"17 de Enero de 1992"
El día anterior Aiden no había ido al colegio, por lo que Bonnie no pudo hablar con él sobre por qué sus padres no habían acudido a la cita. De hecho, al no haberle visto ir a recoger a Sergio, se preocupó.
Había intentado llamar a los progenitores de su alumno, pero no encontró el número de teléfono por ningún lado. Tampoco pudo obtener la dirección de la familia.
Pudo comprobar que, al menos, el niño estaba bien al verle llegar ese viernes al fondo de la calle. Llegaba a casa de su amigo para ir juntos al colegio.
_¡Aiden! – le llamó la profesora. – ¿Qué pasó el miércoles?
—Buenos días, señorita. Mis padres tuvieron que salir del pueblo por cosas de negocios.
—Y tú, ¿Por qué no viniste a clase ayer?
—Fui con ellos. No conocemos a nadie aquí para haberme podido quedar en su casa. llegamos ayer por la noche.
El niño sonrió. un escalofrío recorrió el cuerpo de la profesora. El ambiente se había vuelto tenso.
Todo aquello le sonaba a escusa. ¿Qué contratiempo de negocios podía haberles surgido en las horas de siesta como para tener que irse de aquella manera? ¿Qué podía haber más importante que la cita con la profesora de un hijo? Si la citan, es por algo, normalmente porque el pequeño tiene problemas.
—¿Van a venir esta tarde a la reunión? – Le preguntó la profesora preocupada por el niño.
—No lo sé. Supongo que sí.
Bonnie no podía evitar quedarse mirando al niño. Estaba empezando a intrigarle aquel niño. No parecía preocuparle que los niños le aislaran o que se metieran con él. Sus padres no habían hecho acto de presencia ante ella o ante los órganos de gobierno del colegio. Casi se podía decir que no se preocupaban por él.
La mañana pasó rápida.
Sergio y Aiden salieron a la calle corriendo, como el resto de los niños. Se pusieron a jugar en el patio entre ellos.
Bonnie, al terminar la mañana, fue llamada al despacho del director.
—Señor Director, ¿Quería algo de mí? – Preguntó la profesora desde la puerta del despacho.
—Pasa. Siéntate – ella obedeció –. He oído que quieres reunir a los padres de tus alumnos.
—Sí, así es. Esta tarde tengo una reunión con ellos.
—¿Qué tema vais a tratar? – Dijo él con rintintín.
—Sobre Aiden Williams.
El director no era tonto. Sabía perfectamente lo que estaba sucediendo con el niño. Los estudiantes se metían con él solo faltaba que llegaran a las manos.
—No es nuestra responsabilidad. No te metas en esas cosas.
Este comentario descolocó a Bonnie. No lo entendía. Si un alumno lo estaba pasando mal, su obligación como profesora era prestarle el apoyo suficiente para solucionar el problema que estuviera teniendo.
—Tenemos que procurar que todos los niños tengan una buena experiencia en el colegio. No está bien que las cosas sigan igual.
—No sabes cómo son las cosas. Nada es lo que parece.
La profesora salió del despacho. No se podía creer lo que el director estaba diciendo. ¿Estaba intentando discriminar al niño por su apellido? La rabia en ella crecía. Era incapaz de quitarse de la cabeza las palabras del director.
Nicky la esperaba en la puerta del colegio, vigilando a los niños.
Vio salir a su amiga disgustada.
—¿Qué ha pasado? – Le preguntó. – ¿Para qué te quería el director?
—Quería hablar de Aiden. Cuando vaya hacia su casa, te cuento lo que me ha dicho. No quiero que se entere.
Como de costumbre, el niño se despidió de sus profesoras y de Sergio. Se fue a casa bien, como todos los días.
Bonnie esperó unos minutos antes de contarle a Nicky lo que había sucedido en el despacho del director.
Sin darse cuenta, Bonnie comenzó a llorar de la impotencia que sentía.
—No me puedo creer que te haya dicho eso – e dijo Nicky.
Esperaron en la calle unos minutos hasta que a ambas se les pasó el disgusto. No querían que Charles viera a su mujer en ese estado.
Por muy tranquilas que entraron en casa, Charles se dio cuenta de que algo le sucedía a su esposa. Era extraño que Nicky pasara a casa en día laborable y que se quedara durante unos minutos. Normalmente no quería pasar hasta el salón. Ese día lo hizo.
Cuando la visita se marchó, Charles le preguntó a su esposa por los motivos por los que estaba así, tan nerviosa. Se sorprendió muchísimo al escucharla decir lo que le había pasado en aquel despachó.
—¡Menudo despropósito! – Gritó él. – ¿Por qué hay que dejar que un niño pase una mala infancia?
—Charles, una cosa es lo que el director quiera, y otra muy distinta es lo que yo esté dispuesta a permitir.
—Sé que vas a defender a ese niño con uñas y dientes. No me pongo así por ti. Es por él, por el sistema.
Ambos sabían que había muchos problemas de los que tenían los niños en el colegio eran debido a estas cosas. Los profesores se lavaban las manos en cuanto veían alguna cosa que se saliera de lo estándar. Esta era una situación que Bonnie no podía soportar. Quería poner todo de su parte para cambiar esas situaciones. Al menos, ella no dejaría de lado a sus alumnos cuando más la necesitaban.
Era precisamente eso lo que más le gustaba a Charles de su mujer. La fuerza e interés que ponía en sus alumnos le había enamorado.
—Haré lo que haga falta para cuidar de ti, para ayudar a que ese niño esté bien.
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Casa Encantada
Mystery / ThrillerBonnie es una profesora que acaba de aprobar las oposiciones. Por eso, junto a Charles, su marido y Mary, su hija, se mudan de Madrid a un pueblecito pequeño del norte de España. La familia cree que que van a poder tener una vida tranquila, aunque...