La ceremonia paso de manera rápida y efectiva, siendo el único momento recalcable cuando el Septo los declaro marido y mujer y Jaime miro a su ahora esposa, pidiéndole permiso para darle un beso, a lo que Lyanna solo asintió. El beso fue tan dulce y suave que logro despejar la mente de Lyanna y acelerar el corazón del Jaime.
Las campanas repicaron en toda la capital y en grandes carruajes la fiesta se trasladó la Fortaleza Roja.
La nueva pareja bailaba al centro, dando inicio así a la fiesta. Los cortesanos aplaudían y festejaban a la pareja que bailaba elegantemente. Tywin Lannister recibía elogios por lo hermosa que era la novia y su gracia al moverse.
— ¿Cómo estás? —susurró Jaime Lannister en el oído de su esposa, ya que no habían podido hablar durante todo el día.
— Abrumada. Todo ocurrió más rápido de lo que pensé —respondió Lyanna con toda la sinceridad posible —. La ceremonia y la fiesta quedaron hermosas, tal vez deberíamos agradecer a tu padre.
— Lo haremos, claro —le hizo dar una vuelta dando una sonrisa deslumbrante a los cortesanos, lo que causo una serie de pequeños grititos encantados por parte de las doncellas —. Pero ahora necesito hablar con mi esposa.
No habían tenido mucho tiempo para conversar, pero Jaime tenía la sensación de que Lyanna le evitaba.
— Aun no me acostumbro —sonrió superficialmente su esposa —. Hace poco nadie me decía Lady, y cuando comienzo a acostumbrarme a Lady Dayne ahora deben llamarme Lady Lannister.
— Lady Lannister —Jaime no pudo evitar sonreír por el sonido de aquello —. Debo admitir que me gusta, pero me quedo con Lyanna.
— ¿Por? —Lyanna le observo curiosa mientras daba otra vuelta.
— Porque te gusta que te llamen así —Jaime su puso demasiado cerca —. Y jure ante los Dioses hacerte feliz.
— Eso no estaba en los votos —Lyanna no pudo evitar reír por los intentos de coquetear con ella que tenía su esposo.
— Pero igual lo jure —respondió Jaime satisfecho por haberle hecho reír mientras tocaba su frente —. Aquí. Sé que crees que Tyrion es el inteligente de la familia, pero yo también tengo algo de cerebro —el novio levanto la vista, buscando esperanzado entre la multitud —. Aun guardo la ligera esperanza de que llegue, ¿sabes? Él sería el más feliz de verme casado con alguien.
— Lo amas ¿no? —esa era una de las facetas que Jaime mostraba solo con ella, esa cara de vulnerabilidad justificaba que Lyanna no hubiera huido al norte —. A Tyrion me refiero.
— ¡Claro! Es mi hermano pequeño, de todas las formas posibles.
Lyanna se relajó y se permitió disfrutar de su boda. Bailo y bailo hasta no poder más. Bailo con Sansa, Arya, Joffrey, Tommen e incluso con el Rey, quien apenas podía mantenerse de pie de borracho, pero el baile que más amo, aparte de bailar con su esposo, fue el baile que compartió con Ned.
— Ahora debo llamarte Lady Lannister —comentó Ned mientras bailaban. La veía con pesar. Lyanna no sabía que la guerra se aproximaba entre los leones y los lobos. Se preguntó qué lado tomaría ella ahora que estaba casada.
Lyanna solo respondió con una mueca de incomodidad, a lo que Ned solo pudo sonreír.
— Lo bueno que es que pronto podremos ser familia de verdad mi Lord —comentó Lyanna sonriendo con cariño al hombre.
— Siempre seremos familia Lyanna —la voz de Ned era más seria de lo necesario —. No importa lo que pase, eres parte de mi familia.
Bailaron en un silencio cómodo. Ned no era alguien conversador, pero sus silencios eran capaces de decir más que la mayoría de los hombres. De pronto el Rey interrumpió el banquete, exigiendo que los novios se retiraran e hicieran un heredero Lannister para ver si Lyanna realmente valía de algo.
