Capítulo I

1.1K 109 7
                                    

Lyanna tenia los dedos entrelazados con los de su esposo. Los hijos de ambos dormían pacíficamente en su carrito, detrás de ellos, ajenos ante la situación. Cersei aun no había llegado, y el rey Tommen no abandonaría la Fortaleza Roja hasta que comprobaran su seguridad.

-        Él te amo más que a nada en el mundo – susurro Lyanna en el oído de su esposo –. Todo por lo que lucho, todo lo que construyo, fue para ti. Para Arthur y Joanna.

Jaime clavo los ojos con ella. Ojos sin lágrimas. Tywin le había enseñado a su hijo que las lágrimas eran signo de debilidad.

Y la Lady no pudo evitar recordar como habían transcurrido los últimos dos días. Después de las pesadillas, Lyanna despertó sobresaltada, dándose la vuelta para ver si su esposo estaba con ella. Y no estaba. Aun así, luego de esperar un poco, su esposo se deslizo por la puerta, viéndola.

-        Pensé que dormías – susurro quitándose rápidamente la ropa, de manera tremendamente torpe por el muñón, y metiéndose en la cama con ella y ver su rostro agitado –. ¿Estás bien?

No lo estaba. La misma sensación de terror que le invadió el pecho, hace años ya, cuando aun era doncella y vivía en Invernalia bullía en su interior. Se pregunto quién moriría esta vez.

-        Solo abrázame – susurro –. Yo te abrazare de vuelta.

Entre pequeños susurros, Jaime le conto que había estado haciendo a esas horas de la noche. Le conto sobre como había conspirado junto a Varys para sacar a su hermano de su celda y llevarlo a la libertad. Y también le conto que Tyrion había admitido haber matado a Joffrey.

-        ¿Lo lastimaste? – pregunto Lyanna –. ¿Le dijiste algo que lo hiriera?

-        ¿Por qué?

-        Porque estoy segura que él no lo mato, mi Jaime, pero que quería herirte a ti en específico.

Se vieron interrumpidos por el amanecer. Era peligroso hablar de día, especialmente ese día. No esperaban los toquidos desesperados de un par de guardias solo unos minutos después. Lyanna se puso rápidamente una bata y dejo que su esposo abriera en ropa interior.

-        Lo siento tanto...  - hablaba el guardia –. No entro por la puerta, no entro por ninguna ventana. Encontramos un pasadizo que se abría detrás de su librero. Un de mis compañeros lo encontró en el retrete mi Lord.

Lyanna lo comprendió antes que Jaime. No la situación en conjunto, no se creía capaz de tanto, pero supo que Tywin había muerto esa noche. Al fin y al cabo, el guardia había llamado "Lord" a su esposo. Y Jaime solo seria un Lord con su padre muerto.

-        ¡Habla claro! – grito Jaime al ver la cara de pánico del guardia –. ¡Desde el principio!

-        Su padre murió mi Lord. Asesinado con una ballesta. Debió estar en la letrina cuando sucedió. Lo encontraron sentado ahí – el terror se reflejaba en los ojos del pobre guardia –. Ser Meryn bajo por el túnel secreto que encontramos.

Un brillo de terror se reflejo en los ojos de Jaime, pero su voz jamás fue tan firme que cuando hablo.

-        Llama a Pycelle. O a cualquier maestre, el que este disponible. Quiero a toda la Guardia Real investigando esto, pero no descuiden al rey. Que alguien vaya y le avise a mi hermana – el guardia seguía esperando instrucciones –. ¡Ahora!

Antes de que el Guardia terminara de irse, Lyanna ya estaba metiéndose en un vestido sencillo. Jaime quería detenerla, pero algo en su ser le dijo que la necesitaría. Necesitaría su consuelo. Llamaron a las damas de compañía de Lyanna y partieron casi corriendo hacia la torre de la mano. Jaime llevaba en el cinto la espada que una vez fue de Joffrey.

GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora