Capítulo XIX

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— ¡Lo prometiste! ¡Lo prometiste! —gritaba Arya entre lágrimas mientras Lyanna se esforzaba por sostener a la niña que trataba de golpearla—. ¡Juraste que lo protegerías! ¡Y fue tu marido —Arya pareció escupir la palabra— quien mató a Jory y casi mata a mi padre!

— Arya escúchame por favor —hablaba Lyanna, tratando de no echarse a llorar—. Necesito que me escuches.

La niña al notar la fragilidad de la Lady se detuvo y la observo.

— ¿Qué sabes?

— Lady Catelyn tomo prisionero a Tyrion. Dicen... afirman que fueron los Lannister quienes atentaron contra la vida de Bran —Lyanna se sentó mientras hablaba y llevo una mano a su vientre —. Jaime fue para exigir el regreso de su hermano, pero Lord Stark se resistió. Yo no lo sabía Arya. Yo... se supone que era un buen día, un gran día. Pero.... —Lyanna comenzó a sollozar en medio de los balbuceos.

Arya al verla quebrarse y sollozar se dio cuenta de lo difícil que era la situación Lyanna y dejo la habitación corriendo.

Paso una semana. Lyanna se la había pasado rogando al rey para que le perdone la vida a su esposo, explicándole a la reina que a causa de su embarazo no podía cabalgar, respaldada por uno de los maestres. Ahora estaba siendo seguida y vigilada todo el día por los espías de Cersei. Agradeció a los dioses que Robert la obligara a presentar sus respetos y disculpas a la familia de la Mano.

Sansa se la pasaba rezando en silencio, aferrada a las manos de Lyanna, mientras que la furia de Arya seguía siendo incontenible. La única vez que Lyanna lloró en público fue cuando llevaron los cadáveres de los Guardias de la Mano a Invernalia.

El día que Lord Eddard despertó Robert obligo a Lyanna a acompañarlo a él y a Cersei a ver al Lord. La hicieron esperar en mientras acariciaba su vientre, mordiéndose los labios. Escucho un gran estruendo y gritos ahí dentro, escuchando al rey pedir por guardias. Asustada entro corriendo a la habitación solo para encontrar a su cuñada en el suelo. Sin pensarlo dos veces le ayudo a levantarse, mirando a Eddard como si pidiera disculpas y al rey con algo de odio. No le agradaba Cersei, más que nada porque se tiraba a su esposo, pero no podía creer que el Robert llegara al punto de golpearla. La reina tomo su mano con la mejilla enrojecida. Después el moretón ocuparía casi la mitad de su rostro.

Escoltadas por Meryn Trant, uno de los hermanos de la Guardia Real, volvieron a la Torre de Maegor. Definitivamente a Lyanna no le agradaba Cersei, pero no podía evitar admirar su valor y entereza. Camino con la frente firme y en alto, luciendo su naciente moretón con orgullo, como si fuera una medalla.

—Hay veces que pienso que nosotras deberíamos ser las de las espadas y armadura —dijo Lyanna, caminando al lado de la reina —. Y ellos los que son vendidos como vacas de cambio.

Nunca había mantenido una conversación sincera con su cuñada, especialmente desde que se casó con Jaime, pero sintió que necesitaba caerle bien ahora más que nunca. El ambiente apestaba a guerra y el rey se encontraba dividido entre su familia política y el hombre al que ama como un hermano, justo como Lyanna, la gran diferencia es que ella no podía hacer nada más que sobrevivir. Por ella y por el niño o niña que crecía en su vientre.

— Estoy de acuerdo —respondió Cersei con la sospecha destilando en su tono.

— Apuesto a que usted tendría más bolas que Robert, su majestad —eso le arranco una sonrisa sincera a la reina. Lyanna sabía que eso era completamente cierto.

— Apuesto a que sí. Especialmente por mis hijos. Son... lo más preciado que alguien puede tener —la reina trataba de ser diplomática, al fin y al cabo, eran las únicas Lannister, aparte de sus hijos, que quedaban en Desembarco del Rey. Nunca había estado tan sola—. Pronto lo entenderás.

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