Capítulo 79

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"5 de Mayo de 1992"

Habían pasado varios días desde que Bonnie había caído en coma. Ese martes, tras dos semanas en ese estado, al fin había conseguido despertar. Los doctores se sorprendieron de esto. Su recuperación había sido muy repentina.

En cuanto abrió los ojos, llamaron a Charles. Aunque pasaba casi todo el tiempo metido en ese hospital cuidando de su mujer, tenía que cuidar de una hija. Su cuñado le ayudaba, al igual que Nicky, pero la niña necesitaba a su padre.

Habían sido unos días angustiosos para la familia. Los doctores que llevaban su caso no le daban muchas esperanzas de que pudiera salir bien de ese estado. Al llegar al hospital, no solo tenía la marca del disparo. También tenía varios cardenales y cortes por todo el cuerpo, como si alguien le hubiera dado una paliza.

Sergio, a pesar de los esfuerzos de su madre, se había terminado enterando. Quiso enfrentar a Aiden, pero su madre no se lo permitió. Temía lo que pudiera suceder. En realidad, él tampoco tenía ganas de acercarse a él, pero creía que él podía tener algunas de las respuestas de lo que le había pasado a su profesora.

—Mamá, es algo que hay que hacer. Sé que tienes miedo. Yo también, pero tenemos que saber qué sucede.

Nicky terminó cediendo. Aunque tenía terror a la Casa de los Williams y a todo lo que tuviera que ver con ella, era consciente que ese niño podía resolver ciertas dudas. Quizás con lo referente a Bonnie no, pero sí a lo sucedido el día de su cumpleaños. De una forma o de otra, sobre cualquiera de los dos temas, encontraría respuestas en aquella criatura.

Fueron a hablar con el niño a la hora de la comida. De hecho, le invitaron a comer en su casa.

Nicky sirvió la comida. Aiden les miraba fijamente, sin quitarles ojo de encima a sus anfitriones.

—¿Qué queréis de mí? – preguntó el niño sonriendo.

Sergio no estaba seguro si debía contestarle o no. Cuando habló con su madre, estaba convencido en conseguir información, pero en ese momento dudaba de si era correcto comenzar a hacer preguntas o era mejor estarse callado.

—Tienes muchas cosas que averiguar– Continuó el pequeño–. Y más con lo que le ha sucedido a la señorita Bonnie.

—¿Sabes algo de eso? – Le preguntó Nicky. Recibió un sí como respuesta.

—Cuéntanoslo– Le rogó Sergio–. Queremos saber lo que sucede con nuestra profesora, con tu casa y con tu familia.

Aiden suspiró. Tenía cosas que contarle.

—Os contaré lo que pueda, que, por ahora, no es mucho.

Les contó poco más de lo que Charles se había enterado por el cura del pueblo y, que poco después, le había contado a su mujer y a Nicky.

—Eso son noticias pasadas– respondió la profesora–. Cuéntanos algo que no sepamos.

_¿Quién es ese hombre sin rostro? – Preguntó Sergio hablando por primera vez en diez minutos–. Él se acercó a mí y me dijo que ese no era mi lugar, al menos, por el momento.

No recibió ninguna respuesta. Pensó que no era el momento más adecuado para explicárselo. Ese ser era un gran misterio, incluso para ellos. Siempre había estado entre esas cuatro paredes. Ninguno de los habitantes de esa casa recordaba un solo momento sin él.

—Dinos algo, por Dios– gritó nerviosa Nicky–. Queremos respuesta. ¿Quién es? ¿Quiénes sois vosotros?

—No sé quién es esa sombra. Es un ser sin rostro. Lleva en la casa desde siempre. Creo que desde antes de que el edificio como tal estuviera construido.

Hasta el momento de los postres, ninguno de los tres volvió a abrir la boca hasta servir los postres. La tensión entre ellos era cada vez más patente.

Aiden quería hacerse el misterioso. Más bien necesitaba dosificar la información que daba. Eran cosas un poco extrañas y bastante difíciles de asimilar.

—Cuéntanos sobre vosotros– le pidió Sergio a su amigo. ¿Quiénes sois? ¿Qué tenéis realmente que ver vosotros con esa casa?

Se decidió a contarle lo que su padre le permitía decir. Las cosas no eran tan simples como ellos dos se imaginaban. Sabía que la mente racional que ambos tenían no les iba a permitir asimilar parte de lo que tenía que decirles. Era consciente que a Nicky era a la que más le iba a costar entender lo que iba a explicarles.

—Mis padres y yo llevamos encerrados ahí desde el final de la Guerra– contestó. –. Salimos del pueblo para ayudar a gente a salir del país y nunca regresamos. Al menos, no como se esperaba la mayoría de la gente.

Los dos se quedaron perplejos. Les costó unos minutos contestar a aquellas palabras.

—Es imposible que llevéis aquí desde la Guerra– contestó Nicky sin saber bien qué acababa de escuchar de boca de aquel niño–. Si fuera así, hubiéramos tenido más contacto con vosotros. Además, tu deberías tener algo más de cincuenta años si hubieras nacido en esa época.

—Sí, es así. Sin embargo, tengo siete años y curso primero de primaria.

—No entendemos nada– intervino de nuevo la profesora–. Una cosa es incompatible con la otra.

—No lo es. Hay algo que se os escapa, algo que no queréis ver porque no es lógico. No queréis verlo.

—¿Eres un fantasma? – Preguntó Sergio con brusquedad.

Ni él ni si madre se podían creer que hubiera pronunciado esa palabra. Era algo increíble. Ninguno creía que eso fuera posible.

—Habéis visto mucho en esa casa. – Señaló Aiden. – Sabéis muchas historias sobre mi hogar y sobre mi familia.

Las cosas iban teniendo forma, al menos, en teoría. Era algo muy, muy difícil de asimilar. Claro que habían vivido muchas cosas alrededor de aquella casa. Habían visto sombras y tenido pesadillas con aquella casa. De hecho, Bonnie había recibido un disparo con una bala que en realidad no existía solo por tener relación con ese chico.

—Aquí hay dos opciones– dijo Nicky–. O bien estamos todos para que nos ingresen en un psiquiátrico, o solo tú– Señaló a Aiden.

—¿De dónde sale la bala con la que ha sido herida la señorita?

Sergio le preguntó cuál era el sentido de hacerle eso a la profesora. No tenía ningún sentido para ellos. En realidad, nada tenía sentido.

—Debéis pensar estas cosas con la mente fría– les pidió–. Sabéis que no digo ninguna tontería.

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