Ante sus palabras, hasta Cersei rodó los ojos.
Completamente sonrojada, Lyanna abrazo a Eddard Stark, sorprendiéndolo y susurro en su oído:
— Cuídese mi Lord. No confié en nadie en la capital. Le quiero como si fuera mi padre.
Los sueños que la acosaban desde hace meses se habían detenido después de soñar con que Bran despertaba, el día que llego a la capital, pero el temor que nació a partir de esos sueños parecía haberse instalado en su corazón. Depositó un suave beso en la mejilla del sorprendido Lord y compusó una sonrisa antes de ir tomar la mano de su esposo, mientras toda la sala aplaudía y vitoreaba a los novios.
Lyanna observó maravillada a su ahora habitación en la Torre de Maegor. Mucho más grande, mucho más elegante. Paso y toco las sabanas de seda blanca cercanas a una mesa y un par de sillones. Era como un pequeño departamento y se dio la vuelta para ver la mirada brillante de Jaime.
— ¿Quieres vino? —preguntó Jaime, demostrando por primera vez lo nervioso que se sentía. Al ver a su esposa asentir mientras recorría su habitación sirvió dos copas.
Ella se acercó a su esposo, mirándole fijamente y tomo la copa. Jaime se aclaró la garganta.
— No pasara nada esta noche si tú no quieres —afirmo con la voz un poco ronca—. Podemos tomarnos nuestro tiempo.
Lyanna se decidió durante la fiesta. Cumpliría su deber como esposa y trataría de ser feliz como le había prometido a Jon Snow. Dejo la copa de vino a un lado y comenzó a deshacer los nudos de su vestido.
— ¿No me vas a ayudar, mi Lord?
Jaime, que parecía tener un hambre contenida, se lanzó a sus labios besándola con fuerza, mordisqueándolos ligeramente y buscando su lengua, desesperado. Nada parecido al beso que habían compartido durante su boda.
Lyanna, que se había sentido nerviosa por el arrebato de su esposo, comenzó a dejarse llevar al notar cuan... deseada era por Jaime.
Buscando su aprobación antes de hacer el más mínimo movimiento, sorprendiendo a su esposa y a sí mismo, Jaime dejó de besarla y comenzó a desnudarla, aprovechando de tocar el cuerpo que tanto tiempo había estado deseando. Ver desnuda a Lyanna le lleno de un sentimiento y deseo desconocidos para él, sintiendo como se estremecía con solo mirarla.
Sin poder evitar comparar a su joven esposa con su hermana noto las suaves curvas de su cuerpo, mucho más pronunciadas que las del cuerpo de su hermana. Observo su abdomen firme producto del ejercicio y entrenamientos y lo comparo con el abdomen suave y delicado de su hermana, que después de haberle dado tres hijos, seguía siendo hermoso para él. El largo cabello oscuro de su esposa se extendía por las sábanas blancas mientras ella mordía sus labios sin poder evitar soltar ligeros gemidos, acostumbrada a no hacer ruido y pronto dejo de compararla con su hermana. Lyanna Dayne, ahora Lannister, era única. No tenía comparación con nadie y por una vez no pensó en su hermana.
A la mañana siguiente, ambos despertaron abrazados en su cama. Lyanna, cuando recién había despertado, pensó que se encontraba en los brazos de Jon Snow, pero los recuerdos del día y la noche anterior la abrumaron llegando a ahogar la punzada de dolor que invadió su corazón. Miro a Jaime Lannister respirar contra su cabello, con una sonrisa tonta en los labios, y no pudo evitar sonreír también. Espero con toda el alma de que él fuera el hombre que ella creía que era.
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Guardián
FantasyLa historia de Lyanna Dayne, la bastarda legitimada de Arthur Dayne, que se vera envuelta en el Juego de Tronos, pero su destino es un poco mas grande que ese. Todos los personajes de Juego de Tronos pertenecen a George R. R. Martin y HBO, solo Ly...