Capítulo 12

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"27 de octubre de 1991"

Mary llevaba casi dos semanas despertándose a las tres de la mañana sin motivo aparente.

Bonnie y Charles estaban agotados. No sabían qué hacer con ella, cómo dormirla. Sin sus horas de sueño, la niña pasaba los días muy irritada y de mal humor. Los padres se sentían frustrados porque no sabían cómo calmarla y hacer que volviera a ser la misma chica alegre que había sido hasta unos días antes.

Los tres necesitaban descansar.

Desde que se mudaron al pueblo, Mary dormía en su propia habitación. Si hubiera extrañado dormir con ellos, hubiese comenzado a llorar antes.

Por mucho que intentaban darle explicación para saber cómo atajar el problema, no había forma de encontrarla. Si por lo menos hablara, habría alguna forma de saber qué le pasaba. Pero no era así. Aún era demasiado pequeña.

Lo peor era que no tenían a nadie cerca a quién consultar aquello. La madre más cercana que tenían era Nicky, pero no creían que estuviera en condiciones para preguntarle sobre un tema como aquel. Ya bastante ajetreada estaba ella teniendo que hacerse cargo de sus dos niños como para tener que hablar sobre los problemas que tenía la suya.

—¿Y si llevamos a la niña a Madrid? – preguntó Charles intentando darle alguna solución a lo que le pasaba a la niña.

—¿Para qué? – contestó Bonnie.

—Podríamos consultar a un psicólogo. A ver si nos da solución a lo que le pasa. No podemos seguir así.

—Es una niña de trece meses. ¿Qué le va a contar, que tiene problemas con el biberón? – Ironizó.

Charles la miró con cierto desprecio hacia sus palabras. Como padre de familia, tenía que hacer que su familia estuviera bien, especialmente su hija. Y no le gustaba no poder hacer nada por ella.

—Algo tendremos que hacer para que deje de llorar a esas horas.

—¿Y la solución es un psicólogo?

Charles intentó dejar el tema de lado. Parecía ser que esa idea no le había agradado a su mujer.

Salió de casa sin decirle nada. Estaba de mal humor.

No le gustaba que su mujer no quisiera hacer algo para que la niña estuviera bien. No era normal que Mary no durmiera toda la noche del tirón. Desde siempre había sido una niña muy dormilona. Incluso de recién nacida dormía muy bien. Apenas se despertaba.

Bonnie fue detrás de él.

—Charles, no te preocupes. Estará notando ahora el cambio. Es normal en niños de entre uno y tres años.

—No analices a Mary como si fuera una niña cualquiera, Bonnie – es tu hija–. Es nuestra hija. ¿Cómo puedes estar tan tranquila?

—¿Y la solución es llevarla a un psicólogo que no puede hacer nada por ella? No puede explicarle sus problemas.

—Bueno, pues tomémonos unas vacaciones. Volvamos a Madrid por unos días. Puede que extrañe el ambiente.

—¿Y qué hago con el trabajo?

Charles sabía que tenía razón. Seguía pensando que tenían que salir del pueblo, volver a la ciudad todos juntos, aunque fuera por unos días. La niña volvería a un entorno conocido para ella.

—Quizás lo que le sucede a la pequeña es que echa de menos la capital. La hemos sacado de allí muy bruscamente. – Gritó el empresario saliendo de casa, cerrando tras de sí la puerta con un portazo.

Fue a dar un paseo, dejando a la niña con su madre.

Bonnie llamó a Nicky. Tenía un disgusto bastante importante debido a la discusión con su marido, por lo que necesitaba a una amiga.

Se sentaron en la mesa a tomar un café.

Le comenzó a contar lo que había estado hablando con su marido. Sabía bien que no era la persona adecuada para desahogarse, pero era la única persona con la que tenía la confianza suficiente para contarle este tipo de cosas.

_Pero a la niña no le hace falta un psicólogo ni nada parecido – dijo Nicky. - ¿La habéis llevado al pediatra?

_No, todavía no – contestó Bonnie. – No son cólicos, eso es seguro. No tiene fiebre, no tiene nada.

_Bueno, llevadla. A ver qué os dice.

Poco rato después llegó Charles. Estaba más relajado. Que le diera el aire le había sentado bien.

Se sentó al lado de su esposa.

—¿Te está contando lo que le pasa a la niña?

—Si– respondió Nicky – lo que le pasa a la niña es normal. Sergio también era muy llorón cuando tenía un año.

_Mary siempre ha sido muy tranquila. – Señaló Charles.

_Bueno, llevémosla al pediatra – le pidió Bonnie –. Desde que llegamos aquí no la hemos llevado.

_Tampoco le ha hecho falta. No le ha tocado vacuna, no se ha acatarrado, no le ha pasado nada.

_Bueno, ahora sí.

Charles se quedó pensativo. Tenía razón. Él había pensado en llevarla directamente a especialistas, aunque sabía que de poco le podía servir si la niña aún no hablaba.

Tenía que reconocer que no había pensado en llevarla al médico de cabecera. No sabían quién era el médico que les correspondía.

Bonnie estaba en tensión. Estaba seguro que esa idea de que no había salido de su esposa, al menos. No al cien por cien.

En el fondo le daba igual. Era una buena idea que a él ni a Bonnie se les había ocurrido.

La niña volvía a llorar. Los padres se llevaron las manos a la cara.

_Ya me ocupo yo – dijo Charles.

Dejó a su esposa en el salón con su amiga.

Mary fue acunada por su padre, que la miraba con cariño. Sólo él era capaz de consolarla con cierta rapidez. La pequeña se quedaba más tranquila con él que con su madre. Fue así desde el día que nació.

Al día siguiente Charles fue a pedir cita al médico.

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