Capítulo XXI

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— Lady Lannister, es un honor verla por aquí —el Gran Maestre Pycelle saludaba a Lyanna, genuinamente sorprendido. No se le había pasado por alto como la joven Lady intentaba ignorarlo a toda cosa, siempre prefiriendo la atención y cuidados de otros Maestres—. ¿Puedo hacer algo por usted? ¿Se encuentra bien?

Lyanna, quien cada día estaba más enorme, sonrió al viejo maestre. Desde el arresto de Ned, ella había estado haciendo todo lo posible para internarse en las mazmorras, en aquellas celdas oscuras que se encontraban debajo de la Fortaleza Roja sin que la vieran, cosa que era difícil ya que apenas podía moverse bien.

— Solo quiero escribir una carta a Roca Casterly, para informar a mi esposo y mi suegro como están los niños —le dedico al viejo una sonrisa angelical mientras acariciaba su vientre—. ¿Puede llevarme con los cuervos?

El maestre se quedó algo embelesado por la sonrisa de Lyanna y asintió, guiándola por la torre donde él se hospedaba.

— Estaba a punto de mandar un cuervo a la Guardia de la Noche, claro que la ayudare.

El corazón de Lyanna dio un salto. No sabía nada, absolutamente nada de Jon. Calculo que para estas alturas él ya sería un hermano juramentado. Seguramente el Lord Comandante Mormont le había acogido bajo su ala y que ahora sería un explorador. Tomando una decisión apresurada, cogió dos hojas de pergamino en vez de una. Observo al Maestro Pycelle ir a un par de jaulas específicas y el comenzó a escribir al frente de ella. Mordiéndose los labios comenzó a escribir apresuradamente.

Jon Snow

Los lobos en el sur siempre perecen, son duros de roer, pero no hay lugar para ellos en el sur. Nymeria huyo de la capital después de atacar al pobre Rey Joffrey. No está aquí y nadie sabe de ella, pero tiene su aguja. Siempre fue la más salvaje de la camada, especialmente cuando huía con los Arcianos y todos la buscaban a gritos. Una loba esta mejor libre.

Mi corazón anhela esos momentos.

Sansa está bien y es cuidada y vigilada todo el tiempo, al igual que yo y tu padre.

Mientras todos tengamos en mente la paz y prosperidad del reino y juremos lealtad al Rey Joffrey, no tenemos porque hundirnos en una guerra.

Mi familia es misericordiosa, y para evitar más sangre derramada, transmitile a Robb mis palabras.

Lyanna Lannister.

No estaba muy claro ni siquiera para ella, pero si interceptaban la carta esperaba que no lo descubrieran. Necesitaba que Jon supiera que Arya estaba bien y que los demás sobrevivirían. Lyanna se aclaró la garganta justo en el momento en que el Maestre amarraba su nota en la patita del cuervo que se suponía iba al norte.

— Maestre, ¿puede prepararme un té de hierbas? —susurro buscando apoyo en la pared—. Hay veces que me suben mareos y no sé cómo manejarlos.

— ¡Claro mi Lady! —el anciano salió de la torre apresuradamente, ansioso por ganarse el favor de la cuñada de la reina.

En cuanto dejo la habitación, Lyanna enrollo rápidamente el papel, lo sello lo mejor posible y lo puso en medio del pergamino que ya estaba con el cuervo. Después se dio la vuelta y comenzó a escribir en el segundo pergamino.

Amor mío

Escribo para informarte que me encuentro muy bien de salud, al igual que nuestros hijos. Cada vez faltan menos lunas para que ellos lleguen a este mundo y los amemos tanto, o incluso más, que como nos amamos el uno al otro. Espero que estés bien y que los dioses te iluminen y te cuiden.

Rezo todos los días por nuestra familia. Saluda a mi Lord Suegro por mí, dile que sus nietos están más fuertes que nunca.

Espero ansiosa tu regreso,

GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora