Capítulo VII

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Paso una semana desde el colapso nervioso de Lyanna, después del cual miembros de la Hermandad sin Estandartes vendaron su cuerpo con delicadeza y la vistieron con piezas de armadura pequeña.

-        Es mas seguro viajar para los hombres – susurro Thoros de Myr en su oído después de ponerle una de las botas –. Y te queda un gran viaje por delante.

Lyanna no habló durante los últimos cinco días. Los otros dos se lo había pasado preguntando por sus hijos, por provisiones para volver a Desembarco del Rey y por una espada. Todos sabían que estaba dispuesta a quemar la Fortaleza Roja por sus hijos, pero sabían estaban consientes de que no lo lograría.

-        Iras al Norte, donde el Señor del Fuego te quiere – continuo Thoros, al ver que la chica no había estallado esta vez –. Te encontraras con el cuervo. Necesitaremos tus habilidades cuando la Larga Noche regrese.

La chica solamente asintió una vez.

Y no noto donde estaban hasta que la subieron en un barco.

A lo lejos noto como Beric le pagaba una gran bolsa de oro al capitán mientras Thoros ponía una mano en su hombro.

-        Son hombres de confianza. Estarás bien Lyanna – Thoros parecía haber asumido la tarea de explicarle todo –. Partirás en unas horas y en menos de una luna estarás en el Norte, no tan al norte como quisieras, pero si lo suficientemente cerca. Con el oro que tienes conseguirás suficientes suministros e iras hacia Guardiaoccidente del Río. La Fortaleza estará vacía, y si no lo está, cruzaras por el agua congelada. Supongo que los dioses del Norte te guiaran desde ahí.

-        ¿Me? – la voz de Lyanna sonaba vacía –. ¿No irán conmigo?

-        Tenemos otra misión – Thoros le paso una bolsa pesada llena de armas –. Nosotros ya cumplimos con nuestra parte al traerte hasta aquí.

Lyanna volvió a asentir y el corazón de Thoros se rompió un poco al recordar la manera en la que solían brillar sus ojos y como parecía tener la capacidad de sonreír siempre. No quedaba nada en ella.

-        Espero que nos volvamos a ver – susurro acariciando su mejilla –. Y que cuando lo hagamos todo sea mejor.

Cuando ya llevaba media luna en altamar Lyanna se dio cuenta que había partido de Lannisport.

La ciudad era mucho mas impresionante que la capital. Y eso es todo lo que noto. Recordó una ligera sensación de sorpresa cuando vio la gran Fortaleza en la cima de la ciudad, como si fuera importante. Ojalá le hubiera dado importancia en ese momento. Supuso que al final los dioses si querían que conociera la cuna de su familia. De su ex familia. De la familia de su esposo.

Cada vez que pensaba en ellos su corazón se encogía, si cabía, un poco más. Cada vez que recordaba la risa de Arthur, el cabello de Joanna o los ojos de Jaime una parte de ella se hundía mas en la oscuridad en la que estaba envuelta. Así que dejo de pensar.

Thoros pensó que tardarían menos de una luna en llegar al Norte, pero tardaron más. Lyanna se paso aquel tiempo aprendiendo a manejar armas otra vez, encerrada en su camarote todo el día. Supuso que la Hermandad les había dado suficiente oro a aquellos hombres para que no la molestaran.

Desembarcaron en algún lugar cerca de la Isla del Oso, casa de los Mormont. Y los hombres que la llevaron hasta ahí no tardaron nada en dar la vuelta y regresar al sur. Obediente, Lyanna se acerco al pueblo mas cercano.

Tampoco noto el frio que hacía. Estas sola se reprendió al ver el pueblo totalmente deshabitado debes poner atención a tu entorno.

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