Capítulo V

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— ¿Fuego Valyrio? —Lyanna cambiaba a sus hijos mientras charlaba con Tyrion—. No es mala idea para ser sinceros. Sin embargo, ¿no es extremadamente difícil de manejar?

El Gnomo había llegado ese día con la mitad de la cara rasguñada, como si hubiera peleado con un gato. Lyanna había estado a punto de salir a buscar a Sansa, pero la presencia de su cuñado le detuvo. Limpio sus heridas con cuidado. Igual planeaba ir a buscarlo después.

— Exactamente, pero no lo usaría si tuviéramos otra opción. Ni siquiera el agua lo puede apagar —el enano balanceaba sus piernas, viendo si Lyanna era capaz de adivinar su plan.

— Lo usaras contra la flota de Stannis, ya que si lo utilizas en los muros los soldados se quemarán entre ellos. Eres brillante cuñado —Lyanna le dedicó una sonrisa —. ¿Qué harás con la parte de ejército que atacara por tierra?

— También Fuego Valyrio, pero entrenaran antes de empezar a usarlo —el enano se puso de pie, estirándose —. Te aseguro que no dejare caer la ciudad.

— No tienes que prometerlo. Se que lo harás —Lyanna deposito a sus bebes en su cuna y encaro a Tyrion con decisión —. ¿Qué decía la carta de Robb?

El enano la miro sorprendido. No sabía que ella se había enterado de la visita de su primo. No era posible, ya que Bronn fue con él directamente y él fue con su hermana, sin detenerse ni hablar con nadie. Tal vez su primo la vio y le conto, pero jamás se habían conocido.

— ¿Cómo sabes sobre la carta? —preguntó el enano sin rodeos.

— Yo también tengo amigos en todo el castillo Tyrion —contesto Lyanna. No era ninguna mentira, sus gatos eran sus amigos—. ¿Qué decía la carta?

El Gnomo examino a su cuñada. En aquellas semanas desde su llegada, realmente llego a apreciar y confiar en la esposa de su hermano, sin embargo, era completamente consciente que la joven guardaba secretos. Secretos importantes que no estaba de acuerdo en compartir con nadie.

— Eran... términos de rendición. Nos entregaría un par de primos a cambio de la independencia del Norte, la espada y el cadáver de su padre, sus hermanas y un montón de cosas más que son imposibles —Tyrion aprovecho de ir a servirse vino —. Mi padre no firmara la paz por unos primos Frey.

— Mi Lord suegro tiene un plan. Y lamentablemente no planea recuperar a mi esposo en ellos —Lyanna señaló —. Y juré a mis hijos que crecerían con un padre.

— No sé cómo recuperarlo. Cersei me estaba insistiendo en lo mismo —Tyrion clavó la vista en Lyanna —. Necesito tiempo. Por ahora solo necesito tiempo.

Lyanna observo a Tyrion por un momento, pero su mente volvió a Invernalia. Los pasillos siempre cálidos, el aire frio y las hojas color sangre del árbol corazón del Bosque de los Dioses; los ojos brillantes de Rickon, la risa de Bran, la sonrisa desdentada de Arya, los risos de Robb y... Jon Snow. Su corazón latió con fuerza, con determinación. Entonces, en medio de todos aquellos recuerdos, la risa de sus hijos. Sus amados bebés.

— No todos los pedidos de Robb son imposibles —comenzó Lyanna —. Puedes devolver el cadáver de Ned, para que descanse en Invernalia, donde debe ser. Pero no se lo des a Robb —la joven madre sonrió con pesar y dolor —. Dáselo a Catelyn. Dile que quieres negociar con ella, que si Jaime vuelve a nosotros tú le enviaras a Sansa. Es una madre, será capaz de traicionar a su Rey para recuperar a sus hijas. El cadáver de Ned será... una muestra de buena voluntad. Una pequeña muestra que le recordara que los Lannister siempre pagan sus deudas.

Tyrion observo los ojos llenos de determinación de Lyanna. Se dio cuenta que ella busco la única manera en la que la posición de Robb no se vería seriamente afectada. La manera en la que Sansa volvería con su familia y la manera de hacer que Ned Stark regresara a Invernalia.

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