Capítulo V

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- Creí que Arya había muerto. Creí que Bran había muerto – se encontraban en la sala de la mesa de Aegon. La reina y todo su consejo y aliados se encontraban ahí, incluido Ser Jorah Mormont, quien había llegado hace muy poco. –. Por un momento olvide lo que estábamos viviendo realmente.

- El Rey de la Noche marcha hacia Guardaoriente – explicó Lyanna que se encontraba un paso detrás de Jon –. La Larga Noche ya llego, Alteza, y estamos perdiendo tiempo.

Daenerys se encontraba en el mismo lugar donde Aegon el Conquistador, Rhaenyra Targaryen y su hermano se habían sentado alguna vez y observaba de manera pensativa a sus aliados.

- Si logran cruzar la muralla...

- La muralla los ha mantenido fuera por millones de años – interrumpió Varys, sentado al lado de su reina –. Precisamente...

- Necesito ir a casa – la voz de Jon era firme y concreta, no permitía discusiones. Sonaba como un Rey –. No puedo dejar a mi gente sola.

- No tienes suficientes hombres – Daenerys hablo calmada mirando fijamente a Jon. Su voz era suave y casi cariñosa.

- Pelearemos con los que tenemos – respondió Jon mientras su voz se suavizaba al encontrarse con la mirada de la Reina de Dragones.

- A menos que se nos una, Alteza – susurro Lyanna, ganándose una mirada de advertencia de Tyrion que se encontraba a la derecha de su reina.

- ¿Y darle el reino a Cersei? – Daenerys miraba a Jon fijamente mientras Tyrion y Lyanna compartían una de sus miradas de complicidad que el enano tanto había extrañado –. Ella marchara aquí en cuanto yo me vaya.

Lyanna no sabia que estaba planeando el enano, pero cualquier posibilidad de agrandar el ejercito del norte lo aceptaría. En su visión, aquella que la despertó, observaba todo desde uno de los Arcianos de Más Allá del Muro, donde eran mucho mas abundantes.

Los muertos marchaban acompañados solo con el sonido de sus pisadas, con animales a medio descomponerse, y a un ritmo casi marcado. Como un ejercito mal entrenado. No eran buenos luchadores, pero eran difíciles de matar. Y eran millones. Según los archivos de Desembarco del Rey, en la ciudad había un poco más de medio millón de habitantes. El Gran Otro tenía fácilmente unos 5 Desembarcos del Rey marchando con él.

Si sintió algo de temor al ver la inmensidad de ese ejército, Lyanna se sintió aterrorizada al ver a los Otros. Esta vez no eran abrumadores y elegantes como lo habían sido en su único encuentro con ellos, en la cueva del Cuervo. Ahora iban encima de arañas del tamaño de un caballo mediano mientras conversaban entre ellos con ese idioma incomprensible que sonaba como el hielo romperse. Eran casi 40 de ellos. Lyanna no pudo contarlos bien, pues uno de ellos pasó su mano ligeramente por los ojos del  Arciano, cegándolo para siempre.

- Puede que no – la voz de Tyrion la saco de sus ensoñaciones, logrando que Jon y Daenerys dejaran de mirarse –. Cersei cree que la historia de los muertos caminantes es algo inventado por niñeras para asustar a los niños. ¿Si probamos que se equivoca?

La respiración de Lyanna se hizo algo irregular ya que comprendió exactamente a que se refería el enano. Una parte de ella se negaba a regresar al verdadero norte, pues el recuerdo de los muertos rodeándola, los gritos de Jojen y el llanto de Hodor aun invadían sus noches, haciendo que se pregunte si Bran alguna vez sintió aquello, la constante lucha entre lo que su corazón quería y lo que había jurado hacer.

- No creo que venga a ver muertos con mi invitación – contesto Jon, tomando la mano de Lyanna instintivamente, pensando que la reacción de la mujer se dio por un posible encuentro con la Lannister.

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