CAPITULO 24

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Lleve a su casa a Madison y de ahí me fui a la mía a descansar, mañana es sábado y pues como evidentemente no hay clases trabajaría todo el día para cubrir el turno de otro de los chicos.

Al día siguiente me desperte temprano hice la limpieza de mi casa y sali a ayudarle a una vecina y depués regrese a casa me bañe, aliste y sali a buscar empleo.

—Vi a Mario poniendose el mandil así que fui con él—. Hola Mario ¿pudiste hablar con Madison?
—Si hable mucho con Madison pero Clarisa es imposible tocar el tema con élla solo digo Patrick y se enoja, solo le pude decir que se veía mal pero como te digo se enoja tan solo con oir su nombre.
—¿Enserio?
—¿Porque mentiría?
—No lo se, Mario puedes intentar un poco más convencerla enserio me preocupa Patrick yo lo veo mal aúnque intenté aparentar lo contrario.
—Lo haré pero no es fácil.

—¿De que hablan? —dije detrás de Mario y Clarisa y ambos se asustaron.
—No de nada amor.
—Segura.
—Si, vamos hay trabajo que hacer. —lo tome de la mano.
—Mario acaba de llegar gente a la mesa nueve puedes atender por favor.
—Claro Patrick.
—Oye, antes de que vayas ¿como esta Madison?
—Élla está bien, no te preocupes.
—Siguela cuidando por mi ¿si?
—Claro, bueno ire a ver que quiere la mesa nueve.
—Ok

Al llegar a la mesa nueve me percate de que era mi papá con una ropa casual y no con la ropa formal que solía usar y estaba con un señor seguro era algun amigo del que yo no sabía o alguno de sus socios. Tenía un mes sin hablar con mi padre y sin verlo le pedi a mis hermanos y a mamá que no le dijeran donde trabajaba y en todo el mes él no habia venido a tomar un café aquí hasta el día de hoy. Pero bueno, al mal paso darle prisa, me acerque por completo a ellos.

—Buenos días ¿que van a pedir?
—¿Mario?
—Si.
—¿Qué haces aquí?
—Trabajo aquí —dije indiferente— ¿que es lo que pedirán?
—Un café normal.
—¿Y usted? —dije refiriéndome al señor.
—Igual un café normal.
—Bien, ahora se los traigo.
—Mario...
—Si.
—Sabes lo que va a pasar cuando la noticia circule en todas las revistas y redes.
—¿Cuál la de que soy mesero? —dije y detuve a uno de los chicos y le di la nota para que trajera los cafés.
—Si, ¿porque me haces esto? ¿sabes lo que pasará?
—Mirá papá nunca te importaron los chismes hasta ahora y eso es lo que más me desepciona de tí, tu no eras así, orgulloso deberías de estár de que yo no estoy dispuesto a casarme con alguien a quien no amo ok, y que no estoy dispuesto a lastimar a alguién con mi indiferencia por no poder amarla.
—Mario...
—Ya papá esto es un cuento de no terminar, en fin sobre que trabajo aquí, ya salió en varias revistas pero mi mamá y la misma empresa se hicieron cargo de que esas noticias no te llegarán y mucho menos entrevistas relacionadas al tema.
—Mario Alberto...
—Tengo mucho trabajo si me disculpan yo me retiro. —y en eso llego mi compañero con los cafés, lo ayude a ponerlos en la mesa—. Qué los disfruten —dije y salí de ahí.

—Disculpa esta escena.
—No pasa nada. Tu hijo tiene razón.
—¿En que?
—En estár molesto, mi hija estába igual de hecho se fue de la casa.
—Bueno Mario ya no vive con nosotros desde hace un año o más.
—Mirá tu hijo es listo y es un caballero ante todo.
—¿Porque lo dices?
—No acepto cumplir con la parte del trato porque sabe que sin amor las relaciones no funcionan pero es un caballero al pensar en los dos y no solo en uno él penso en él, en que no sería feliz, pero también penso en mi hija, en que él no iba a poder hacerla feliz y por ende la terminaria lastimando, cualquier otro chico solo hubiera pensado en él dinero que esto generaría.
—Tienes razón.
—Además nosotros no pensamos bien las cosas al hacer ese contrato, nosotros no pensamos en ellos. Yo hasta hace dos días logre hablar con mi hija élla conoce a tu hijo, sin embargo élla dijo que no iba a dejar a su novio por mis tonterías y si los dos tienen razón lo que hicimos fue una tontería porque podemos hacer un contrato en el que no lastimemos a terceros.
—Si, creo que perdimos el control mi esposa casi ni me habla sigue muy molesta por todo este asunto.

Regrese a la barra y le pedi a una de las chicas que cuando la mesa nueve pidiera la cuenta élla los atendiera.

—¿Todo bien Mario?
—Si solo mi papá y sus cosas.
—¿El de la mesa nueve es tu papá?
—Si.
—Patrick no vio quien era si no, no te hubiera mandado.
—No, eso no importa, solo que le preocupa más que es lo que diran de él que saber como estoy.
—Oh.
—¿Y Patrick?
—Atendiendo la mesa doce. —dije señalándolo—. Pero Mario yo veo a Patrick mal.
—Si yo igual.

Patrick iba de regreso asi a nosotros y se desvaneció ambos corrimos hasta el, Clarisa estaba tan asustada que empezó a llorar, uno de los chicos me acercó un poco de alcohol y algodón y con eso hice que poco a poco Patrick despertará, Clarisa lo abrazo y él le dijo que todo estaba bien.

—Mario ayúdame a levantarlo, en este instante te voy a llevar a un hospital a que te revisen y no acepto un no como respuesta Patrick.
—¿No tengo otra opción?
—Desde luego que no. Mario te puedes encargar de la cafetería por favor.
—Si, claro.

Clarisa y Patrick se fueron y yo me quede a cargo, yo tendria que cerrar así que me iba a quedar hasta las once lo bueno es que no tenía ninguna tarea, después de cerrar iría con Madison a hablar.
A las cuatro regreso Clarisa un poco más tranquila pero molesta.

QUÉDATE A MÍ LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora