Capítulo IV

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El banquete en honor a la llegada de la Corte Real fue el más grande que se había visto en Invernalia en muchísimo tiempo. Lyanna Dayne se sentaba al frente de Jon Snow, riendo felices mientras miraban con pesar a los Stark, que soportaban estoicamente eso de comportarse con clase gracias a la presencia del rey en su familia, cosa que el mismísimo rey no parecía asumir, ya que tenía a un par de doncellas sentadas en su regazo mientras su esposa bebía de su copa, altiva a pesar de la humillación.

Lady Catelyn y le dio la señal a la joven y esta miro a Jon nerviosa, quien le paso su arpa. Con paso decidido se puso al frente de la habitación y todos los presentes callados, incluso el rey, curioso por el repentino silencio, clavo su mirada en ella.

— En honor a la reina y su familia, Lady Dayne nos deleitara con una canción —anunció Lady Catelyn.

Comenzó a tocar con tal maestría que incluso Tyrion Lannister dejo de beber para verla.:

"And who are you, the proud lord said,

That I must bow so low?

Only a cat of a different coat

That's all the truth I know

In a coat of gold or a coat of red

A lion still has claws

And mine are long and sharp, my lord

As long and sharp as yours

And so, he spoke, and so he spoke

That lord of Castamere

But now the rains weep o'er his hall

With no one there to hear

Yes, now the rains weep o'er his hall

And not a soul to hear"

Su voz jamás había sonado tan perfecta como en esa noche, y Lyanna solo tuvo ojos para ver a Jon Snow mirarla orgulloso mientras los aplausos comenzaban a surgir.

La reina se veía complacida al igual su hermano Tyrion que brindo por la joven. Jaime Lannister observaba a la chica mientras esta se acercaba a su hermana y hacía una reverencia para después correr hacia el bastardo de Ned Stark que le sonreía enamorado mientras ella le entregaba su arpa. Jaime sonrió divertido, la chica tenía secretos. Le llamo la atención la reacción del rey que había botado a la puta de turno de su regazo y miraba enojado a la Lady. Y, por un momento, recordó el Torneo de Harrenhal, cuando el rey Aerys II le nombro miembro de la Guardia Real. Rhaegar Targaryen había cantado con un arpa y Lyanna Stark había llorado conmovida por la canción del príncipe. Eso fue lo único que vivió del Torneo, ya que después le encargaron cabalgar hasta Desembarco del Rey para cuidar a la reina Rhaella y a su hijo Viserys. Robert debió recordar lo mismo, juzgando por la mirada que tenía, y Jaime agradeció a la joven por enojar al rey que tanto hacia sufrir a su hermana.

La fiesta empezó otra vez con mayor intensidad que antes. El vino corría e incluso Jon Snow se permitió beber de más, impulsado por los demás jóvenes que le rodeaban y le pasaba de cuando en cuando unas piernas de pollo a su lobo que estaba debajo de la mesa. A sus hermanos no les habían permitido llevar lobos.

Lord Benjen Stark se acercó a la mesa al mismo tiempo que Lyanna era llamada por los Stark. Le guiño el ojo a Jon, ya entrado en copas, mientras su tío tomaba su lugar y comenzaban a conversar. Después de conversar un poco con Sansa y Arya se dio cuenta del escándalo que había detrás de ella.

— Jamás engendrare un bastardo —decía Jon Snow parándose de golpe —. ¡Jamás! —Lyanna cerró los ojos sintiendo el dolor que siempre había atormentado a Jon —. Disculpen.

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