"Ah,porque la estoy llamando y no atiende el celular ¿Está arreglando problemas con los proveedores?"
"Con los proveedores está todo bien, se fue unos días. Dijo que mañana tampoco venía, tenía que hacer un viaje y ocuparse de algo"
"¿De qué tenía que ocuparse?" Pregunté molesta de que me hubiera mentido.
"No sé, no me dijo más. Pero parecía bastante preocupada, tal vez sea algo familiar"
"Algo familiar, si claro" Con sarcasmo. No podía creer que me estuviera mintiendo otra vez, desapareciendo así. Todo cerraba, el llamado, el cambio en su actitud y ahora de repente un viaje a quien sabe donde ¿Qué ******* iba a pensar? ¿Por qué hacía esto? Le estaba yendo bien, estaba feliz, me tenía de vuelta ¿Era por la plata? ¿Iba a matar otra vez porque necesitaba plata para mantener el restaurante? Porque si no era por eso el único motivo que me quedaba es que realmente le gustara hacerlo pero eso no encajaba con todo lo que conocía de ella.
"Cuando la vea le digo que viniste a buscarla"
"Si y dile que mejor… tenga una muy buena excusa para su acto de desaparición porque si no se va a tener que olvidar de mi"
"Ok, yo le digo" Me contestó algo asustado, seguramente tenía miedo de haber metido la pata con lo que me dijo.
Realmente quería que pudiera explicarme esto ¿Pero que me iba a explicar? Por algo me había mentido con respecto al llamado y por más que deseara que no fuera así lo más probable es que viniera con ojos perdidos a confesarme lo que había hecho y a pedir perdón. No quería más muertes en mi conciencia, más confesiones de sus crímenes, ya había tenido más de lo que podía soportar. Me dolía en el alma que esto estuviera pasando, me dolía y me ponía furiosa a la vez. Si estaba haciendo lo que todo indicaba que estaba haciendo, yo iba a hacer lo único que me aseguraba no volver a acercarme a ella, lo que cualquier persona cuerda habría hecho hace tiempo en vez de andar creyendo que una asesina tiene corazón, la enviaría a la cárcel.
Dulce;
Dándole buen uso a mi mapa de San Diego encontré la dirección sin problemas. Estaba en la entrada de una enorme casa, en uno de los barrios más caros de la ciudad. El hijo de puta vivía bien, al parecer. Toqué mi bolsillo derecho, tenía mi navaja. Toqué el izquierdo, estaban los cigarrillos y un encendedor, todavía me quedaban varios del segundo atado que me compré, iba a necesitarlos. Agarré mi bolso, las dos botellas de whisky Chivas y bajé a tocar el timbre, todos mis músculos tensos y el rostro inexpresivo.
"Te estaba esperando" Me dijo su voz grave desde el portero eléctrico y me recorrió un escalofrío.
La reja se abrió y entré hasta la puerta que también estaba levemente abierta. Otra vez volví a entrar, cerré bien la puerta y a paso firme llegué hasta la sala. Ahí estaba, sentado en un sillón de cuero negro, con su mano agarrando un bastón de mango de plata y sus ojos fríos. Se notaba el paso del tiempo desde la última vez que lo vi, hace ya seis años atrás, ahora tenía algo de canas en su pelo negro, la misma expresión detestable.
"Dulce"
"Paul" Dije apretando la mandíbula.