Capítulo X

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-        Cuida a Podrick por favor – le rogaba Tyrion a Lyanna mientras esperaban a que los capas doradas fueran a por el enano –. Es mejor escudero de lo que jamás merecí. Pase lo que pase hoy, dale las gracias por su leal servicio. Se que no podré pagárselo...

-        No te preocupes Tyrion. Lo mantendré lejos de Cersei – aseguraba Lyanna apretando las manos de su cuñado –. Cuando llegues al muro...

Tywin Lannister jamás condenaría a uno de los suyos, al menos eso era lo que le había asegurado a Lyanna cuando esta tomo el valor necesario para enfrentar a su suegro, obviamente de la mano de su esposo. Puso la condición de que, si el enano se declaraba culpable, le dejarían vestir el negro. Y Tyrion, al Bronn negarse a ser su campeón y dudar de las intenciones del príncipe Oberyn, quien le ofreció ser su campeón, decidió aceptar el trato de su padre. La vida en el muro no era una gran vida, pero por lo menos estaría lejos de Cersei.

-        Le daré tus recuerdos a Jon Snow – Tyrion sonrió un poco y devolvió el apretón de manos –. Supongo que nunca dejaras de amarlo.

-        Amo a Jaime – contesto Lyanna –. Pero tienes razón. Supongo que es así el primer amor.

El enano no pudo evitar imaginar el hermoso rostro de Tysha, su Tysha, aquella que fue su primera esposa. La única mujer que afirmo amarlo, pero resulto que era una prostituta contrada por su padre que se aprovecho de su vulnerabilidad. Y después se encontró pensando de Shae, la hermosa chica a la que había mandado al otro lado del mar angosto y que empezó a amar en contra de su voluntad y sus instintos.

No tuvieron mucho tiempo mas cuando llegaron los guardias a escoltarlo. Jaime ya los esperaba ahí y le dedico una ligera sonrisa a su hermano antes de entrelazar sus dedos con los de su esposa. Tyrion deseo con todas sus fuerzas que ese día acabara rápido y sin sorpresas.











-        La corona puede llamar a su último testigo – comenzó el juicio la Mano del Rey una vez que todos le saludaron.

Jaime Lannister entrecerró los ojos cuando vio la sonrisita de suficiencia que puso su hermana cuando escucho los pasos en el gran pasillo de la sala del trono. Solo había hablado con ella una vez desde el día que la tomo en el Gran Septo el día que velaron a Joffrey, y habían discutido como nunca. En la cabeza de Cersei no era comprensible que su gemelo, su otra mitad, amara a la cosa deforme que mato a su madre al nacer.

Lyanna soltó una exclamación al ver a la hermosa chica aparecer, sorpresa que se vio reflejada en el rostro de su hermano, quien se puso de pie y sus ojos se llenaron de lágrimas al verla. Supongo que Lyanna no me contó toda la historia pensó Jaime mientras la chica se subía al estrado de testigo.

-        Diga su nombre – pregunto Tywin sin reflejar sorpresa alguna.

-        Shae.











Su esposo tuvo que afianzar el agarre de su mano cuando la vio jurar de que su testimonio seria verdad para que no corriera y comenzara a golpearla. Lyanna, en uno de sus gatos, había visto como la mujer subía a un barco hacia Essos.

-        ¿Conoce a este hombre? – comenzó su suegro el interrogatorio.

-        Si – contesto Shae con voz temblorosa – Tyrion Lannister.

-        Y, ¿Cómo lo conoce?

-        Era dama de compañía de Lady Sansa.

-        ¿Qué sabe usted del asesinato del Rey?

-        Se que es culpable – la voz de Shae tomaba fuerza y Lyanna apretó aun más la mano de su esposo –. Él y Sansa lo planearon juntos. Ella quería venganza, por su padre, su madre, su hermano... ella culpaba al Rey por sus muertes. Tyrion se alegro de ayudar. Él odiaba a el rey, él odiaba a la reina – levanto la mirada –. Lo odiaba a usted mi Lord. Robó veneno de la bodega del Gran Maestre para ponerlo en el vino.

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