Capitulo 58

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Uno de los hombres de Gino que era algo así como enfermero se había ocupado de mi herida. Dolía pero no era nada de lo que no pudiera recuperarme. Cuando todo pasó quedé algo mareada por la sangre que había perdido. La mitad de los hombres volvían a Chicago ese mismo día junto con los caídos para que tuvieran su funeral con su familia, la otra mitad se quedaba con Fausto en LA asegurándose que el bajo mundo supiera quien estaba a cargo ahora. Yo fui a descansar a mi departamento. Fausto insistió acompañarme porque según él tenía miedo de que me cayera por el camino y además porque estaba sin mi auto. Cuando llegué me saqué las armas sin prestar atención a donde las dejaba, tomé varios calmantes y me tiré en la cama quedando dormida a los minutos y los sueños donde aparecía Anahi no tardaron en llegar.

Desperté luego de dormir varias horas entre sueños y pesadillas donde personas desconocidas querían hacerle daño a Anahi. Miré el reloj y eran las 5 de la tarde. Estaba toda transpirada y creo que tenía algo de fiebre, mi brazo había dejado una mancha de sangre en la cama aunque ahora ya no sangraba. Quería ver a Anahi y decirle que estaba a salvo, que todo había terminado pero no en estas condiciones. Además seguramente iba a ser la última vez que la viera, me traía una gran desesperanza saber que lo más probable era que no tuviéramos futuro. Si antes había pocas posibilidades de que quisiera seguir conmigo ahora eran aun menos, después de que supiera que había vuelto a matar aunque se tratara de mafiosos malnacidos. Así que adelantar nuestro encuentro era adelantar mi última oportunidad de estar con ella, después de eso no había nada.

Me levanté y me di una ducha. Luego guardé las armas en una caja y la cerré con llave. Lo único que quedaba era el revólver. Lo sostuve entre mis manos, le saqué todas las balas excepto una y lo puse en un estuche luego guardándolo en mi mesa de luz. Me senté en el sillón de la sala a escuchar música, lo que odiaba de tener el brazo así era que no podía hacer ejercicio.

Al otro día desperté bien entrada la mañana. Prendí la tele y detuve el zapping de bastante tiempo al pasar por un canal de noticias. Estaban cubriendo la noticia del asesinato de un presunto líder de la mafia aunque no había nada confirmado aun. Pase a los demás canales y todos informaban sobre lo mismo. Si que viajan rápido las noticias, después de todo algún vecino habrá llamado a la policía. Por lo que parecía todavía no habían encontrado los muertos de los clubs pero no tardarían en hacerlo. Sonó mi teléfono.

"Hola"

"Hola Dulce, Fausto me informó que todo salió bien. Y hoy estuve viendo las noticias"

"Si, todo salió bien"

"Gracias por evitar que le dieran a mi hijo, sabía que iba a estar seguro estando contigo"

"Solo hice lo que tenía que hacer"

"Ya no tienes nada de que preocuparte. Fausto se va a quedar en LA. Ahora mismo todos están sabiendo que los Marzoni están a cargo. Nadie nunca va a molestarte ni a ti, ni a los Puente" Me dijo sinceramente.

"Gracias Gino"

"Me gustaría que vinieras a Chicago a cobrar tus 100 mil y además porque necesito tu ayuda un última vez. Quiero ir unos días a LA a ayudarle a Fausto a organizar todo, a establecernos pero no quiero dejar Chicago desprotegida, a mi familia desprotegida. Acá está mi mujer, la mujer de Fausto embarazada. Sabes, que si el jefe no está a pesar de que queden mis hombres siempre es una tentación para los que están disconformes. Tu presencia me dejaría más tranquilo. Te lo pido solo como una cordialidad"

Conociendo el AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora