Si antes no se ponía nerviosa por la forma de mirarla de Dulce ahora si lo hizo. Su corazón se aceleró ante esa mirada, era como un imán y sentía la necesidad de acercarse a ella. Dulce se adelantó y se acercó, le puso una mano en la mejilla muy suavemente.
Dul - Tranquila, las miradas son inofensivas ¿cierto?
An - No sé… ¿la tuya lo es?
Dul – Mmm, depende a que le llames ofensivo -con su dedo rozó apenas el borde de sus labios y después dejó de tocarla.
Se alejó y le abrió la puerta del auto.
Dul - ¿Vamos?
An - Eh......si -todavía descolocada por su toque.
Los primeros minutos en el auto había silencio absoluto. Anahi intentaba descifrar a Dulce, sus actitudes, lo distante y lo cercana que estaba a veces. Dulce intentaba comprender lo que sentía, porque nunca se había sentido así con nadie, nunca quiso estar tan cerca de una persona ni se sintió tan bien compartiendo cosas, nunca sintió la necesidad de estar con alguien como la sentía ahora con ella.
Dul - No preparé nada todavía….así que me vas a ver cocinar en vivo, es mejor así recién hecho.
An - Ah genial así aprendo… ¿Y qué me vas a cocinar?
Dul - Pollo con salsa de vino blanco y verduras.
An - ¡Wow! suena elaborado
Dul - No es muy difícil…Mmm, si no te gusta el vino puedo cambiarle la salsa.
An - Si me gusta, no suelo comer platos preparados con vino pero me gusta.
Dul - La hago suave, ni vas a notar que tiene vino, con el fuego el alcohol se consume…Llegamos.
Llegaron a un bonito edificio frente a la playa. Dulce se comportaba totalmente caballeresca, le abría la puerta del auto, la dejaba pasar primero y aunque no quisiera reconocerlo estaba nerviosa, algo totalmente nuevo porque jamás había estado nerviosa de llevar a una chica a su departamento, pero esta no era cualquier chica.
Se había ocupado de guardar sus armas más cuidadosamente que de costumbre, no quería tener la mala suerte de que mirando algo Anahi las descubriera pero seguía llevando consigo su navaja. Sabía que no podía quedar desprotegida, siempre tuvo la sensación de que un día alguno de los mafiosos que torturó vendría a buscarla, no porque le importara su persona pero ahora Anahi se encontraba ahí y no podía ponerla en peligro, no más del peligro que era ella en si misma.
Su cabeza le decía que se detuviera, que dejara en paz a esa belleza rubia de ojos azules y no permitiera que ninguna de las dos se involucrara, solo iba a causarle daño y problemas. Para empezar dentro de un tiempo tendría que dejar LA para ir a hacer un trabajo en algún otro lugar y eso las haría sufrir a ambas y además ni siquiera estaba segura de poder llevar una relación normal que incluyera confiar en el otro, ser sincero y demostrar verdaderos sentimientos.
A la vez que algo en su interior le impedía detenerse, no sabía que era o de donde provenía pero la hacía seguir adelante, querer acercarse y tocarla, hablarle aunque no pudiera contarle toda la verdad, besarla. Dulce no lo sabía pero eso provenía de su corazón, porque todavía le quedaba uno, estaba dañado, solitario, desconfiado, maltratado, olvidado, endurecido y por momentos frío, pero de a poco comenzaba a latir y volverse cálido por Anahi. La vida le había puesto enfrente a la persona capaz de curarla de sus profundas heridas, de devolverle su humanidad. Ninguna era consciente de ello y tampoco sería fácil, comenzaba un largo camino para ambas.