
—Madison tiene razón Felicia.
—De acuerdo, lo intentaré.
—No, no lo intentes, hazlo, si vamos a ser amigas entonces solo tienes que decirme Madison ok.
—Bien.
—Si, si con todos lo que conozcas vas a omitir el jóven o señorita. —dijo Mario y Felicia solo nego divertida.

QUÉDATE A MÍ LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora