Capítulo XV

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Fue una noche larga en la cual Lyanna divago por los pasillos. Todas las habitaciones se encontraban llenas y más de tres cuartos del ejercito dormían en carpas por lo que Lyanna se encontró durmiendo en el suelo de la habitación de Sansa durante unos minutos, pero su mente no la dejaba tranquila.

Vio a Bran en medio de sus visiones en la entrada al patio. Era un lugar cálido y además Fantasma no lo había dejado, pero un instinto que creía muerto quería llevarlo a una habitación y contarle una historia hasta que durmiera, tal como hacia cuando era un niño.

Estaba a punto de amanecer cuando Lyanna termino en el Bosque de los Dioses. Llevaba un vestido que era de Sansa cuando ella era niña. Hermoso, sí, pero un poco incómodo y poco práctico. O, como Arya había dicho, es solo que todos los vestidos son poco prácticos e incómodos.

Se acomodo en las raíces del Arciano, envuelta en su capa, y se sumergió en diferentes visiones, las principales eran sobre ella siguiendo el ejército de muertos que parecía aparecer y desaparecer en una niebla intensa, haciendo que no pudiera ubicar su posición exacta. Vio a la pequeña caravana de Ned Umber acampar en medio de los árboles con un presentimiento que le helaba el corazón. En unas horas más llegaría a su hogar y tal vez lo dejaría para siempre.

También vio a los Glover, una antigua familia que dejo Invernalia cuando se enteraron de la alianza con los Targaryen, reforzar y tapiar las ventanas. Al parecer, al ver la distancia entre Invernalia y su fortaleza, creían que pasarían desapercibidos por la oscuridad. Lyanna se encontró rogando por que fuera así.

La caravana de los salvajes y la Guardia de la Noche atravesaba la niebla, dirigiéndose hacia el Ultimo Hogar, fortaleza de los Umber, aunque Lyanna lamento que fueran solo un par de docenas. Cientos cuidaban el muro hace una luna.

Despertó cuando ya era plena mañana, y Arya la observaba interesada, sentada directamente frente a ella.

- Estuviste horas así – saludo Arya – ¿Qué viste?

- Trate de ver donde están ellos – explico ante la mirada astuta de la muchacha –. Él no me deja verlos, así que no puedo ver donde están exactamente. Lo que queda de la Guardia de la Noche y los Salvajes llegaran hoy, probablemente. Ned Umber ya debió llegar al Último Hogar

Lyanna se acomodó mejor mientras observaba el rostro impasible e inexpresivo de Arya, aunque había algo de más humanidad en el fondo de sus ojos.

- No dormiste – afirmo la chica, visiblemente incómoda ante el escrutinio de la mayor –. Tienes ojeras. Cuando estas preocupada siempre tienes ojeras.

- Claro que estoy preocupada – contesto Lyanna observando la luz entre las ramas del Arciano –. No sabes lo que es el verdadero miedo hasta que te enfrentes a ellos.

- Conozco la muerte...

- Si, lo haces – interrumpió Lyanna con un tono distante –. Viste la cabeza de tu padre rodar, a tu madre y tu hermano profanados. Has tomado vidas por tu propia cuenta y entrenaste para quitar vidas. Incluso alimentaste al verdugo de tu hermano con sus propios hijos y eliminaste completamente una antigua familia, pero no viste sus ojos. Yo que he... conocido la muerte personalmente y me hundí en ella, te aseguro que... los que no están ahora tienen más suerte que nosotros.

- Le temes – Arya sonaba tan distante como Lyanna –. Al Rey de la Noche.

- Una señal de que aun soy humana es el temor que le tengo – una pequeña sonrisa se extendió por el rostro de Lyanna –. El amor por mis niños, el cariño por ustedes...

Arya se veía pensativa, como si quisiera hacerle una pregunta que le resultaba incómoda. Lyanna, al ver el ligero sonrojo en sus mejillas, se puso de pie y le ofreció su mano.

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