Capítulo XIV

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Lyanna caminaba por los balcones de Invernalia con una sonrisa inconsciente en su rostro, apoyándose un poco en el barandal viendo a Ser Davos charlar con una joven con media cara cubierta, Shireen Baratheon, y como descargaban otra carga más de vidriagón.

-        ¿Confías en ella? – la voz de Sansa sonaba educada mientras se paraba a su lado –. ¿En la Reina Dragón?

¿Confiaba en Daenerys? Parte de ella si lo hacía pues la Reina Dragón ejercía un tipo de atracción a cualquiera que la conocía, pero la parte de ella que aún era de Bran dudaba enormemente.

-        Cuando un Targaryen nace – respondió sin mirarla – los dioses lanzan una moneda cuyas caras son grandeza o locura. Aun no me queda claro de qué lado cayo la moneda de nuestra Reina.

Estaba segura que la moneda de Jon era de grandeza, como la había sido la de Rhaegar, aunque Lyanna sospechaba que tenía que ver más con la crianza de Ned Stark que con la voluntad de los dioses.

-        Entonces no lo haces.

-        Creo en no juzgar a las personas que conoces – trato de explicarse Lyanna –. Veo el amor y devoción que los Dothraki e Inmaculados le tienen, y ví el amor que le tuvieron todos aquellos a los que libero, pero siento que ella no entiende que la gente de aquí no es como la de Essos. Y que le frustra no recibir la misma adoración que recibió antes. La frustración es algo peligroso en los Targaryen.

Sansa la miro evaluando sus palabras con cuidado. Lyanna no pudo evitar pensar que su expresión era muy parecida a la de Meñique.

-        ¿Crees que será buena para Jon? – Lyanna dirigió la mirada a la pareja que caminaba con los brazos entrelazados saludando a los soldados –. Se que los hombres son manipulables, y él dio todo por ella.

-        Una mujer justa y un hombre honorable – Lyanna le dedico una sonrisa a Sansa mientras hablaba –. Ella controla sus impulsos por él... y él parece más un Rey con ella alrededor.

-        Supongo que debo terminar de planear la boda después de todo – Sansa trataba de ocultarlo, pero su voz mostraba un poco de entusiasmo –. No habrá banquete ni un baile, pero será una ceremonia del Norte, frente al Árbol Corazón.

Lyanna tomo la mano de su amiga y la apretó ligeramente. No mencionaría su boda con Ramsay, pero necesitaba mostrarle su simpatía.

-        Agradecería tu ayuda con respecto a mi vestimenta y cabello – le comento Lyanna y viendo algo de brillo en los ojos de Sansa –. Solo tengo un par de vestidos viejos y armaduras. Quisiera... sentirme como antes una última vez. Y teniendo en cuenta que mi ex esposo llegara y me vera por primera vez en años...

-        Y que tienes que asistir a la boda de tu primer amor... - las sorprendió Arya apoyada en la pared detrás de ellas como si hubiera estado toda la vida ahí.

-        ¡¿Qué?! – Sansa se cubrió la boca con las manos mientras Lyanna le daba una mirada acusatoria a la menor.

-        ¿Nunca te diste cuenta? – Arya parecía a punto de reír ante la mirada de Lyanna – ¿Cómo lo defendía apasionadamente? ¿Siempre desaparecían juntos? ¿Todas las mañanas los encontrábamos juntos? ¡Hasta la Reina Dragón lo sabe!

-        Eso quiere decir que tu... ¡Lyanna! – Sansa reía abiertamente ante la vergüenza de su amiga –. ¡Esto lo hace mucho mejor!

-        ¿A qué te refieres? – pregunto Lyanna ante la mirada cómplice de las hermanas, secretamente feliz de verlas llevarse bien.

-        Haremos que te veas tan arrebatadoramente hermosa – comenzó Sansa – que mi hermano se preguntara si se está casando con la mujer correcta.

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