Capítulo II

1.1K 132 0
                                    

— Quiero volar, llévenme con el cuervo.

Lyanna despertó temblando ligeramente. Había estado teniendo un sueño de cuervo, y esta vez observo a Bran aceptar la idea de ir con Jojen a ver al cuervo. Se sentía algo perdida, ya que no entendía mucho, pero las palabras de Jojen resonaron en su cabeza: "La estrella y el cuervo siempre deben estar juntos".

— ¿Ma? —Lyanna se encontró con los ojos de Arthur que la observaban. Y por un momento, vio a Jaime en su hijo.

— ¿Qué pasa mi amor? —susurró para no despertar a su hija, poniéndose de pie para alzar a su hijo que extendía sus brazos hacia ella.

— Mamá —continuo él bebe, balbuceando un poco, como si charlara con su madre.

— Yo también lo extraño mi amor. Tu pronto conocerás a tu papá.



Mientras tanto, Jaime Lannister se encontraba camino a Desembarco del Rey, metiéndose con Brienne "la Bella". Odiaba las cadenas, sin embargo, la monstruosa mujer se negaba a soltarlo quitarle las cadenas. Suponía que la mujer, que no era nada tonta, sabía que Jaime podía vencerla con una rama.

Esa noche en especial le pareció más oscura que otras. Las estrellas apenas se veían y una niebla parecía inundar las Tierras de los Ríos, lo que hizo que los pensamientos de Jaime sean igual de oscuros. Recordó en especial la muerte del Rey Loco. Recordó como el anciano planeaba quemar la ciudad y como él decidió primero acabar con todos los piromantes, pero algo invadió aquellas amargas memorias.

Hace lo que parece una vida, Jaime Lannister le conto esa historia a la que pronto seria su esposa. Se encontraba en los pasillos de la Fortaleza de Invernalia, paseando y charlando con Lyanna, cuando Tyrion apareció con dos jarras de vino. La doncella trato de retirarse, divertida por la situación, pero el caballero le rogo quedarse. Y así lo hizo.

Jugaron uno de los juegos de bebida de Tyrion. Y pronto estuvieron más ebrios de lo que les gustaría aceptar. Su hermano se había retirado, decidido a que lo escolten al putero más sentado, en cambio Lyanna y Jaime se quedaron charlando e intercambiando historias.

Nadie, absolutamente nadie le había dicho lo que ella le dijo cuando escucho su parte de la historia. Ni siquiera Cersei.

"Eres un héroe Jaime Lannister, no para el mundo, pero si para mí".

No supo que se había dormido hasta que Brienne lo despertó con la punta de su bota. Desayunaron algo ligero y continuaron con su camino. Muy pronto conocería a sus hijos.



Tyrion paseaba por la habitación de Lyanna refunfuñando por lo bajo. La mujer lo veía divertida ya que Joanna y Arthur trataban de imitar a su tío con mucha decisión. Resulta que El Conclave, que se reunía en Antigua, había exigido que se le devolviera el puesto a Pycelle.

— Ojalá lo hubiera matado —refunfuñaba por lo bajo —. Como Maegor. Si. Haberle cortado la cabeza.

— O sumergirlo en fuego Valyrio —Lyanna le dedico una sonrisa. Tyrion no pudo evitar devolverle la sonrisa ya que su cuñada era la única que no le miraba con pena a causa de su gran cicatriz —. Eso hubiera encajado más con la tradición

Ambos rieron bajito y se sonrieron un momento. Tyrion soltó un gran suspiro.

— Mi padre tuvo que ver más con ello que el Conclave, lamentablemente —Tyrion ya no tenía un lugar en el consejo, pero se enteraba de casi todo lo que pasaba en el país gracias a Varys —. Los ancianos esos querían mandar a Tyrell.

GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora