Capítulo XVII

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Llego el día del Torneo de la Mano. Lyanna acudió junto a Sansa y la Septa Mordane, ya que Ned Stark no podía recibirla ni cuando hacia citas previas. Siempre una reunión o una salida imprevista, cosa que aprovecho para controlar sus habilidades. Descubrió que cuando se tenía un vínculo especial con la criatura a la que entrabas el proceso era más fácil. Solo cabe decir que Jaime Lannister se sorprendió por la cantidad obscena de gatos que su esposa parecía adoptar, pero no decía nada ya que Lyanna comenzó a dormir mejor y a subir todo el peso que perdió.

Sansa no podía sentir más felicidad que en aquel momento. El torneo era mucho mejor que en las canciones. Maravilladas, ella y un par de doncellas admiraban y trataban de reconocer los rostros detrás de las armaduras.

Las justas duraron todo el día, hasta el ocaso. Lyanna aplaudía de pie y vitoreaba con fuerza cada vez que su esposo participaba, pero sus acompañantes la vieron dudar cuando Jaime se enfrentó a Barristan Selmy, pues todo el mundo sabía de la admiración de Lady Lannister por el viejo caballero. Sansa deseo con toda su alma que su matrimonio sea tan feliz como el de su amiga.

Todo transcurrió con relativa normalidad hasta que, de alguna forma, Gregor Clegane mato al que fue el escudero de Jon Arryn, clavándole la lanza en el cuello. La sangre se extendió a lo largo de todo el patio y Lyanna solo pudo ponerse delante de Sansa para obstruirle la vista, sabedora de la sensibilidad de la muchacha. Aunque creía que mejor se hubiera protegido a otras muchachas que gritaban y se cubrían el rostro sin dejar de llorar.

Después de limpiar el desastre, Renly Baratheon, hermano pequeño del Rey fue derribado por Sandor Clegane. Les siguieron Thoros de Myr, el sacerdote de Rhollor, que derribo a Beric Dondarrion. Lyanna se prometió buscarle para hablar con él ya que estaba comprometido con su tía Allyria y su escudero era su joven primo, Edric.

Al final solo quedaron cuatro. Jaime Lannister, los hermanos Clegane y Loras Tyrell, aquel al que llamaban el Caballero de las Flores. Sansa se había enamorado totalmente de él cuando el galante caballero deposito una rosa roja en su regazo.

Para el disgusto de Lyanna, un hombre bajito y feo se acercó a ella y Sansa. Lo conocía y había compartido un par de conversaciones con él. Meñique, Lord de Los Dedos. Varys le había advertido que era la persona en la cual menos se podía confiar en Desembarco del Rey.

— Lady Lannister —saludo el hombre con una inclinación y se quedó prendado viendo a Sansa —. Eres una de sus hijas. Una Tully, ¿verdad?

— Lamento mis modales Lord Baelish —sonrió Lyanna mientras ponía una mano en el hombro de la pelirroja. Su sonrisa no llegaba a sus ojos —. Efectivamente. Esta es la hija de Lord y Lady Stark. Sansa, este es Petyr Baelish. Es parte del Consejo Privado del Rey... — quería con todas sus fuerzas quedarse para que aquel hombrecillo no estuviera cerca de Sansa, pero vio como su esposo la miraba fijamente, tratando de llamar su atención —. Disculpen, mi señor esposo me necesita.

Con una inclinación y mirando a la Septa para que cuidara a Sansa, se alejó de allí con dirección a su esposo que la miraba fijamente. Al acercase, noto que la mirada de urgencia que Jaime le había dirigido, en realidad era una mirada divertida. La envolvió con un brazo acercándola a él.

— Derribe al que tu consideras el mejor caballero de los 7 Reinos. Perdiste unos cuantos dragones de plata mi Lady —susurró el en su oído antes de besarle en la mejilla.

Lyanna le miro algo amenazante. Cuando Jaime le había contado que participaría en el torneo, su primera reacción fue la de tratar de enterarse sobre todos los participantes y apostar con él. Jaime, completamente divertido, solo le siguió la corriente.

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