X - ¿Puente tienes el dinero?
Chris - No todavía no pude juntarlo, dame más tiempo por favor -le pedía más tiempo pero en realidad no le alcanzaría toda la vida para juntar esa cantidad-
X - Ya te di demasiado tiempo, se me acabó la paciencia. Vas a entender por las malas que con mi dinero no se juega
Chris - ¿Qué? Pero......
X - Si mañana no me traes la plata prepárate para sufrir.
Le cortaron y un escalofrío enorme recorrió todo el cuerpo de Chistopher, no sabía que hacer, lo único que sabía era que probablemente vendrían a buscarlo.
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Dos meses atrás
Había llegado unas semanas antes a LA, tenía este tiempo libre y quería aprovecharlo para descansar sin complicaciones hasta la fecha estipulada para su nuevo encargo. Estaba quedándose en un pequeño departamento que había alquilado, con vista a las playas de Malibú. Hacía demasiado que no se daba un tiempo para relajarse, la verdad es que nunca estaba relajada, le habían quitado todo el gusto por disfrutar de la vida, no tenía amigos y no confiaba en nadie. Sólo tenía como placer el sexo pero eso tampoco lo disfrutaba como se debía porque lo hacía sin estar enamorada de la persona. Allá en Chicago tenía sus mujeres regulares con las que se acostaba, una para cada ocasión, todas distintas pero de su gusto.Ellas formaban parte del mismo mundo que ella y sabían lo que hacía, también sabían que no eran las únicas pero no les importaba, su encanto podía más. A veces pensaba que podía hipnotizar a las mujeres porque siempre terminaba consiguiendo lo que quería, tan dóciles, tan frágiles pero tan adorables. Con ellas bajaba un poco la guardia, se conectaba de nuevo con algún sentimiento humano, tenía contacto con el exterior.
Con ellas era otra persona distinta a la que era cuando trabajaba, seguía siendo incapaz de conectarse profundamente pero era más suave, gentil y mostraba pasión. Como dije allá en Chicago tenía una para cada ocasión, una para cuando quería ser más suave todavía, cuando quería ser más intensa y otra para cuando quería ser casi violenta, claro está respetando lo que la otra le dejaba hacer que en realidad era bastante porque esa era su loca y disfrutaba del dolor que la morena pudiera causarle así que con ella casi no tenía control.
Gran parte del tiempo estaba fuera de Chicago, viajando a donde necesitaran de sus servicios y no le costaba conseguir alguna chica para un encuentro casual. Eso era todo lo que se permitía, en realidad eso era todo lo que podía permitirse porque ya estaba incapacitada para sentir como una persona normal, estaba demasiado dañada y era como una máquina programada para cumplir con su trabajo sin dudar. Cualquier persona de bien no podría hacer lo que ella hacía, cualquier persona con consciencia sería incapaz de hacerlo pero ella estaba más allá del bien y del mal, como culparla si había sido criada y entrenada para eso, de pequeña a los golpes le sacaron la consciencia que la habría detenido en el momento de matar. Ahora era fría, no dudaba, la mejor en lo suyo decían. Nunca dejaba rastros, era cuidadosa, sus asesinatos era discretos, sus torturas silenciosas y todos sabían que su palabra valía, que era honorable a pesar de todo. Cuando se comprometía cumplía, por eso todos los grandes mafiosos de USA le daban trabajo deshaciéndose de lo que les molestaba o para conseguirles información de alguien que no quería darla.
Descubrió que tenía tiempo libre pero no sabía bien como llenarlo, matar o torturar a quien fuera su objetivo era lo único que sabía hacer. Los primeros días se dedicó a caminar por la cuidad, observando a la gente, especialmente se dedicaba a observar a los que reían o estaban contentos porque no lo entendía, no entendía que podía alegrarles de este mundo lleno de delincuentes, asesinos como ella, traficantes, pervertidos, violadores o simplemente egoístas.