Capítulo II

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Tommen pasaba mas de su tiempo con Loras Tyrell de lo que Cersei desearía. La reina regente estaba empeñada en quitar todo el poder posible a su único aliado, decisión que tanto Jaime, Lyanna y Ser Kevan le pedían reconsiderar una y otra vez.

Jaime le aseguraba a su esposa que el joven Tyrell seria Lord Comandante de la Guardia Real más pronto que tarde, y que el caballero le estaba enseñando el arte de la espada y la lanza al joven rey. Lyanna le daba la razón, pero a la vez comprendía las preocupaciones de Cersei. La reina no quería que su hijo idolatrara de ninguna forma a un Tyrell. Suficiente con que el niño este casado con una de ellos.

- Debemos mantener a los Tyrell de nuestro lado – rogaba Lyanna una vez mas cuando las imprudencias de Cersei hicieron que Ser Kevan abandonara la ciudad junto a un moribundo Lancel –. Con los Greyjoy amenazando en el mar, con Aguasdulces, Bastión de Tormentas, Rocadragón y lo que queda de los banderizos de Robb Stark luchando en nuestra contra necesitaremos al Dominio de nuestro lado. Eso sin contar de las revueltas que se están dando en Dorne por la muerte del Príncipe Oberyn.

- Suficiente que se la zorrita esa este casada con mi hijo – contesto secamente Cersei a su cuñada. Solo Jaime, Lyanna y la reina se encontraban en la habitación –. No tienen por qué aspirar a más poder.

- Ya. Entiendo – Jaime trataba de tranquilizar a su hermana –. Pero Lyanna tiene razón. Por lo menos dales la sensación de que tienen algo de poder. De que están ganando. No solo necesitamos a los hombres de los Tyrell, si no también sus recursos.

- El invierno se acerca – dijo Lyanna con determinación –. Y los maestres de la Ciudadela dicen que este será el invierno más largo de los últimos tiempos.



Cersei, harta de ver la complicidad de la pareja, se retiro sin decir nada. Algo dentro de su ser le decía que tenían razón, pero el hecho de ver a su Jaime tan dichoso al lado de Lyanna nublaba su juicio. Lord Tywin estaría decepcionado.

- Tengo que deshacerme de ella, Lord Qyburn – se quejaba, casi dos lunas después del velorio de su padre –. Necesito a mi hermano de vuelta. Además, ya existen dos herederos Lannister, ya no la necesitamos para nada.

A pesar de las claras muestras de lealtad de aquel hombre, Cersei no sabia hasta que nivel podía confiar en él, y, aun así, el viejo se había hecho su confidente. Especialmente en ese tiempo en el que Jaime apenas le dirigía la mirada.

- Lady Lannister esta embarazada, mi reina – contestaba Qyburn, examinando la cabeza del quinto enano que le llevaron desde Essos –. Está llena de salud al igual que el bebe. Además, Lord Lannister no se despega de su lado jamás. No veo como podría deshacerse de ella sin despertar sospechas.

- ¿Veneno? – cuestiono Cersei –. Lagrimas de Lys, dicen que no deja rastro. Que no tiene sabor y olor.

- Como le dije, Lady Lannister está llena de salud – Qyburn hablaba con una extraña calma –. Las Lágrimas de Lys solo no despertarían sospecha en algún anciano o algo así. Además, Lord Lannister hizo que cada miembro de su familia tuviera un catador, no solo el Rey Tommen.

- Tendré que deshacerme de mi hermano primero entonces – Cersei suspiro –. Debí haberme deshecho de ella en cuanto nacieron los mellizos.














El vientre de Lyanna había crecido considerablemente desde que le dijo a Jaime que estaba embarazada, como si el bebé quisiera que su padre lo viera. Y Jaime no se despegaba de su esposa jamás.

Lyanna recordó con una sonrisa como fue cuando sintió al bebé moverse por primera vez y lo emocionados que estaban Jaime, Arthur y Joanna por ese hecho. Ese día, los tres pasaron toda la tarde acostados sobre el vientre de Lyanna, para sentir al bebé moverse.

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