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Llegué al restaurante y lo miré de afuera. El nombre me ponía algo incómoda, me hacía acordar a Dulce. Me olvidé de eso, suspiré y entré.
"Bienvenida señorita Puente" Me dijo un adolescente vestido con uniforme que me abrió la puerta y me acomodó en una mesa, la única preparada. El resto del restaurante tenía las mesas vacías. El lugar me pareció hermoso, decorado con elementos de distintos países. Me quedé mirando la pared mientras me sentaba, ese color....
"Gracias"
"Mi nombre es Jack y soy uno de los ayudantes de cocina de “Jane”. ¿Qué puedo servirle de beber?"
"Con agua mineral estoy bien, técnicamente estoy en horario de trabajo"
Me sonrió y se fue. En seguida volvió con el agua.
"Gracias Jack. ¿Puedo hacerte una pregunta?"
"Claro, si vino para hacer la nota" Me contestó contento.
"¿Cómo llegaste a Jane?"
"Bueno, yo solía robar por las calles. Nada demasiado grande, ya sabe arrebatos y esas cosas, nunca lastimé a nadie. Un día arrebaté una cartera y cuando quise acordarme tenía a alguien persiguiéndome y en una abrir y cerrar de ojos estaba tirándome al piso y no dejándome escapar.
Esta persona me preguntó por qué hacía lo que hacía, me aconsejó y me obligó a devolver lo que había robado. Me contó que había pasado por cosas parecidas y ofreció ayudarme. Al otro día estaba acá aprendiendo cosas de cocina. Ahora tengo un trabajo, algo en lo que soy bueno, se siente genial" Sonrió y le sonreí. Me alegraba que este chico ya no estuviera arruinando su vida.
"¿Y la persona que te ayudó es el dueño de Jane?"
"Si, claro....Bueno ahora va a venir su verdadera entrevista"
Desapareció tras las puertas de la cocina, dejándome sola para observar el lugar. Me levanté, recorrí el salón y luego volví a sentarme. De repente el olor de un plato comenzó a llegar hasta mí, un plato que me parecía haber probado antes. Cuando levanté la vista del cuaderno en el cual tomaba notas, no pude creer lo que veía.
"Bienvenida, espero que disfrutes del lugar"
Ahí parada frente a mí, en un uniforme de cocinero estaba Dulce María Espinoza, sonriéndome levemente y extendiendo su mano. La miré sin entender, sin poder moverme, hasta que mis piernas se dignaron a sostenerme y me levanté. Dubitativamente extendí mi mano, estreché la de ella, temiendo el contacto con su piel. Teniendo razón en temerlo al sentir una leve corriente. Busqué palabras dentro del caos en mi cabeza.
"¿Trabajas acá?"
"Soy la dueña, de ahí el nombre, Jane"
"Por tu madre"
"Por mi madre"