Dulce.
Han pasado un par de días, no sé exactamente cuantos porque no salgo del departamento ni casi me levanto de la cama. Me limito a dormir, escuchar música y hacer algo de ejercicio. No puedo sacarme sus ojos azules de la cabeza, sus suaves y delicados labios, la dulzura de su aliento. Nunca alguien se metió adentro mío de esta forma y puedo decir que realmente quiero volver a cuando no sentía nada.Quiero volver a cuando era una espectadora de la vida y estaba alejada de todo, teniendo sexo y trabajando como si nada de eso me tocara porque así es, nada de eso nunca me llegó. Eficazmente construí mi barrera y nada la había traspasado hasta que la conocí a ella, Anahi Puente.
No entiendo la ironía de poner a este ángel en mi camino, no entiendo lo retorcido que puede ser el destino a veces. Solo sé que cada día se me hace más difícil no hablarle, no tocarla y este sufrimiento, esta necesidad es algo para lo que no estoy preparada. Intento hacer las cosas bien, intento no arrastrarla a ella conmigo pero siento que estoy destruyendo lo poco que quedaba de mí. ¿Es egoísta quererla, desearla? Por supuesto que lo es, significa terminar con su inocencia, ponerla en peligro, posiblemente hacerla sufrir.
No soy lo que ella se merece, no estoy a su altura y nunca lo estaré pero de alguna forma ella ve algo en mí que la atrae. Me sonríe y una calidez llena mi cuerpo, quiero volver a sentir eso porque estoy cansada de la frialdad que domina mi vida. Tal vez sea tiempo de ser egoísta, tal vez me pueda permitir eso.
Nunca esquivé lo que el destino puso en mi camino y ahora la puso a ella, si no quiero esquivarla tal vez no deba esquivarla. ¿Cómo arreglo las cosas? ¿Cómo hago las cosas bien? ¿Cómo hago que esto funcione cuando ella viene del cielo y yo soy una habitante permanente del infierno?
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Finalmente decidí ir a buscarla, tratar de explicarme otra vez, tratar de que aunque sea deje de verme como a una malnacida y me brinde su amistad ¿A quién engaño? No quiero su amistad, quiero mucho más pero ese es un comienzo.
Aquí estoy parada al costado de su auto en el estacionamiento de la UCLA. Mi auto bloqueándole la salida al suyo tal como el día en que la conocí, solo que esta vez es a propósito. Hace media hora que estoy esperando, repasando explicaciones vacías en mi mente porque no puedo decirle la verdad pero buscó la que se acerque más y suene más convincente.Finalmente la veo venir, está hablando con un chico y se despide con una sonrisa que mantiene camino a su auto pero se le desvanece cuando ve el mío. Se acerca y yo juego nerviosa con la rosa entre mis dedos. Si traje una rosa, no es mi estilo, nunca regalé ninguna pero ella empieza a hacerme querer hacer estas cosas estúpidas o “románticas” como prefieran decirlo. Para cuando llega a mi lado su expresión es de molestia pero a la vez de sorpresa.