Capítulo 40

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 "30 de Diciembre de 1991"

Charles llegó a casa después de unas horas metido en el archivo del ayuntamiento. Su esposa ya tenía puesta la mesa cuando él abrió la puerta de su hogar.

—¿Qué has encontrado en el archivo? – Le preguntó Bonnie a su marido, sirviéndole la comida.

Le contó lo que había leído en los informes municipales, lo que le había dicho Miguel.

—Es interesante la historia de esa casa. – Respondió ella tras escuchar a su marido–. Así que el dinero que tenía la familia era producto de una empresa dedicada a la construcción.

_Si, así es.

Le dieron cien vueltas al tema para no llegar a ninguna conclusión. Las dudas sobre la familia iban creciendo. No solo para Charles, que era el que se había interesado por el tema. A Bonnie le había comenzado a interesar la historia de aquella casa. Los comentarios que había escuchado sobre esa casa y sobre el apellido que lleva, le había hecho interesarse por ella.

—Cuéntame todo lo que vayas averiguando – Le pidió Bonnie a su marido –. Me está empezando a picar la curiosidad.

Ella apenas tenía tiempo para investigar sobre esa casa. Trabajaba en horario de oficina, por lo que era imposible que pudiera acercarse por el ayuntamiento e investigar de la misma manera que su marido. Sin embargo, él tenía flexibilidad en su trabajo, por lo que podía ir a la hora que se le antojara siempre y cuando no interfiriera en sus obligaciones diarias.

Durante la siesta, Bonnie se acostó con la niña. Charles se quedó trabajando. Había estado postergando sus obligaciones para con la empresa, por lo que se tenía que poner al día con todas sus obligaciones.

Él se sumergió en un mar de papeles. Estaba empezando a agobiarse por todas las cosas que le quedaban por hacer. Pero, eso no era nada nuevo. Siempre, por aquellas fechas, se estresaba más de la cuenta.

Se centró en lo que tenía que hacer.

A poco rato de ponerse el empresario a trabajar, escuchó a su mujer gritar. Fue a toda prisa a la habitación.

Cogió a la niña, que estaba tumbada junto a su madre, y la tumbó en la cuna. Mary estaba comenzando a llorar, angustiada por los gritos de su madre.

—Bonnie, despierta.

Ella no abría los ojos.

—Bonnie, Bonnie.

Estaba sumergida en un sueño tan profundo, que no escuchaba nada de lo que le rodeaba.

Charles notaba cómo su esposa se iba acalorando. Iba enrojeciendo. Al tocarla, lo pudo comprobar.

Mary, por su parte, no dejaba de llorar. Estaba muy asustada por los gritos que estaba dando su madre.

_¡Corred! ¡Seguid corriendo! – Decía Bonnie en sueños–.¡No miréis atrás! ¡Seguid corriendo!

De pronto, se quedó callada.

Charles la miraba asustado desde la puerta. había sacado a la niña del cuarto y la había puesto en el salón. Sabía que, hasta no conseguir despertar a Bonnie, la niña no se calmaría.

La puso en el sofá y regresó junto a su mujer.

Bonnie dio un grito. Después, se despertó.

Estaba desorientada. No entendía nada de lo que había sucedido. Aquel sueño había sido muy vívido.

Una vez retomado el aliento, Charles salió del cuarto para consolar a su niña.

—¿Qué ha pasado? – Le preguntó Bonnie a su marido.

—Eso deberías decírmelo tú. Has estado gritando como una loca durante un cuarto de hora. Ha sido imposible despertarte.

Bonnie comenzó a recordar lo que había soñado.

—Ese sueño...

—Cuéntamelo.

—Había mucha gente. Quizás unas veinte o treinta personas. Yo iba con ellas estando embarazada. Alguien nos perseguía, pero no sé quién. no podía verles. Solo... Teníamos que correr, cielo. Todos teníamos que huir y llegar a alguna parte. No estoy segura de adonde. Solo sé que...

—Teníais que poneros a salvo – terminó la frase él.

Charles no sabía qué decirle. Parecía haber sido un sueño muy intenso. Incluso, llevando ya unos minutos despierta, seguía sudando.

Bonnie estaba cansada, muy cansada. Aquel mal sueño la había quitado las pocas energías que tenía.

Mary terminó por calmarse en brazos de su padre, que la paseaba de un lado a otro.

—¿Qué le pasaba a la niña? – Le preguntó Bonnie a su marido –. ¿Por qué lloraba tanto?

—La has asustado. Has gritado como si la vida te fuera en ello.

—Puede que así fuera. – Musitó.

Mary quiso que su madre la cogiera en brazos.

Charles no entendía nada. No podía imaginarse qué podía imaginarse esa última frase de su mujer.

—¿A qué te refieres con...?

—Es una sensación que tuve. Como si todas esas personas y yo pudiéramos morir en cualquier momento.

Casa EncantadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora