An - No lo sé…esto es más de lo que esperaba…Llegamos -dijo señalando el pub-
Dulce paró el auto e iba a hablarle a Anahi, pero la rubia ya estaba por bajar.
Dul - Anahi no bajes…quiero decirte algo…
An - ¿Qué? -dijo volviendo a acomodarse en el asiento-
Dul - Entiendo si después de saber eso no quieres estar más conmigo. Te dije que no era buena para ti, te dije que lo que veías en mi no es lo que realmente soy…
An - Dulce -dijo volviéndola a mirar después de lo que la morena le había confesado-.....demonios, esto es tan difícil –suspiró-. Si esto me lo hubieras dicho el primer día que nos conocimos te habría dicho que no quería saber nada contigo. Yo tengo mis principios, fui criada de cierta forma, por dios mi hermano murió en un tiroteo de una pandilla así que tengo todas las razones para aborrecerte por lo que haces-Dulce bajó la mirada resignándose-.........Pero te conozco no por lo que haces, sino por quien eres, por lo que sientes y sé que esto no es lo que quisiste para ti, sé que si las cosas en tu vida se hubieran dado de otra forma ni siquiera estarías involucrada en algo así…Te quiero y no puedo dejarte.
Dulce le respondió con un beso lento e intenso.
Dul - Yo también te quiero Any -acariciando su mejilla-
An - Pero quiero que la fábrica deje de hacer ventas ilegales… ¿Tú la manejas ahora verdad?
Dul - Mi padrastro se retiró de la parte de New York y yo manejo el resto ahora.
An – Ok, entonces deja de vender a la mafia.
Dul - Apenas pueda voy a hacerlo -dijo sinceramente aunque en sus adentros se refería a dejar de asesinar para la mafia-
An - Ahora entiendo porque tienes siempre tanta plata solo con el sueldo de doctora…Bueno vayamos a despejarnos con un poco de música.
Dul – Any, mejor vayamos a otro lado, este barrio es peligroso. No me gusta que estés acá.
An - No pasa nada Dul, vine un montón de veces y sin que estuvieras tú para protegerme. Así que ahora voy a estar más segura todavía.
Dul – Esta bien. -dijo a regañadientes- Entra que yo voy a buscar un lugar donde se pueda estacionar.
An – Va.
Dul - No te quedes en la puerta, entra y espérame.
An - Si amor -le dio un beso y bajó-
Dulce estaba nerviosa y preocupada. Realmente no le gustaba para nada estar con Anahi en este barrio. No quería que nadie de los muchachos del mariscal la viera con ella, no quería exponerla a que alguien de la mafia supiera que la rubia estaba relacionada con ella. Porque eso las volvía vulnerables a ambas, si alguien quería presionarla o vengarse por algo y sabían que la rubia le importaba irían tras ella. Esa era la desventaja de involucrarse con alguien. Ahora entendía que ese era el miedo y la paranoia que siempre había tenido su padrastro, temiendo por la seguridad de su madre quien nunca supo a lo que realmente se dedicaba. Irónicamente su madre había muerto de cáncer y ni todas las armas y métodos de protección de él sirvieron para salvarla.
La morena estacionó el auto lo más cerca del pub que pudo y fue rápido a buscar a Anahi. No quería dejarla sola ni un minuto de más.
Una vez en el pub las chicas se olvidaron de la conversación anterior y tomaron unos tragos disfrutando de la música de la banda. Después del recital los músicos fueron a saludar a Anahi y hablaron por un rato.
Finalmente las chicas dejaban el pub tomadas de la mano. Pero al salir a la calle Dulce la soltó.
An - ¿Pasa algo?
Dul- No nada. Vamos al auto, está acá a la vuelta.
Siguieron caminando pero en la esquina se toparon con un hombre alto y corpulento vestido todo de negro.
X - ¿Espinoza? -dijo inseguro el hombre-
Dulce se llevó la mano a la navaja escondida entre su ropa y lo examinó. En seguida reconoció el tatuaje indicando que era uno de los hombres del mariscal y dejó de tantear la navaja por sobre la ropa, pero no se relajó en absoluto.
Dul - Ahora no puedo. Si quieren decirme algo que me llamen -dijo seria y avanzando con Anahi-
X - Es un segundo. El jefe me pidió que te llamara pero ya que te encontré por acá -deteniéndola con el brazo-
Dul - No me toques -dijo sacándoselo de encima- ¿Tu jefe ya no les enseña modales? -dijo enojada-
Anahi miraba la situación desconcertada. Nunca había visto a Dulce tan tensa ni con expresión tan dura. Le sorprendía la forma en la que ese hombre de aspecto intimidante parecía tenerle miedo y respeto, como si estuviera un escalón por debajo de ella. Los ojos de la rubia se llenaron de miedo cuando al moverse un poco la casaca que el tipo llevaba vio que tenía un arma. Dulce lo notó.
X - Lo siento Espinoza. ¿Interrumpo la noche con tu “Barbie”?
Dul - ¿Eso te mandaron a decirme imbe.cil?
X - No, yo solo decía…
Dul - An…barbie anda al auto -dirigiéndose a la rubia en forma de orden y dándole las llaves-
An - Dulce que.....-agarrando las llaves-
Dul - ¡Anda al auto! -le gritó y la empujó para que se fuera-